Aldeaquemada y Jaén, grandes santuarios del arte rupestres en España: "Es una concentración digna de destacar"
Los catálogos locales y las prospecciones recientes elevan el número de abrigos a cerca de 200 repartidos por la zona norte, Sierra Sur, capital y Segura
La provincia de Jaén atesora uno de los paisajes rupestres más densos, variados y mejor conservados de Europa. En 1998, la UNESCO declaró el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica (ARAMPI) Patrimonio Mundial, y numerosos enclaves jiennenses forman parte de este reconocimiento internacional. Según el inventario del Ministerio de Cultura, 69 conjuntos andaluces se integran en esta declaración, sin embargo, la realidad arqueológica de Jaén es aún más amplia, los catálogos locales y las prospecciones recientes elevan el número de abrigos a varios centenares, una cifra que sigue creciendo conforme avanza la investigación.
Este arte es la principal prueba de donde se asentaban nuestros antepasados más primigenios, en general se trata de pinturas rupestres levantinas y esquemáticas que se encuentran en abrigos poco profundos y en paredes verticales, que en la mayoría de los casos son figuras de perfiles simples y tintas planas. Esta riqueza abara desde el Paleolítico Superior hasta la Edad del Cobre.
La geología de la provincia ha favorecido esta concentración. La caliza y las cuarcitas han propiciado la existencia de numerosos abrigos y oquedades que sirvieron de cobijo para las poblaciones prehistóricas, como hábitat y como lugar de representación artística.
Una concentración única de arte
El término municipal de Jaén capital es el territorio que más aguarda este rico patrimonio que cuenta Prehistoria de Jaén de hace miles de años, con 98 abrigos documentados, lo que lo convierte en el mayor núcleo de arte rupestre de toda la provincia, según recoge el inventario de Jaén Escondido. Muchos se localizan en las inmediaciones de la ciudad, en áreas como Cerro de La Llana, La Mella, Fuente Peña Sur, La Imora o Peña de La Salada, donde predominan figuras esquemáticas y motivos simbólicos. Otro enclave fundamental es Otíñar, un espacio histórico con una concentración excepcional. Allí aparecen abrigos como El Frontón, La Cantera o La Tinaja, además de conjuntos en Canjorro-Peñas de Castro, el entorno de Quiebrajano y la zona de Río Frío. La topografía abrupta, la presencia de cavidades naturales y la larga ocupación humana explican esta densidad tan singular.
Dentro del área de Otíñar, uno de los enclaves más singulares es el Barranco de la Tinaja, cuyo conjunto rupestre destaca por la presencia de algunos de los pocos petroglifos conocidos en toda la zona. Aunque en Otíñar existen cazoletas grabadas en cuevas como Los Herreros o La Cantera, es en la Tinaja donde aparece un repertorio más complejo de grabados, entre ellos círculos concéntricos y otros motivos geométricos que también se repiten en estaciones próximas, como los abrigos III y IV del conjunto. La técnica empleada, un grabado profundo y cuidado en la roca y la originalidad de los motivos sitúan a este enclave como una rareza dentro del contexto rupestre de la Alta Andalucía, aportando una dimensión simbólica aún poco frecuente en la región y abriendo nuevas líneas de interpretación sobre la diversidad cultural de las comunidades prehistóricas que ocuparon estas sierras.
El investigador y doctor, Miguel Soria ha dedicado más de cuatro décadas a su estudio junto con Manuel López Payer y con Domingo Zorrilla Lumbreras. Actualmente, han catalogado 150 yacimientos publicados y sumando los descubrimientos recientes, entre 20 y 30 yacimientos inéditos, Jaén alcanza cerca de 200 abrigos. Según Soria, muy pocas provincias de España tienen tal cantidad y densidad de yacimientos.
En el término de Jaén, Los Cañones albergan hasta 70 yacimientos. “Una cifra muy alta y una concentración digna de destacar si la comparamos con otras zonas de España", destaca Soria. Respecto a los estilos artísticos, en Jaén es principalmente esquemático, y representan conceptos más que formas. "Por ejemplo, un antropomorfo se dibuja con una línea recta y los arcos de brazos y piernas; un animal, con un trazo horizontal y sus patas verticales. Son signos simples, pero transmiten conceptos ligados a la religiosidad y la vida cotidiana”, explica el investigador.
Entre los motivos destacan ídolos oculados, soles, puntos y barras. Los abrigos podían servir de señal territorial, marcando recursos y ocupación de un territorio. “Cuando un grupo humano pintaba en un abrigo, estaba tomando posesión de aquel territorio del cual obtenía los recursos para sobrevivir. Los abrigos servían de elemento de identidad del grupo y de referencia para futuras generaciones”, apunta Soria. Eran lugares de concentración, para festejos, intercambio de productos, ceremonias matrimoniales o intercambio de ganado. Los pequeños trazos señalaban posesión del territorio; los abrigos principales eran para reuniones periódicas de grupos humanos
Aldeaquemada y Patrimonio la UNESCO
El segundo gran epicentro del arte rupestre jiennense es Aldeaquemada, con uno 46 abrigos, muchos de ellos incluidos en rutas y señalizaciones oficiales, de todos ellos 19 son Patrimonio de la Humanidad, declarados por la UNESCO. En lugares como el Arroyo de Martín Pérez, el Barranco de la Cueva, el Barranco de la Hoz, la Cueva de los Arcos o Poyo Medio Cimbarra sobreviven escenas levantinas con ciervos, cabras montesas, arqueros y figuras humanas dinámicas, pintadas en tonos ocres y rojizos. El interés de estos conjuntos ha impulsado la creación de un Centro de Interpretación de Arte Rupestre, promovido por la Junta de Andalucía, que facilita su estudio y divulgación.
