Angie Barreto, de sufrir bullying a ser miss España: “Me decían que mi cara era una mierda”
Sociedad
Hace apenas un año todavía sufría las vejaciones de sus compañeros y en noviembre representará al país en un concurso de belleza internacional en Colombia
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El acoso escolar es una lacra a eliminar de nuestra sociedad. Un cáncer, muchas veces oculto en el sistema educativo, que marca a las personas de por vida y ante el que todos los esfuerzos institucionales hechos hasta el momento se muestran insuficientes. Exige mucha valentía, a una edad que no les corresponde, a unas víctimas que, además, suelen sufrir el miedo a las represalias si buscan ayuda y la vergüenza de contar lo que les está sucediendo. Por suerte, hay ejemplos de quienes se recomponen tras el daño.
Angie Barreto Hervás es una adolescente jiennense que a sus 16 años y desde la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga, donde ha empezado su formación para convertirse en actriz, decide contar a los lectores de Jaén Hoy el calvario que sufrió desde prácticamente su niñez. Su madre, Ester, cuenta que desde pequeña ya sabían que era “diferente”. “Le gustaba el arte, el baile… En la guardería nos decían que era muy independiente, pero no le echamos muchas cuentas y, ya en el colegio, viendo que sacaba muy buenas notas y que en dos meses aprendió a leer, insistimos para que le hicieran algunos test y vieron que tenía altas capacidades de talento complejo”, cuenta su madre sobre la vocación innata de esta chica por el mundo del arte.
Lo que no sabía por entonces es que cada vez que Angie iba al colegio se enfrentaba a las burlas y vejaciones por parte de un grupo de compañeros que le llegaron a quitar las ganas de vivir. “Lo peor empezó en mi décimo cumpleaños que, para mí, fue el último que tuve. Me decían que era un mono, que no servía para nada, que mi cara era una mierda… Estábamos en sexto de primaria y cuando me dijeron que tenía altas capacidades se agravó todo. Tenía un grupo de amigas que me dejaron sola y aislada. Después de la cuarentena parecía que se había calmado, que se habían olvidado, pero en segundo de la ESO llegó una chica al instituto, me llevaba muy bien con ella, pero se hizo amiga del chico que más se metía conmigo y la cosa fue a peor”, relata Angie, con la voz entrecortada a tramos, sobre lo que tuvo que soportar siendo una niña.
Su madre aclara lo grave que llegó a ser la situación: “Limpiando su habitación encontré una libreta en la que ella escribía, como si fuera un diario, y había puesto que no se sentía bien, que se quería morir y que no quería vivir más”. “Cogí la libreta y tuve una reunión con la psicóloga del centro. Todo había empezado cuando tenía ocho años y llegó a ir la Policía al colegio. Se activó el protocolo, pero cuando había que ir a juicio nos dijeron que eran menores y que sólo podíamos demandar los daños. No seguimos adelante porque no queríamos hacerla sufrir más. No había día que no volviese a casa envuelta en lágrimas”, apunta Ester.
Agresiones físicas
Las vejaciones no fueron sólo verbales. Angie cuenta cómo dos compañeros la agredieron en plena clase: “Decían que era un juego y cada vez que el profesor se daba la vuelta me pegaban pellizcos en el cuello y en la espalda y me hacían moratones”. “Yo les decía que pararan, que me dejaran tranquila, que me estaba doliendo, pero no me hacían caso. Le tuve que pedir a una niña que me acompañase al baño porque estaba muy nerviosa, el profesor no se dio cuenta de nada. Después la cosa quedó ahí, como si nada, pero los dos cursos siguientes me dejaron marginada”,
Narra entre lágrimas cómo se perdió gran parte de su graduación de la ESO por comentarios que le hicieron llorar y estropear su maquillaje, siempre los insultos vinculados a su aspecto físico. Uno que, muy lejos de poder ser calificado como lo hacían estos menores sin corazón, ahora ha sido destacado en un certamen de belleza nacional del que ha resultado ganadora. Angie ha sido reconocida hace apenas diez días como Miss Teen Charm y va a presentar a España en el certamen internacional de esta categoría que tendrá lugar el próximo mes de noviembre en Colombia.
“Yo había participado en un concurso de modelos y me había gustado mucho, pero por el coronavirus no pude seguir. Una vez vi un casting y se lo dije a mi madre. Hicimos una videollamada y me aceptaron y yo cuando me propongo algo me lo tomo muy en serio”, explica Angie y no sin razón.
En el primer certamen en el que participó quedó virreina y meses después consiguió la ansiada corona y se proclamó Miss Teen Charm 2025 a nivel nacional, después de varios desfiles, una entrevista personal, ensayos y una gala con un jurado atento a cada uno de sus movimientos y sus respuestas. Y todo ello con el sacrificio personal de una familia en la que las carreras en las que participa Ester tuvieron que limitarse y en la que Angie tuvo que compaginar sus estudios con los ensayos para una de sus pasiones.
Maneja los nervios como puede, actuando para hacer que no se le noten en momentos decisivos y fue tal el alboroto cuando la proclamaron ganadora que tuvo que ser una compañera la que le avisase de que tenía que acudir al escenario a recoger su merecida corona. Pero la mejor noticia es que en aquel momento no pasó ni siquiera por su cabeza (por la de su madre sí) todo su pasado cargado de insultos y de ofensas a su aspecto físico. El mismo que ahora ha sido premiado y con el que representará a España en el certamen internacional de Colombia, aunque reconoce que las secuelas de todo lo que vivió en su colegio siguen presentes.
“Me cuesta hacer amigos porque no confío en nadie. Pienso que me van a hacer lo mismo. Estoy en un sitio nuevo y no sé cómo defenderme y, aunque me ha venido muy bien porque estoy aprendiendo mucho y conociendo a muchas personas, también estoy lejos de mi familia”, aclara sobre su situación actual. Y no se despide sin mandar un mensaje a todos aquellos jóvenes o adolescentes que están atravesando una situación parecida a la que ella vivió: “Les pido que persigan sus sueños y que aunque haya gente que te diga cosas feas hay que buscar gente que te apoye y no dejarse llevar por nadie porque cada uno tiene su esencia y se consigue a partir de ahí”.
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