Vericuetos
Raúl Cueto
Sarajevo
Quousque tandem
Ala reina Isabel II, el año 1992, el de la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona que para nosotros fue una fiesta continua, le resultó, según dijo ella misma, un annus horribilis. Aquí íbamos tan felices del Curro al Cobi mientras la pobre mujer se encontró con unos mesecitos de desgracias y escándalos familiares de aúpa, amén del incendio del Castillo de Windsor. Y es que no hay mayor verdad que aquella que proclama que cada uno habla de la feria según le va.
Esta semana ha pasado lo mismo. La izquierda española combatiente y revolucionaria de plató y batucada ha ido de sofoco en sofoco mientras los demócratas nos aplaudíamos las noticias que iban llegando. Después del esperpento de la Flotilla que tardó en llegar a las costas israelíes más que los Cruzados hace mil años y para conseguir nada, como era sabido de antemano, se desayunaron con el Acuerdo de Paz tutelado por el presidente Trump. Un torpedo en su línea de flotación y una tragedia para los angelitos. Porque a ver cómo digiere un antiyanqui que la paz a Gaza llegue de manos del tipo que más odias. Porque si el Acuerdo, con las mismas cláusulas, lo apadrina Rusia o China, hubieran salido a la calle a tocar el tambor como Manolo el del Bombo cuando España ganó el Mundial. Aún sin reponerse del ataquito de ansiedad, aparece el Comité Noruego del Nobel galardonando a doña María Corina Machado, toda una heroína de las Libertades y una luchadora por la democracia en Venezuela, cuyo gobierno es reconocido como ilegítimo casi unánimemente tras la manipulación electoral de los últimos comicios. Excepto por ellos, que son chavistas y bolivarianos de toda la vida. Imagino que ni con tila alpina se les pasó el patatús.
Y para coronar la semana, la Fiesta Nacional, ayer 12 de Octubre, el desfile y lo que en cualquier país normal es lo habitual y aquí lo convierten en una exaltación de la Leyenda Negra ayudados, cada vez más, por los nacionalistas del fondo opuesto que odian al mundo entero por no ser españoles.
El único consuelo que se pueden llevar los activistas de la izquierda caviar es que el presidente Trump habló de echarnos de la OTAN. La pena es que si ocurre, conseguirían lo que quieren cuarenta años después del referéndum, pero gracias al odiado diablo imperialista yanqui. Para echarse a llorar como una magdalena.
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