Una de las personas que más conocen el arte rupestre de su municipio es el experto en pinturas rupestres y guía Ángel, Alcaide, su día a día lo pasa entre estas pinturas como sus antepasados. “La orografía y la geología tienen mucha importancia porque una de las bases donde pintan es la cuarcita, que es la roca principal de esta zona”, cuenta. Además, subraya la importancia de su ubicación estratégica: “Está a caballo entre la Vega de Castilla la Mancha y la Vega de Andalucía. Entonces, todas las estribaciones de Sierra Morena son importantes”.
Aldeaquemada representa la última estación de arte levantino
El arte rupestre de Aldeaquemada incluye desde representaciones esquemáticas, más abstractas y conceptuales, hasta figuras levantinas, más naturalistas, que representan ciervos, cabras, escenas de caza, cosechas y bailes. “La mayoría de los abrigos de arte rupestre en la zona de Aldeaquemada es esquemático. Pero hay tres abrigos muy interesantes: Tabla de Pochico, Prado de la Azogue y una cabra que hay en Garganta de la Hoz, que se considera arte levantino”, explica Ángel. Las pinturas datan aproximadamente del Neolítico, entre 4.000 y 8.000 años a.C., apunta Ángel, quien también señala que Aldeaquemada representa “de las últimas estaciones de arte levantino”.
En cuanto a la protección y conservación, Aldeaquemada destaca por su accesibilidad y estado de conservación. “Lo bueno que tiene Aldeaquemada es que son una de las pinturas más fáciles de acceder… la mayoría de ellas están en montes públicos, por lo cual el acceso es relativamente fácil”. Algunos abrigos, como Tabla de Pochico, cuentan con “un cerramiento de nueva generación… se puso una valla” tras ser declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Otras zonas con arte rupestre
Otro de los municipios destacados es Santiago-Pontones, con 30 abrigos, entre ellos los célebres paneles de Engarbo I y II, declarados por la UNESCO como Patrimonio Mundial. Sus escenas de caza, de gran dinamismo, son un referente para comprender la iconografía levantina del arco mediterráneo. En Santa Elena, con 30 conjuntos, la proximidad del corredor natural de Despeñaperros ha favorecido la conservación de abrigos que combinan trazos esquemáticos y figuras naturalistas.
En Quesada, con 28 abrigos, destacan lugares como la Cueva del Encajero, donde confluyen estilos levantinos y esquemáticos junto a petroglifos. Esta diversidad demuestra la larga cronología del arte prehistórico en la zona, abarcando desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce, tal como han demostrado estudios científicos recientes sobre pigmentos y técnicas pictóricas.
Junto a estos principales núcleos, la provincia presenta una distribución notablemente amplia. Municipios como Albanchez de Mágina (11), Torredelcampo (9), Santisteban del Puerto (8), Jódar (7), La Carolina (7), Baños de la Encina (6), Jamilena (6), Jimena (6), Segura de la Sierra (6), Fuensanta de Martos (5), Pegalajar (5), Torres (5), La Guardia (4), Alcaudete (3), Bedmar-Garcíez (3), Noalejo (3), Chiclana de Segura (2), Los Villares (2), Mancha Real (2) y Pozo Alcón (1) completan un mapa sorprendentemente rico. En muchos de ellos predominan motivos esquemáticos: figuras humanas muy estilizadas, trazos lineales, zigzags, barras y signos indeterminados, interpretados por la investigación como posibles marcadores rituales o simbólicos.
Este patrimonio, sin embargo, enfrenta amenazas. La meteorización natural, las filtraciones, el crecimiento biológico y la acción humana ponen en riesgo numerosos paneles. Por ello, la Junta de Andalucía ha activado en 2025 un Plan de Gestión del Arte Rupestre Patrimonio Mundial, centrado en conservación, digitalización, control del impacto humano y accesibilidad responsable.
El documento tiene como propósito preservar y promover el valor cultural y natural de estos sitios, asegurando una gestión eficiente y armoniosa que respete su importancia universal. Asimismo, busca consolidar la protección y puesta en valor del patrimonio rupestre, promoviendo su conservación futura y su integración en la sociedad, en colaboración con diferentes administraciones y entidades públicas y privadas.
Su desarrollo se basa en principios metodológicos alineados con la legislación autonómica, las directrices de la propia UNESCO y las recomendaciones internacionales, como la Carta de Alicante de ICOMOS de 2023, que expresa la relación entre el arte rupestre y su paisaje.
Sobre la divulgación y puesta en valor, Soria insiste en la educación y visitas guiadas: “No somos propietarios de estos yacimientos, ni tampoco los descubridores. La sociedad futura es la propietaria y debemos hacer llegar este legado en las mejores condiciones posibles de conservación y divulgación. La mejor forma de proteger es reconocer y concienciar de que tenemos un patrimonio que hay que conservar para futuras generaciones”.
El arte rupestre en Jaén representa un legado cultural e histórico de enorme valor. Desde los abrigos del núcleo sur hasta los levantinos declarados Patrimonio de la Humanidad, estas pinturas muestran la vida, creencias y territorios de poblaciones que habitaron la provincia hace miles de años. “Este patrimonio no se concentra solo en un sitio, sino que se reparte por pueblos muchas veces olvidados. Es un bien cultural cuya conservación nos corresponde a todos”, concluye Soria.
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