Juanma Moreno: Pescado en blanco, una receta de éxito

El líder del PP mira a su derecha en el inicio de la campaña que le puede llevar a su tercer y último mandato

Juanma Moreno, en el congreso del PP andaluz de este fin de semana. / Julio Muñoz/EFE

Lo que el PP de Andalucía está celebrando este fin de semana en Sevilla no es un congreso, es una convención electoral con formato de show de prime time. Con presentadores y un grupo de música que toca entre orador y orador. Tal como cuenta un miembro de la dirección nacional, este congreso no tiene claves, no hay chicha interna, es el inicio de la campaña de Juanma Moreno, ésta que sostiene que él es la única garantía de un Gobierno sin condicionantes, es decir, sin Vox. Y a ello se va a dedicar hasta junio, a taponar una fuga que, sin embargo, no amenaza sangría.

Moreno hará guiños a ese electorado, por eso quería habere traído a Isabel Díaz Ayuso a este congreso, necesita voces amargas. Lo que muestran las tripas del último barómetro del Centro de Estudios Andaluces es que hay una opinión favorable hacia Vox entre los electores andaluces de entre 18 y 34 años, aunque el PP seguiría siendo el partido más votado en este tramo de edad. También en las siguientes. Si se considera el flujo de votantes entre Vox y PP y en la dirección contraria, la fuga sólo sería del 3%, nada que ver con el volumen que el PSOE está recibiendo de Por Andalucía, de casi el 10%, aunque los socialistas también están perdiendo electores que se van al partido de Moreno.

“Juanma Moreno tiene baraka”. Esta opinión de una de las personas más cercanas al presidente de la Junta quizás no le guste del todo al que también es su amigo desde la juventud. Una lectura entre líneas del libro de memorias que Moreno acaba de publicar, Manual de convivencia, deja entrever cierta revancha hacia aquellos que no confiaron en él cuando estuvo en la oposición y quienes sostuvieron que su investidura se debió a una carambola, es decir, a la suerte. Moreno relata esos cuatro años, sólo cuatro, como si fuese una larga travesía del desierto, aunque en términos de escala política eso significa llegar, y besar al santo. Que le pregunte a Javier Arenas. O Mariano Rajoy. O a Felipe González. O a Feijóo.

Hubo azar, pero también acierto: Juanma Moreno entendió que en Andalucía no se podía gobernar en contra de la izquierda, en esto residió su éxito, en no generar miedo al cambio en una tierra que llevaba 40 años votando al PSOE. Esta estrategia, que es la que sustentaba todo lo demás, se acompañaba por un modo de ser que no es una impostura, el líder del PP andaluz es un hombre poco dado al enfrentamiento, a la palabra gruesa, pero sobre todo que le gusta gustar, caer bien. Es como el pescado en blanco, no hace daño. Ésa es la crítica que se le hacía. A esto también se refiere en su libro, a la comparación con el caldito blanco de los hospitales, otro gato en la barriga que deja suelto entre las páginas, un recordatorio para aquellos que le criticaron por su falta de colmillo.

Ocho años después

Casi ocho años después, la izquierda no es la amenaza, sino la extrema derecha, no el PSOE, sino Vox, y Moreno se dispone a girar hacia la diestra sin perder del todo el equilibrio. Eso justificaba la presencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el azote del Gobierno de Pedro Sánchez, la única líder de los populares que encandila a los votantes de Vox.

Esta combinación, de moderación y estridencia, no es ajena al PP de Andalucía. Su portavoz parlamentario, Toni Martín, ejerce de radical, como el secretario general del partido, Miguel Tellado, a quien Feijóo le ha encargado actuar como actúa Vox. Por eso, en el PSOE niegan el carácter moderado de Juanma Moreno, por eso le llaman suavón, que es esa persona que engaña con buenos modos para asestar golpes a los desprevenidos por la placidez.

Juanma Moreno fue elegido líder del PP andaluz el 1 de marzo de 2014, en otro congreso que también se celebró en Sevilla. Cuatro años después, en diciembre de 2018, ya era presidente de la Junta, y ahora se dispone a ganar de nuevo para gobernar la que puede ser su última legislatura. Es lo que ha venido manteniendo casi desde el principio, que su estancia en San Telmo tenía un límite temporal y que éste no venía marcado por una derrota en las urnas.

Juanma Moreno ha sufrido el primer revés de sus mandatos con el cribado del cáncer de mama. En la presentación de su libro, el lunes pasado en Sevilla, aseguró que se sentía “frustrado” por los pocos avances que se han producido en la sanidad pública, fue una extraña confesión que surgió de otra anécdota de aquellos tiempos en que estuvo en la oposición y que tanto rememora. La primera vez que este redactor escuchó eso no fue de la mano de Moreno, sino de Javier Arenas, que sí pasó varias legislaturas en la oposición. Fue en una de esas jornadas maratonianas, en la provincia de Cádiz, cuando a una mujer, simpatizante del PP, alabó el trabajo del candidato, aunque al final concluyó: “To pa ná, Javier”.

Moreno confesó que el aumento presupuestario del que ha gozado la sanidad pública durante estos últimos ocho años ha sido un “to pa ná”, una declaración del reconocimiento de un problema y que se acerca a la frustración. En el mismo libro Juanma Moreno cuenta que no duerme, que descansa poco, que hace muchos años que padece un insomnio que le lleva a no dormir mucho más de cinco horas al día. ¿Cansado? También es su estilo, su vía andaluza de confesar una debilidad para mostrarse más humano, como llamarse Juanma y no Moreno.

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