En principio, era el río… que se hace mar y un mar que se convierte en río”. Así comienza Eva Díaz Pérez su delicioso libro Sevilla. Biografía de la ciudad dorada, que acaba de publicar la editorial La Esfera de los Libros. La autora se arroja al océano de la historia de Sevilla con un salvavidas voluminoso y muy particular: su vasta cultura, su instinto de sagaz periodista y su prodigiosa y envolvente prosa. La escritora sería la testigo perenne e inteligente de esta completa biografía de la capital hispalense, que parece que lleva escribiendo desde hace siglos: “Una ciudad que en realidad es un libro”.
Empieza la historia en el lago Ligustino que todo lo inundaba, de ahí Hispalis, ciudad sobre palos. La primitiva Spal se constreñía de la calle Fabiola a la catedral y desde la Alfalfa hasta el patio de Banderas. En la época romana, la zona portuaria estaba en la plaza del Duque; y en las Setas (el Antiquarium) radicaba la fábrica de salazones que hacía el garum. Posteriormente, los arqueólogos han conjeturado que un tsunami anegó y arrasó la ciudad.
Luego, un barco perdió su ancla bizantina, que apareció en unas excavaciones de la actual Plaza Nueva. El puerto ribereño del Guadalquivir marca la historia hispalense: el 23 de noviembre de 1248 llegó la Reconquista con Fernando III; Colón arribó el Domingo de Ramos de 1493 tras descubrir América, y Magallanes partió el 10 de agosto de 1519 para dar la primera vuelta al mundo. Y las gradas de la catedral como centro financiero global, el Wall Street de aquellos tiempos. Lope de Vega afirmó en 1621: “Dichoso ochenta veces quien vive en Sevilla”.
Esta biografía sigue la cronología histórica con la particularidad de que no solo cuenta los avatares políticos, sino que también se detiene en los personajes más importantes de la vida literaria. Desde Al Mutamid (y sus poetas pensionados), Gutierre de Cetina y Cervantes hasta Blanco White, Bécquer y Cernuda. Este libro podría ser la historia sevillana de España.
Eva Díaz detalla, con sabios comentarios, los cambios de uso urbanístico de numerosos emplazamientos (y sus edificaciones) de la ciudad, siempre al hilo de algún acontecimiento relevante de su historia, especialmente las exposiciones del 1929 y 1992. Muy interesantes son los capítulos que dedica al recuerdo (memorabilia) de la ciudad doliente (epidemias y enfermedades), la del placer (el sexo y el mito de Carmen), la de las fiestas (Semana Santa, Feria…) y la que excita los cinco sentidos de sus vecinos y visitantes.
La autora se adentra en alta mar y opina, con rigor, sobre todas las etapas históricas sevillanas, tanto las de bonanza como también las de mar arbolada con una doble reflexión final: el peligro del turismo y el de las grandes desigualdades sociales (las Tres Mil Viviendas…).
Saramago dejó dicho que la Historia no se puede atrapar, no cabe entenderla del todo. El Nobel portugués no pudo leer este volumen de Eva Díaz. Yo lo he leído con sumo placer y, por fin, he comprendido a Sevilla. Es un libro la mar de bueno.