"Como caudillo que soy, os debo una explicación"
FRANCO: 50 AÑOS, 50 HISTORIAS [48/50]
Berlanga empieza el rodaje de Esa pareja feliz en la primera huelga contra Franco. Estrena Bienvenido, Mr. Marshall cuando llega el embajador USA y rueda El verdugo coincidiendo con el fusilamiento de Grimau
El año de los cincuenta años de la muerte de Franco ha sido el de los más de cien años de vida de Berlanga, de la vigencia de su cine y su humor. Por la exposición Interior Berlanga (Cine, vida y humor) que organizó Caixaforum han pasado entre el 9 de julio y el 2 de noviembre de 2025 miles de personas. Luis García Berlanga (Valencia, 1921-Madrid, 2010) fue un experto en regatear las acechanzas de la censura, exhibió la bandera del humor en años dramáticos. Su carrera cinematográfica es como un palimpsesto del auge y caída de Francisco Franco, trasunto del vano emperador que se cuela en ese fetiche del imperio austrohúngaro que aparece en todas las películas del cineasta valenciano.
Este paralelismo entre los hitos del franquismo y la filmografía de Berlanga bebe fundamentalmente de la biografía con la que Miguel Ángel Villena (Valencia, 1956) ganó la trigésimo tercera edición del premio Comillas de Historia, Biografías y Memoria. La primera coincidencia aparece bien lejos. Berlanga fue uno de los cincuenta mil españoles que se enrolaron en la División Azul. Lo destinaron al frente de Novgorod, a 200 kilómetros de San Petersburgo (entonces Leningrado).
Una tropa al mando del general Agustín Muñoz Grandes cuyas andanzas relató uno de los divisionarios, Dionisio Ridruejo, en su libro Cuaderno de Rusia. En el frente soviético, un teniente le preguntó a Berlanga si conocía la película Raza. Dirigida por José Antonio Sáenz de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera, el guión era de Jaime Andrade, pseudónimo del propio Franco, una historia basada en su segunda novela. La primera se titula Marruecos, diario de una bandera y se conoció su identidad cuando Franco solicitó en 1964 su ingreso en la SGAE. Raza narraba las peripecias de José Churruca, descendiente del héroe de la batalla de Trafalgar. El reparto lo encabezaba Alfredo Mayo, que cuatro décadas más tarde, en 1981, formará parte de Patrimonio Nacional, segunda entrega de la trilogía que empezó con La escopeta nacional en la que el actor encarnaba a un ex oficial de aviación que había sido amante de la marquesa viuda de Leguineche (Mary Santpere). Sáenz de Heredia fue uno de los directores de cine junto a Edgar Neville, Pedro Lazaga y Mariano Ozores a los que Berlanga dedicó su Goya de Honor pare reconocer lo que habían hecho por la industria del cine y reprobar el desdén de los críticos a sus películas.
Esa pareja feliz la dirigen al alimón Berlanga y Juan Antonio Bardem. Empieza a rodarse en 1951, vigente la cartilla de racionamiento, el mismo día que Barcelona asiste a una huelga de tranvías, el primer conflicto laboral desde el final de la guerra. Raza es blanqueada diez años después: se atemperan las críticas a Estados Unidos y se suprimen las referencias a Falange y la masonería.
Dedicó su Goya de honor a Ozores, Edgar Neville y Sáenz de Heredia, el director de ‘Raza’
Esos nuevos tiempos de desbloqueo encuentran su reflejo en Bienvenido, Mister Marshall. El mismo día que un enorme cartel anunciaba la película en la Gran Vía madrileña, el primer embajador norteamericano tras el bloqueo, James Clement Dunn, se dirigía a El Pardo para presentar sus credenciales. Le pidió explicaciones a Franco y tuvieron que decirle que se trataba de una película. Cuando ésta acude al festival de Cannes, para promocionarla, la productora mandó imprimir billetes de dólar con las efigies de Lolita Sevilla, José Isbert y Manolo Morán. Berlanga fue detenido en la meca francesa del cine por falsificación de moneda.
En 1951 llega a Madrid desde Logroño el Ben Hecht español. Rafael Azcona viene apadrinado por Antonio Mingote y empieza a colaborar en La Codorniz, una revista fundada y dirigida por Álvaro de la Iglesia, que como Berlanga también estuvo en la División Azul. Se cierra el círculo de la estepa rusa. Director y guionista hacen una obra maestra. Plácido es el ejemplo perfecto de cómo burlar con inteligencia todos los resquicios de la censura. En 1962, Ingmar Bergman le privó del Óscar a la mejor película en habla no inglesa.
El éxito de la cinta le permitió participar en una coproducción italo-franco-española, cuatro cortos inspirados en fábula de La Fontaine. Berlanga y Azcona adaptaron La muerte y el leñador. Un fresco solanesco y brutal que llegó al mismísimo Consejo de Ministros. El marcaje de Berlanga a Franco se hace especialmente incómodo un año después. Cinco días antes de que el régimen fusilara a Julián Grimau (20 de abril de 1963), empiezan en Mallorca el rodaje de El verdugo. La película fue seleccionada para el Festival de Venecia y a su director le valió los epítetos de canalla y comunista por parte del embajador de España en Roma, Alfredo Sánchez Bella, que vio la película en una proyección privada. El alcalde de Villar del Río, José Isbert, era ahora el verdugo que le pasaba los trastos a su yerno, Nino Manfredi.
El verdugo lo tuvo cuatro años sin rodar hasta que firma un contrato con el productor gallego Cesáreo González, dueño de la firma Suevia Films. La boutique es la única película que rodó fuera de España, en Argentina, con una jovencísima Sonia Bruno, futura esposa de Pirri. El título se lo puso, según cuenta Villena, Marciano de la Fuente, que además de colaborador directo de Cesáreo González era el encargado de programar las películas que Franco veía en El Pardo.
La Escopeta Nacional es una parodia deudora del esperpento ambientada en 1969, cuando Franco quita en su Gobierno a los ministros falangistas y pone a los del Opus Dei. El macguffin, en la jerga de Hitchcock, fue un episodio real: el ministro Fraga Iribarne, en un alarde de torpeza, disparó un perdigonazo en el trasero de la hija de Franco, Carmencita Polo, esposa del marqués de Villaverde. Berlanga cambiaba el garrote por la escopeta de caza en una historia delirante. La trilogía no acabó en tetralogía porque nunca se rodó la cuarta, Viva Rusia.
“Plácido y El verdugo siguen pareciéndome las dos mejores películas que se han hecho en este país”, escribe Fernando Trueba con Diccionario de Cine. Este cineasta sí ganó el Oscar en Belle Epoque con Azcona de guionista. Berlanga rodó Todos a la cárcel, convencido, en palabras de su actor Antonio Resines, de que la cárcel había sustituido a las cacerías como lugar para hacer negocios. Su último trabajo fue un cortometraje titulado El sueño de la maestra en el que Franco se asoma al balcón para dirigirse a la multitud emulando al Pepe Isbert de Bienvenido, Mr. Marshall: “Como Caudillo vuestro que soy, os debo una explicación…”.
Berlanga no se casaba con nadie. Tuvo a José Luis López Vázquez de actor en Novio a la vista (1953) y en Vivan los novios (1959), discrepó de los que querían importar el neorrealismo, “era una fórmula que sólo valía para Italia” y caminó por una senda distinta de la de Bardem, aquella pareja feliz.
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