Comisión de confusión en el Senado

31 de octubre 2025 - 03:10

Las numerosas comisiones de investigación creadas en las cámaras legislativas, autonómicas o estatales, tras el estallido de casos de corrupción han demostrado a lo largo de las últimas décadas una absoluta falta de eficacia para el fin con el que fueron concebidas. En Andalucía tenemos ejemplos sobrados de cómo estas convocatorias, por las que desfilan durante semanas decenas de comparecientes, son diseñadas como instrumentos de desgaste del contrario y como escaparate dirigido a los medios de comunicación. La que se desarrolla en el Senado, donde el PP tiene mayoría absoluta, para teóricamente determinar las responsabilidades políticas del entramado presuntamente corrupto que rodea al Gobierno y al PSOE, cumple fielmente esos parámetros. La comparecencia de ayer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, rodeada de una enorme expectación, dio de sí lo que se podía esperar de ella. La oposición, especialmente el PP, arremetió con todas sus fuerzas para intentar dejar al presidente en evidencia y resaltar sus contradicciones y supuestas mentiras. Sánchez, por su parte, volvió a demostrar que es un experto a la hora de embarrar el terreno de juego, de eludir las cuestiones medulares y de contraatacar con asuntos de otros tiempos que nada tienen que ver con el objeto de la comisión. El resultado es que se asistió a una sesión corregida y aumentada de las sesiones de control del Congreso, en la que tampoco faltaron episodios broncos y salidas de tono, como cuando el presidente del Gobierno calificó a la comisión de “circo”. La reunión terminó, como era previsible, sin que se esclareciera nada importante sobre el papel de Sánchez en relación con la trama de Koldo, Ábalos y Cerdán. Será la investigación del Tribunal Supremo la que ponga las cosas en su sitio y establezca las responsabilidades que sin duda existen. Lo de ayer en el Senado fue un rifirrafe que solo sirvió para que los partidos siguieran tirándose los trastos a la cabeza y para aumentar el clima de confusión y ruido en el que vive la política española.

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