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Me gusta mucho el pan, mucho más los panes que les llaman especiales. Su prestigio crece cada día. Y hace odiosas todas las comparaciones. Es el prestigio de lo artesanal frente a lo industrial. Un poco como el guiso que tarda en hacerse frente al que se hace en una ultra rápida. O el huevo que se fríe en un magnífico aceite virgen extra. Mil cosas. Pero lo del pan avanza. La diferencia del precio merece la pena, incluye el prestigio y las materias primas, que son de primera calidad.
Ahora tengo en casa un pan hecho con tomate. Bueno, ya saben que los hay con cúrcuma, con chicharrones, con cinco cereales, qué sé yo. Este en concreto me lo dieron ayer, el de tomate, es ideal para poner sobre la rebanada su poquito de aceite bueno, su tomate cortado en rodajas, su sal y melva, melva sin más, da igual que sea canutera o del Consorcio. Melva.
Me dispongo más pronto que tarde a degustar la receta. Venía proyectando la película por la calle, con mi bolsa de pan bajo el brazo, fabricando jugos gástricos, cuando me crucé con un lector del Diario que me dijo que le diera caña a Sánchez, junto con otras cosas que me guardo. Fue muy brusco el salto de la rebanada de tomate con melva canutera a la caña que me piden que le dé a Sánchez. Pensé que vivimos estas dos vidas, la vida del placer sencillo de un poco de pan así con este prefabricado de la caña que hay que darle a Sánchez o a Feijóo. ¿No piensa la gente en una receta que te acaban de dar amablemente, en algo diferente a esto de la caña de España? Le sonreí al peticionario.
Llevo más de 30 años escribiendo artículos en este Diario, estoy acostumbrado a que me pidan que dé caña o a que me den caña a mí, por dar caña o por no darla.
Qué difícil es, cuando todo baja, no bajar también. Cito a Machado una vez más, auténtico sabio de nuestra lengua, y grandísimo poeta. Porque a fuerza de dividir, de enfrentar, de hacer esta movilización de la contienda, los españoles estamos a un tris, o a llegar a un tris. ¿Como otras veces? No lo permita Dios.
Pero sí, Pedro Sánchez ha establecido la fachosfera, el fango, la ultraderecha. Objetivamente ha creado un enemigo, los otros. Sartre los llamaba “los otros”, y eran “el infierno”. En la cabeza no les entra una receta elemental como la rebanada de pan de tomate con melva. Una tristeza grande. Vuelvo a sonreír. Como si me lo dijeran de nuevo.
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