"Aunque le pese a muchos, Antonio López es el último gran artista”

Antonio Barahona | Artista plástico

Antonio Barahona. / Juan Carlos Vázquez
Gonzalo Gragera

28 de noviembre 2023 - 06:00

Antonio Barahona (Sevilla, 1984) consigue precisar nombres y evocaciones a través del color. Su blanco o su verde –los colores de la Andalucía que tanto ha retratado- son aquí consustanciales a una sensación, a un recuerdo, al carácter de un paisaje o de una estampa. Es esa destreza, esa cualidad extraordinaria, reservada a unos pocos. El pintor acaba de recibir el Premio Marqueses de Méritos en la LXXII Exposición Internacional de Otoño de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. La obra “Recuerdo de Nicholson” ha sido la elegida por el jurado. La naturaleza como protagonista. Esa naturaleza que ha servido de inspiración a poetas renacentistas o a arquitectos del modernismo. Esa naturaleza que nos convoca al gozo, a la plenitud, a la reflexión o a la belleza. A esas cosas que importan.

-Me han comentado que para trabajar en su obra tiene un horario de oficina. Nada de inspiración ni pretensiones bohemias.

(Risas). No sé quién te habrá dicho eso. Tengo horario de oficinista pero no tanto por mi proceso creativo como por la aparición de la paternidad. Desde que soy padre me levanto por las mañanas, dejo al nene en la escuela infantil, pinto durante unas cuatro horas y después a tope con la paternidad.

-Hablando de la paternidad: ¿qué aprendió de su padre, el pintor Manuel Barahona?

Más que aprender algo en particular, como he aprendido de otros maestros, de mi padre aprendí a entender el mundo desde el arte. Es decir, descubrir que es posible vivir la vida desde esa óptica, desde lo artístico. Yo no he tenido ese momento de decirle a mi padre que quería ser artista y que ese comentario fuera un drama. Mi madre es pintora, mi hermano es músico y yo, pintor, soy el pequeño. En mi casa siempre ha habido críticos entrando y saliendo… y mi padre con su creación ha hecho exposiciones anuales, internacionales. Un mundo, el del arte, que me ha resultado de lo más natural. Yo pensaba, no sé, que todo el mundo pintaba.

-¿Cuál es el color para pintar a Andalucía?

La historia cultural diría que el verde, evidentemente. Pero me decanto por el blanco. Cuando el verde luce más, de hecho, es con un blanco luminoso de fondo.

-¿Paisajes o lugares andaluces para inspirarse?

Vejer de la Frontera.

-Sin duda, ¿no?

Sí. Vejer como la reina de un río enorme de los pueblos blancos. Castellar de la Frontera, también, con sus callejuelas minúsculas y su fortificación. O Ubrique. Poco masificada por el turismo.

"Andalucía es una tierra en la que históricamente se ha pintado mucho y muy bien"

-El costumbrismo en las artes suele etiquetarse como cosa menor. Sin demasiada importancia o sofisticación. No sé si ese criterio, más o menos generalizado, le ha perjudicado.

Por supuesto, claro. Así es. El costumbrismo, el naturalismo… son conceptos muy grandes. Habría que estudiar por qué se ha criticado o se ha machacado estos conceptos. Quizá al costumbrismo le pasa igual que a la copla, que llega el franquismo y se apropia de ciertos símbolos. Y es entonces, en este proceso de apropiación, cuando se critica esa costumbre, esa idea de España, esa Andalucía. Aunque en los últimos años se está revisando este enfoque. Porque la copla, al igual que el costumbrismo, es una expresión del pueblo.

Y sí: he sufrido esa etiqueta de pintor costumbrista. Imagina un chico joven pintando de una manera academicista o figurativa, y muy realista, e influenciado por Antonio López, que también tiene su crítica… No está de moda lo que estás contando ni cómo lo estás contando. En mis ya casi veinte años de carrera me ha salido caro pintar desde el costumbrismo. A veces no se cuenta conmigo porque no se me entiende como artista contemporáneo.

-En los últimos años está profundizando en otros caminos, además de Andalucía y sus paisajes.

Sí: hace unos años empecé a entender que mi idea de Andalucía era una construcción. Sin ir más lejos, la propia idea de cultura es algo bastante más frágil de lo que podemos pensar. Es algo que construimos nosotros día a día. Cuando comprendo que Andalucía es una idea construida me animo a contarla desde otra mirada. O incluso a dejarla aparcada en mi obra. Es entonces cuando me adentro en la idea de vegetación. Empiezo a tomar referentes del mundo contemporáneo. Y a entender que el artista es más interesante cuando no es un pintor de una voz, con un relato, sino cuando es una suma de creadores.

"Conocer a Antonio López, su filosofía, por qué pinta de tal manera… fue un choque importante. Antonio López es historia viva de la pintura universal"

-Yéndonos a un terreno menos poético y más material: ¿hay mercado en Andalucía?

Me gusta pensar que sí. No tanto como el que queremos ni tanto para cubrir la oferta que hay. Andalucía es una tierra en la que históricamente se ha pintado mucho y muy bien. Aquí es fácil tener referentes, relacionarte con artistas, pintar. En mi caso, no obstante, la galería que mejor me funciona está en Ámsterdam. La pasada semana inauguré una colectiva en Oslo. Luego, por Instagram tengo mis clientes. De toda la vida y otros que me van entrando.

-Uno de sus maestros: Antonio López. ¿Qué ha significado para su formación y para su pintura?

Conocer a Antonio López, su filosofía, por qué pinta de tal manera… fue un choque importante. Antonio López es historia viva de la pintura universal. Raro será que el día de mañana no tenga su sala en el Prado. Aunque le pese a muchos, es el último gran artista, tras Sorolla. ¿Qué aprendo de Antonio López? Él suele decir que uno tiene que pintar su vida. Es ese concepto de sinceridad. Esto no quiere decir que pintes realismo. Antonio López en muchas ocasiones nos pone como ejemplo a Bacon o a Giacometti. ¿Por qué Bacon es tan potente? Porque pinta con su verdad.

-Otro autor imprescindible para usted: Antonio Gala.

Sí. Yo fui de la novena promoción de la Fundación Antonio Gala. Fue el último año que él estuvo plenamente lúcido –año 2010-. Convivió muchísimos con nosotros. No era alguien que venía a firmar y se iba.

Antonio Gala es alta cultura. Llegó a lo más alto. No nos dio una lección concreta. Era más su manera de estar y de ser en el mundo. Aunque él siempre nos insistía en no seguir a las modas. Es un planteamiento similar al de Antonio López, pero con otras palabras.

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