'El habla de la montaña', un léxico prerromano en las sierras de Jaén, Albacete y Murcia
HISTORIA
Un estudio desvela la existencia de léxico prerromano, enraizado con culturas celtas e ibéricas, mantenido en recónditos lugares de las sierras de Segura y Cazorla
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Jaén/Una investigación ha desvelado la existencia de fondos lingüísticos prerromanos, enraizados en las culturas celtas e ibéricas, en los territorios más recónditos de las sierras de Segura y Cazorla, en Jaén, de Yeste y otros municipios de Albacete, así como de Murcia.
Así se expone en el libro ‘El habla de la montaña’, que refleja toda una vida dedicada al estudio de la etnolingüística de la Sierra de Segura y sus zonas limítrofes a cargo del investigador jiennense, ya desaparecido, Faustino Idáñez Aguilar (1936-2023).
A lo largo de sus más de 400 páginas se recoge el fruto de miles de horas de entrevistas, lectura, reflexiones y anotaciones de términos y vocablos relacionados con la condición humana y la forma de entender la vida de los hombres y mujeres que habitaron este amplio espacio geográfico que se localiza en las actuales provincias de Jaén, Albacete y Murcia.
“El estudio confirma la radical distinción entre una Andalucía atlántica y otra mediterránea, y la existencia de un espacio lingüístico singular integrado por las subáreas jiennenses, albaceteñas, granadinas, almerienses y murcianas que lo componen”, se expone en las conclusiones de este libro editado por la Diputación de Jaén.
Sostiene el investigador jiennense, que era doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, que en el orden lingüístico hay que referirse a la existencia en la zona examinada de "una comunidad de hablantes portadores de un bagaje léxico de gran antigüedad, caracterizado por la fidelidad a las raíces más añejas de la lengua que ha mantenido hasta tiempos muy recientes, permitiendo rastrear la persistencia en algunos casos de fondos lingüísticos prerromanos enraizados en las culturas celtas e ibérica".
La peculiar ubicación geográfica de estos pueblos montañosos explicaría, a juicio de Idáñez, la existencia de voces de antiguo origen anteriores a la llegada del latín que la toponimia ha dejado marcadas en lugares, parajes, accidentes del terreno u objetos varios dentro del dominio prebético, como un espolón intermedio situado entre las áreas andaluza y levantina del idioma.
Un componente mozárabe significativo se evidencia también en el lenguaje, que pone de relieve la permanencia de un sustrato lingüístico preislámico que se incorpora en ocasiones al árabe aportado por los nuevos pobladores llegados en el siglo VIII, perviviendo en boca de la población de nuestros días.
De igual forma se concluye que el largo contacto de los cristianos asentados en el territorio con la población islámica del reino de Granada hasta fines del siglo XV “ha dejado también un poso léxico evidenciado en la presencia en el habla popular de algunas voces góticas y prearabismos”.
Por su proximidad a la parte de territorio conquistado por el reino de Aragón en la zona levantina, se registra también la entrada de buen número de voces aragonesas y de vocablos de ascendencia catalana, así como gran cantidad de murcianismos de transición que impregnan el habla de esta región española.
En cuanto al lenguaje castellano que llega a la zona a lo largo del siglo XIII con su conquista y repoblación, “se aprecia una extraordinaria autenticidad del léxico popular actual con los orígenes del castellano medieval y el uso de las voces con los mismos valores con que se utilizaban en los comienzos del idioma, que unos hablantes dispersos y enriscados en sus aldeas y montes han empleado hasta hace unas décadas como lengua propia”, apunta el autor del libro.
Destaca también la gran cantidad de voces naturales de creación popular y onomatopéyicas usadas por los hablantes de estas sierras, algunas de las cuales son creadas ex novo por la población como inorio, incirricutible, amplón, bierco, arambol, merro, gabán y otras muchas.
Faustino Idáñez fue también autor del ‘Vocabulario del nordeste andaluz’, publicado en 2003 y donde se registran los núcleos diseminados de cada municipio en sus correspondientes mapas y la datación espacial precisa de las formas léxicas dentro de las poblaciones de los respectivos términos municipales.
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