Un drama sin palabras

El Parque de la Concordia de Jaén.
El Parque de la Concordia de Jaén.

No hay artículo o crónica política escrita que merezca la pena publicarse hoy. Lo mejor es apiñarla con los miles de palabras que con rigor deberían tirarse cada día a la papelera. Más ruido del que necesitamos. No habrá consuelo para las familias de dos niñas a las que el mundo se les hizo demasiado cuesta arriba, quedarán otra vez un montón de preguntas y la certeza de que su dolor era tan intenso que les nubló todos esos otros momentos que algún día merecieron la pena. El frío de madrugada de este sábado era, es un decir, el mismo que acompañaba a las dos amigas desde hacía demasiado tiempo, larvado, silencioso y paralizante.

Es nuestra quebradiza salud mental proyectada a quienes menos recursos vitales tienen para defenderse. Un mal común que requeriría de muchos más esfuerzos colectivos, porque está tristemente cuantificado y se lleva por delante muchas vidas al cabo del año. Estadísticas de una tragedia silente, de un esfuerzo de querer y no poder, de batallar casi en solitario... Pero, comparativamente, qué poco esfuerzo público para intentar ganarle la partida a esta hidra con tantas cabezas.

Un enemigo que en la niñez y en la adolescencia se disfraza hoy con muchos nombres: ciberadicción, ciberacoso o acoso escolar de manual y que lleva aparejados trastornos del comportamiento. Los temidos problemas de autoestima, la percepción de que todo lo que les rodea es hostil y que acaba por lastrar y condicionar tanto sus relaciones sociales como familiares.

Este dolor seco es compartido con amigos, compañeros de aulas y profesores del IES San Juan Bosco que tampoco encuentran las malditas palabras para buscar algo de consuelo o calor ante la desgracia. Una tragedia cercana a la que le falta poner apellidos, en forma de explicación que nos resulte coherente, para empaquetar el dolor y así pretender entender, como si fuera posible, qué llevó a dos chicas de 15 y 16 años a despedirse juntas, de la mano.

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