Pilar Cernuda

Mal momento para sancionar a Israel

Crónica personal

10 de octubre 2025 - 03:09

Pedro Sánchez tendrá muchas virtudes, pero entre ellas no están a prudencia, la intuición ni la visión de futuro. Cuando Trump y Netanyahu estaban a punto de lograr convencer a Hamas para que aceptara un inicio de acuerdo de paz sobre la guerra de Gaza que promovían ellos dos, justo ese día, el Parlamento español aprobaba el embargo de armas a Israel. Un embargo de escasas consecuencias por la cantidad de excepciones que incluía. Al menos los redactores se tomaron la molestia de asumir que la defensa de España no podía permitirse el lujo de ir contra un Israel que surte de la más sofisticada tecnología al mundo entero, incluidos los propios sistemas de seguridad españoles. La Autoridad Nacional Palestina, que abomina de Hamas, ya había expresado previamente su apoyo a los 20 puntos promovidos por Trump, y que ahora acepta Hamas aunque quedan por negociar cómo, cuándo y dónde se aplican.

La primera bofetada a España ha llegado de Israel. Macron, que no se resigna a que ese principio de acuerdo se haya negociado al margen de la UE, se ha apresurado a promover una reunión en París entre representantes de los gobiernos árabes y europeos. Esta vez invitó al Gobierno español, aunque no lo había hecho en las cuatro o cinco ocasiones anteriores. Y no tardó en llegar la queja israelí a Macron por haber convocado a “un gobierno hostil”. Nunca es bueno que Israel considere hostil a cualquier gobierno, pero en este momento, menos; cuando hace falta máxima coordinación ente países para abordar el desafío que supone un proceso de paz y, después, una reconstrucción de Gaza para la que se van a movilizar las empresas, lobbies y políticos más importantes del globo para ser incluidos en el reparto del pastel.

Con Sánchez en Moncloa y la elección del inefable Albares como ministro de Exteriores, el papel de España en el mundo se ha devaluado hasta límites inconcebibles. Empezando por la propia UE, donde han tardado, pero al fin han comprendido, que Sánchez no es un socio fiable. Antepone sus intereses y su ideología a la política exterior y de defensa común. El inicio de un probable acuerdo de paz en Gaza tiene repercusiones que serán históricas. El Gobierno de Sánchez no ha sabido verlo, y si se logra la paz, España quedará relegada a un lugar más que secundario. Cuando es ahora el momento de intentar colocarse en el tablero en el que se toman las grandes decisiones.

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