Investigadores de Jaén identifican qué partes del cerebro nos defienden de los bulos

Este estudio entienden que las campañas de prevención contra la desinformación actúan como una "vacuna"

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Imagen de archivo de uno de los pacientes durante el estudio.
Imagen de archivo de uno de los pacientes durante el estudio.

Un equipo de investigación de la Universidad de Jaén (UJA) ha identificado las áreas del cerebro que se activan al detectar la desinformación. En concreto, ha medido las señales eléctricas del cerebro tras procesar una campaña institucional sobre desinformación para comprender los mecanismos neuronales que intervienen en la identificación de mensajes falsos.

Los resultados apuntan a que, tras recibir esta acción divulgativa, se activa un sistema de alerta que lleva a los receptores a invertir más recursos cognitivos conscientes en procesar datos posteriores. Esto implica estar más pendientes de lo que reciben, con lo que se reduce la tendencia a compartir y creer en elementos de las redes sociales.

Los expertos asimilan este efecto al de una vacuna. Si se expone a una persona a la campaña sobre desinformación, ésta alertará al cerebro de que los mensajes posteriores que vea pueden ser maliciosos. Esta estrategia, según se ha informado desde la Fundación Descubre, crea "una resistencia para que los usuarios no sean influenciados por la desinformación real".

"Se denomina teoría clásica de la inoculación. Se inspira en la lógica de las vacunas, un poco de algo malo te ayuda a resistir un caso completo", señaló uno de los autores del estudio, el investigador de la Universidad de Jaén Javier Rodríguez.

Principal novedad

La novedad del estudio titulado 'Exploring the neurophysiological basis of misinformation: A behavioral and neural complexity analysis', publicado en la revista Behavioural Brain Research, es que los expertos han documentado todo el proceso de análisis de información de los usuarios mediante electroencefalograma (EEG).

Así, evaluaron actividad neuronal que se producía al visionar la campaña informativa institucional. Tras el visionado, aumentó la complejidad de la actividad eléctrica cerebral en las regiones temporal, que se relaciona con el aprendizaje y la memoria, y la zona frontal, vinculada a la toma de decisiones y el control de impulsos.

Esto implica que la campaña fue eficaz y aumentó el análisis crítico de los mensajes, lo que redujo la tendencia a compartir y creer en elementos de las redes sociales. "Es decir, el impacto de la campaña se reflejó en cambios conductuales y neurofisiológicos que hemos captado midiendo las señales eléctricas del cerebro", explicó Javier Rodríguez.

El equipo de investigación expuso al grupo de participantes a una campaña sobre desinformación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta acción divulgativa informaba del rol de los usuarios a la hora de difundir ese contenido. Además de resumir consejos con respecto a cómo identificarlo o conductas para evitar la propagación. Todo ello en ocho diapositivas que tardaban en visionar unos dos minutos.

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