La tribuna

El árbol que vence al fuego

El árbol que vence al fuego
Tomás García
- Doctor En Biología

La devastación forestal y del paisaje que se produce cuando se origina un gran incendio suele perdurar y necesita muchos años para su regeneración. El sotobosque es lo primero en ser arrasado, al estar compuesto por plantas arbustivas con menor resistencia, y después quedan afectados los árboles con mayor o menor celeridad dependiendo de la especie que se vea implicada. Los de madera poco compacta en su interior y corteza fina arden con rapidez, mientras aquellos que la poseen consistente y con corteza acorchada resinosa afrontan mucho mejor el embate de las llamas si éstas no se prolongan en exceso. Entre los árboles de superior comportamiento ante el fuego se hallan diversas coníferas en general y el pino canario en particular.

El pino canario (Pinus canariensis) es un árbol maravilloso al cual le profeso un cariño especial por motivos ambientales, estéticos y personales. Sus antepasados primigenios poblaban la cuenca mediterránea desde tiempos pretéritos, pero desaparecieron de la región de modo drástico por la desecación y el enfriamiento provocados por el gran cambio climático acontecido hace unos cinco millones de años. Estaban bastante extendidos hasta ese periodo y se mantuvieron después sólo en las Islas Canarias y otras islas de la Macaronesia, habiendo llegado a ellas las semillas transportadas por aves. Sus hábitats naturales en las Islas Afortunadas corresponden a cumbres montañosas por encima de los mil metros, no hallándose en Lanzarote y Fuerteventura. En ambientes propicios puede alcanzar los sesenta metros de altura, aunque la más frecuente ronda los treinta, pudiendo llegar a los quinientos años de edad. Los más jóvenes presentan porte piramidal, el cual tiende a ser más irregular a medida que envejecen. Es fácil identificarlo por las agrupaciones de sus finas hojas (acículas) de tres en tres en cada vaina, característica única entre los pinos europeos, poseyendo una gruesa capa de corcho resinoso y una gran capacidad para rebrotar en el tronco y las ramas. La madera es muy apreciada por su consistencia y durabilidad, y arribaría al Puerto de Sevilla tras la conquista de Canarias consumada por los Reyes Católicos a finales del siglo XV.

El pino canario más longevo de la ciudad hispalense fue plantado junto al Pabellón de Guatemala del Paseo de las Delicias en tiempos de la Exposición Iberoamericana de 1929, existiendo otros ejemplares sueltos en el Parque Celestino Mutis, campus de la E.T.S. de Ingeniería Informática, Polígono Sur o en el hermoso Jardín Inglés del Alcázar. Esta vistosa conífera forma parte de nobles estructuras pináceas del Real Alcázar, en algunas puertas y artesonados que fueron instalados a partir del siglo XVI con motivo de ampliaciones del edificio medieval. Por ello, a pesar de su escasa presencia en Sevilla, este combativo árbol permanecerá con nosotros en tiempos venideros integrado en el palacio real en uso más antiguo de Europa y uno de los más bellos del mundo.

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