Tus finanzas, mejor en manos de un buen piloto
Pablo Lora y Pablo Javier Domínguez, Family Bankers de Banco Mediolanum
Es una realidad que muchos pasajeros volarían con más tranquilidad y seguridad si, antes de despegar, el piloto les explicara qué situaciones pueden encontrarse durante el trayecto. Por ejemplo, las turbulencias, que resultan incómodas o incluso angustiosas. Aunque no causen accidentes y formen parte natural del viaje, siempre agradecemos, para nuestra serenidad, que nos preavisen de ellas y nos den un protocolo que seguir en caso de que algo vaya mal
Esta situación es extrapolable a las finanzas. Porque un asesor financiero es el piloto que conduce los ahorros de sus clientes. Así, para que el viaje del inversor sea más cómodo, debe explicar que las turbulencias en los mercados financieros suelen suceder de forma natural y cíclica. Y que la experiencia demuestra que, tras un descenso, los mercados, antes o después, acaban recuperándose.
Por eso, lejos de reaccionar a su existencia con pánico o vendiendo nuestras posiciones, lo sensato siempre es mantener la calma, ser pacientes y, si es posible, aumentar nuestra exposición para aprovechar la recuperación. Así ha sido siempre. Comprar, aportar y mantener de forma periódica.
Desgraciadamente, en España la educación financiera sigue siendo una asignatura pendiente. Un informe reciente de Funcas concluye que una de cada cuatro personas se siente poco o nada preparada para tomar decisiones financieras cotidianas. Solo un 8 % de los adultos considera la inversión como uno de los principales destinos de su ahorro. Además, un 35 % no sabe qué son las Letras del Tesoro; un 23 %, los fondos de inversión; y un 20 %, los depósitos a plazo fijo.
Como asesores financieros, constatamos a diario esa necesidad de seguir mejorando los conocimientos financieros en las familias, porque la educación en finanzas no puede ser individual: debe involucrar al conjunto familiar.
Sirva como ejemplo el tiempo que dedicamos a formar a los ahorradores antes de invertir un euro de su patrimonio: de entrada, entre 6 y 12 horas para conocer su realidad económica, laboral y familiar. Y, después, explicamos cómo funcionan los mercados y cuáles son sus riesgos para saber qué hacer. Solo así viajarán con mayor seguridad y tranquilidad.
Porque invertir es un viaje a largo plazo, con sus altibajos, en el que las turbulencias forman parte del trayecto. Y la única forma de sobrevolarlas es con conocimiento y planificación.
Es un recorrido educativo que nunca termina, pero al que el inversor acaba acostumbrándose y, en muchos casos, disfrutando. Lo notamos especialmente cuando los mercados caen y, en lugar de decidir vender, nos preguntan si es momento de comprar más y aprovechar los mejores precios. Entonces sabemos que ya se sienten cómodos a bordo.
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