La vida dentro del parque de bomberos de Jaén: 24 horas junto al servicio de emergencias

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Jaén Hoy acompaña al cuerpo en un recorrido por la rutina, la tensión y la camaradería de quienes están siempre listos para responder

Una guardia de los bomberos de Jaén, en imágenes

Así es un día de trabajo de los bomberos de Jaén / Esther Garrido y Judit Laguna
Judit Laguna/Esther Garrido

Jaén, 16 de agosto 2025 - 06:01

Suena la alarma que marca el inicio de la jornada. Con una energía insólita para quien lleva ya 24 horas de trabajo continuo y del que sabe que le aguarda otra igual, el relevo en el parque de bomberos de Jaén se produce puntualmente a las ocho en punto. Unos recogen sus pertenencias y se disponen a regresar a casa, mientras que otros entran al parque con la ilusión intacta de un nuevo día por delante.

Nada más fichar, comienza la primera y quizá más crucial de las tareas: la revisión minuciosa de los equipos de los camiones. Como explica la cabo Susana Bermúdez a esta Redacción, velar por el buen estado de la maquinaria es una cuestión de vida o muerte: "En situaciones de emergencia no nos podemos permitir que una bomba falle o que un camión pierda agua".

Miembros del cuerpo de bomberos de Jaén observan el material de uno de sus camiones.
Miembros del cuerpo de bomberos de Jaén observan el material de uno de sus camiones. / Judit Laguna

Para agilizar la labor, cada miembro recibe la responsabilidad de un número concreto de vehículos, de forma que el control se complete con rapidez y pueda iniciarse la fase de prácticas. El cabo Juan Agüera detalla que los ejercicios varían según el día: "Ahora en verano, por ejemplo, cuando aprieta el calor, hacemos simulacros de rescate en la piscina".

Mientras las obligaciones se ponen en marcha, también se tejen y refuerzan los lazos entre compañeros. Y es que, si hay un mantra que se repite una y otra vez dentro del parque de bomberos no es otro que, una vez dentro, no hay cargos: solo una familia que se cuida mutuamente. Al llegar, hablan de quienes realizarán lo que se conoce como "comunidad", que no es otra cosa que ver quién participará en las labores cotidianas del hogar como hacer la compra o la comida.

Miembros del cuerpo de bomberos preparan el almuerzo.
Miembros del cuerpo de bomberos preparan el almuerzo. / Esther Garrido

Convivencia, un factor clave en la profesión

Cumplidas las obligaciones matinales, comienza el verdadero día a día y la labor que la mayoría de la ciudadanía desconoce. Largas horas de espera, sostenidas por la tensión de un aviso que puede irrumpir en cualquier momento y obligarles a salir disparados. Mientras tanto, cada bombero busca su refugio contra el aburrimiento donde puede.

A primera hora de la tarde, el parque de bomberos se sumerge en un completo silencio, casi sagrado. Como quienes trabajan de madrugada, saben que el descanso es su combustible más preciado, ya que necesitan tener energías suficientes para entregarlo todo. Es por ello que, cuando el tiempo lo permite, aprovechan su hora de la siesta, ese paréntesis breve que les devuelve las fuerzas.

Las agujas del reloj siguen su curso y, con el cuerpo ya en plena actividad, el tiempo se estira lo suficiente como para acoger de todo, incluso la celebración improvisada de algún cumpleaños, con su tarta y su coro de risas. Son esos instantes de camaradería los que suavizan la espera y fortalecen el espíritu del grupo. Y, como no puede ser de otra manera, no faltan las partidas al futbolín, donde cada gol se celebra como una hazaña y el golpeteo de la bola se convierte en la banda sonora alegre de la tarde.

Un día junto a los bomberos de Jaén
Un día junto a los bomberos de Jaén / Esther Garrido

El deporte es parte inseparable de la jornada. En el parque, el gimnasio se convierte en un lugar de disciplina y cuidado, donde las pesas, las cintas y los ejercicios funcionales sirven para mantener la fuerza y la resistencia necesarias. No se trata de exprimir el cuerpo hasta el límite, sino de afinarlo como una herramienta que debe estar lista en cualquier momento. "Un entrenamiento demasiado intenso podría pasar factura si, a mitad de una serie de flexiones o en plena carrera, suena la alarma", explica Agüera. Por eso, cada sesión se mide con precisión, buscando el equilibrio entre mantenerse en forma y guardar la energía justa para salir, sin titubeos, al próximo rescate.

