"Juan Tamariz es nuestro maestro Yoda"
Jorge Blass | Mago
ILUSIONISTA DE FLIPAR. De niño se quedaba embobado en la tele a Juan Tamariz y pronto se puso manos a la obra para cumplir su sueño. Jorge Sánchez Blas (Madrid, 1980), Jorge Blass en los carteles, ha atesorado distinciones al más alto nivel en el mundo de la magia. El ilusionista, cuyo reto a medio plazo es hacer un espectáculo ininterrumpido de 24 horas, pasará por el Cartuja Center de Sevilla el 5 y 6 de octubre y por el Gran Teatro de Córdoba el 12 y 13 con su show Flipar.
–"Estar o quedar maravillado o admirado". Así define "flipar" la RAE. Se pone muy alto el listón con el nombre del espectáculo...
–Los espectadores han flipado. Es transgeneracional, lo dicen niños, abuelos, y define muy bien la sensación mágica del show.
–Otra acepción: "Estar bajo los efectos de una droga". Imagino que es para todos los públicos.
–Sí, de momento no hay drogas... aunque la magia lo es un poco: una vez que la pruebas, no dejas de verla.
–Poder poner en el currículum que ha ganado la Varita de Oro sí que es flipante.
–Mi primer premio internacional, con 19 años, estaba muy verde. Fue un orgullo.
–Prefiere ilusionista a mago porque le gusta más la palabra y se cobra más cara la entrada. ¡Qué listo!
–Es como cocinero y chef; ilusionista mola más y, sí, puedes subir algo el precio.
–¿Ustedes viven del engaño o de la ilusión?
–Engañamos, pero como todo arte, fascina. Y es pactado con el público, no como la publicidad o la política.
–Es el primer español reconocido por la Academia de las Artes Mágicas de Hollywood como mejor mago del mundo. ¡Chúpate ésa, maestro Tamariz!
–El maestro es el maestro. Él ganó en otra categoría hace más de 20 años. Soy el único español que lo ha conseguido como mago de escena. Es especial porque aquí somos especialistas en cerca, cartas, monedas...
–Discípulo de don Juan, pero con más maña que él para peinarse...
–Sí, y tengo un mejor dentista también... Es un genio. Todos los magos españoles estamos aquí por él, es el gurú, nuestro maestro Yoda.
–Que haya dicho de usted que es un maestro será un sueño de infancia cumplido.
–Veía sus programas con seis años, he viajado por el mundo con él y actuado juntos en la tele. Es una gozada, un sueño de verdad.
–¿Usa más la bocamanga un prestidigitador o un tahúr del póquer?
–Ambos, aunque en este show llevo camiseta. Lo bueno es que los magos no tenemos riesgo de muerte y a los tahúres les pueden sacar una pistola.
–¿Ser un virtuoso con los dedos, por la etimología de prestidigitador, le reporta beneficios al margen del ilusionismo?
–Hay temas en los que es útil, pero no podemos contarlo. Más que rapidez de manos, la magia ayuda en la psicología: conocer a las personas, saber quién es el líder de un grupo, jugar con la percepción, con la atención, con la memoria...
–Psicología, carrera que no llegó a acabar...
–Desaparecí en el tercer año y no me vieron más.
En octavo de EGB hice una actuación y pagué el viaje de fin de curso a Mallorca a todos mis compañeros"
–¿Por qué demonios no hay mujeres en la magia?
–Cada vez hay más, pero menos que hombres, quizás porque no hay referentes. Hay una niña de Lucena, Inmagic, la maga más viral del mundo, y ojalá sea un referente, pero es cierto que no hay una Tamariz o una Pepe Carroll.
–María Jesús Montero podría ser maga: se/te enreda hablando y luego nos la cuela con los impuestos.
–Política y magia no casan bien. A los políticos se les ve el truco.
–Experto en manipulación, ¿trabaja en La Moncloa?
–No. Hice desaparecer el Sánchez de mi apellido...
–¿Algún truquito para que me suban el sueldo?
–Eso no estaría mal. Hay que creer en los milagros.
–Igual con esta entrevista...
–Lo mismo la magia lo acompaña.
–Mi sobrino de 15 años hace trucos de cartas y se le da bien, pero nos da una brasa, Jorge...
–Cuando empezamos y preguntamos si podemos hacer un truco, nos dicen que no y hacemos siete. Yo le daba la brasa a mi hermano. Entiendo a su sobrino.
–Niño prodigio antes del fenómeno Harry Potter. ¿Se ha planteado pedir derechos de autor por la saga?
–No estaría mal. Me gusta la magia ficcionada de Harry Potter y ha conseguido algo mágico: que los niños lean, lo cual es asombroso.
–Los magos tienen fama de frikis, ¿fue un niño rarito?
–Muy rarito. Llevaba la baraja a clase y no para jugar al mus. En octavo de EGB hice una actuación y pagué el viaje de fin de curso a Mallorca a todos los compañeros. El friki al final, como dicen ahora, rentó.
–Zapatero se quitó el Rodríguez, Feijóo prescinde del Núñez y usted omite el Sánchez. ¿Tienen mala prensa los apellidos comunes?
–Fuera de España no pronunciaban bien Sánchez, y Blas, mi segundo apellido, es fácil, le añadí otra S, mi padre quedó contento y no hubo crisis familiar. Lo malo son los chistes de Epi y Blas.
–Un conductor borracho casi lo deja como al gran René Lavand. ¡Poca broma con el alcohol al volante!
–Pude perder la mano derecha, igual que él. Estuve dos meses sin mover el pulgar, me operaron y me recuperé bien. René es maravilloso, con una sola mano tuvo una carrera estupenda.
–A propósito del premio en Hollywood, se acordó de su familia, de Tamariz y de Madrid. Parecía Ayuso...
–Al decir Madrid la gente aplaudió. No sólo en el tenis, en el fútbol… España también es top en la magia.
–¿La tecnología es aliada o peligro para el mago?
–Aliada, da facilidades al espectador que está atrás para ver mejor y ayuda a inventar trucos. Estamos trabajando con la IA. Me gusta estar a la última. Decía el divulgador Arthur C. Clarke que la tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia, y es así. Cuando no entendemos algo, tiene que ver mucho con la magia.
–¿Con qué truco sueña?
–La tecnología trata de lograr cosas increíbles y los magos jugamos a recrearlas, como la invisibilidad, la teletransportación, estar en dos sitios a la vez, multiplicar el dinero, que le suban a usted el sueldo... En Flipar hacemos invisibles a dos espectadores. Me llama pensar en sueños imposibles. Mi siguiente show será sin teatro, al aire libre, sin pagar entrada, y durará 24 horas...
–Voy a tener que ir a Flipar para que me haga invisible.
–Un ratito está muy bien; cuando eres invisible sólo se te ocurren travesuras, nada bueno, siempre fechorías.
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