“Los psicópatas encubiertos están cada vez más normalizados”
OMAR RUEDA | EDUCADOR SOCIAL, PSICOTERAPEUTA Y PSICÓLOGO ESPECIALISTA EN EL ABUSO NARCISISTA
Tras trabajar como educador social en prisiones y dedicarse a la infancia en riesgo de exclusión social, Omar Rueda Díaz (Barcelona, 1984) establece su propia consulta. Desde 2019 denuncia la distorsión, el abuso psicológico y la injusticia social. Acompaña actualmente a supervivientes de abuso psicológico y emocional. Con la editorial RBA publica el libro Los narcisistas que nos rodean. Psicópatas encubiertos.
–El psicópata, ¿nace o se hace?
–Es un componente biológico que también se ve predispuesto por el ambiente en el que se crece. Hay investigadores superfamosos que están investigando la psicopatía y descubren a los psicópatas por la imagen de su cerebro, pero lo han reconducido desde un lugar diferente por el ambiente en el que han crecido. Enfocan la no empatía, frialdad o maquiavelismo en otra dirección que no era para hacer daño. Y otros crecen en unas condiciones que utilizan para sacar esa parte maquiavélica.
–Las generaciones que crecieron en los 80 y 90, que tuvieron que adaptarse a un mundo en cambio, ¿cómo lo viven?
–No es tanto hacia la psicopatía, sino hacia el narcisismo como defensa ante el mundo. Es un momento donde hay niños que están más solos que nunca, criados bajo la mirada de un paradigma antiguo, pero ante unos cambios globales a mucha velocidad. Hay un perfil que se adapta favorablemente, pero otros, por lo que sea, se van sobreadaptando desde una mirada contradictoria. Está la parte narcisista, una sobreadaptación disfuncional de ese movimiento de abandono. Y hay una sobreadaptación más funcional, desde códigos propios, con mucha más empatía y una interpretación de la realidad más profunda.
–Todos los psicópatas son narcisistas, pero no todos los narcisistas son psicópatas. ¿Es así?
–Sí. El narcisista abusa para escapar de sí mismo como mecanismo de defensa y es consciente de lo que hace, pero justifica su conducta porque no empatiza, echa la culpa a los demás y entra en una manipulación. Hacerse responsable sería reconocer su vacío. Busca control porque tiene mucho miedo, un ego muy pequeñito, una autoestima muy rota. Al psicópata lo que le mueve es el poder, utilizarte para sus intereses ocultos y desecharte cuando estás destruido. Es muy consciente de lo que hace. Su maldad llega a los niveles de su inteligencia.
–En su libro titulado Los narcisistas que nos rodean pone como ejemplo de psicópata encubierto al villano de la película Saltburn (2023). Sin embargo, esto no es ficción.
–No hay que ir con miedo, pero existen y cada vez están más normalizados porque la sociedad es cada vez más deshumanizada, individualista. Son estafadores natos, miméticos, parasitarios, necesitan un huésped para poder sobrevivir.
–¿Cómo identificarlos?
–A un psicópata encubierto lo identificas cuando el daño ya está hecho. A un narcisista o a un psicópata clásico, si tienes psicoeducación los ves venir de lejos. Siempre es bueno fijarse en lo que hace la persona y no en lo que dice. O cómo te hace sentir esa incongruencia. Si te sientes confundido, agotado, algo culpable, con una autoestima más inestable, sientes que vas a dormir un poco más en alerta... son indicadores somáticos de que algo pasa. También delante de un no, la negativa no suele ser como la del narcisista, sino más sutil. El psicópata encubierto va a volver a testearme por si puede traspasar ese límite.
–La moda de la salud mental, ¿afecta al conocimiento de este asunto?
–Tiene mucha responsabilidad la psicología pop actual. Como el neoliberalismo se ha incrustado tanto en la salud mental y se está comercializando, todo es una gran confusión. En este caso, hacerse responsable es poder hacer responsable al otro del daño que estás viviendo, ponerle un nombre y hacerse cargo para salir de ahí, pedir ayuda o hacer lo que puedas en tu contexto inmediato. A veces, el trauma es tan grande que no es posible. Esta narrativa de que todo es tu responsabilidad hace mucho daño porque la persona sabe que tiene que salir, pero hay un control a todos los niveles y un vínculo traumático que lo impiden. El sistema quiere que vivamos en esa autoculpabilidad para no hacerse cargo de nuestros problemas.
–La hiperconectividad, ¿cómo influye en la existencia de estos perfiles?
–Hemos llegado al colapso colectivo en términos de moralidad. En las redes sociales se justifica lo injustificable, con conductas psicopáticas individuales y colectivas. Lo vemos en directo y lo normalizamos.
–Usted habla de “la inercia del silencio” en las víctimas de abuso. ¿Cómo derribar ese muro?
–Somos una sociedad traumatizada. El trauma pone en marcha estructuras disociativas como mirar hacia otro lugar, autoengañarse, negar el dolor como mecanismo de supervivencia. A nivel de activismo social, la mayoría de esas personas son ovejas negras que han tenido que reconocer su trauma de infancia, cómo se disocian, y tienen más capacidad de nombrar lo que es injusto.
–Putin, Netanyahu, Elon Musk o Trump, ¿narcisistas con poder absoluto o psicópatas de manual?
–A Putin lo veo más como psicópata encubierto. Trump, un narcisista grandioso, perverso, un niño pequeño consentido. Tengo muchas dudas de si con Musk hay una neurodivergencia con trastornos asociados. Y Netanyahu vive en una sociedad traumatizada y su estructura es psicopática.
También te puede interesar