Un aviso, una carrera contra el reloj

El primer aviso de la tarde llegó justo cuando gran parte del cuerpo disfrutaba de la ducha. En la sala de comunicaciones siempre hay alguien alerta, atento al más mínimo pitido o señal. Fue allí donde se detectó la alarma, y, en cuestión de segundos, la rutina cambió por completo: las toallas quedaron atrás y los bomberos comenzaron a vestirse a toda prisa. En apenas unos minutos, el equipo estaba preparado y de camino a toda velocidad hacia la calle La Luna, donde la rama de un árbol había caído sobre un vehículo.

Un día junto a los bomberos de Jaén
Un día junto a los bomberos de Jaén / Esther Garrido

Al llegar, el coche ya no estaba allí, pero la rama seguía obstaculizando el paso. Con rapidez y profesionalidad, los bomberos desplegaron la motosierra, cortando cuidadosamente la madera y retirándola de la vía para garantizar la seguridad de peatones y vehículos.

Una vez completado el servicio, regresaron al parque, donde el aroma de la cena ya los esperaba. Tras la adrenalina del aviso y el trabajo en la vía, el momento de sentarse a la mesa se convirtió en un instante de descanso en el que compartieron anécdotas e incluso bromeaban con el postre, todo ello mientras recargaban energías para lo que pudiera llegar a continuación.

Y así fue como, con el uniforme equipado y durmiendo sobre una cama que ni siquiera había sido deshecha, la sirena volvió a resonar en torno a la una de la madrugada. Por la megafonía se convocaba al equipo que debía subir al camión, esta vez con prisa, rumbo a Pegalajar, un municipio inmerso en sus fiestas.

Un día junto a los bomberos de Jaén
Un día junto a los bomberos de Jaén / Esther Garrido

Al llegar, los bomberos se encontraron con una palmera en llamas en el entorno de La Charca. Con determinación y coordinación, lograron apagarla por completo, recibiendo a cambio vítores y aplausos que hacían olvidar, por un instante, el cansancio acumulado.

De regreso al parque, el descanso fue breve y ligero. Apenas una hora después, la alarma volvía a ponerlos en pie. El nuevo aviso señalaba un incendio de pasto en el entorno de La Salobreja, pero al llegar, la sorpresa se hizo presente: las llamas no correspondían a campo abierto, sino que abrazaban un contenedor junto a un depósito de aceite usado.

Equipados con máscaras, no se limitaron a apagar el fuego, sino que ayudaron a los compañeros de Policía Local a limpiar la zona, ya que el plástico había quedado adherido al asfalto.

Un día junto a los bomberos de Jaén
Un día junto a los bomberos de Jaén / Esther Garrido

Tras ocuparse del contenedor, el cuerpo recibió la confirmación del aviso inicial: un pequeño incendio de pasto que requería su atención a unos escasos metros. Era mucho más leve que el anterior, y con precisión apagaron las brasas para evitar su propagación.

Con la tarea finalizada, regresaron a sus camas, donde tan solo el sonido del agua de alguna ducha se adueñaba del parque. Uniformes colgados, botas manchadas de hollín y el equipo apilado recordaban la intensidad de la noche. Por fin pudieron cerrar los ojos y entregarse a un sueño reparador, consciente de que la calma tras la tormenta era siempre breve.

Alrededor de las siete de la mañana, el aroma del café recién hecho comenzó a invadir el parque. Un vapor caliente y el olor profundo despertaban los sentidos con suavidad y despejaban el cansancio. Era el momento del relevo, del cambio de turno, y cada taza servía para reconectar con la rutina antes de que la ciudad despertase por completo.

En esos instantes, con pertenencias entre manos acompañadas por el sueño, los bomberos se preparaban para ceder el testigo al siguiente equipo, listos para que la ciudad siempre tenga a alguien alerta para cualquier emergencia.

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