El Encinarejo renace tras el incendio: “El 80% de las encinas están vivas y los bisontes han recolonizado la zona”

Aniversario

Gamos, ciervos, bisontes y linces conviven a día de hoy en la zona afectada por las llamas de la Sierra de Andújar donde la hierba ha vuelto a nacer

La fiscalía mantiene abierta la investigación del incendio en la Sierra de Andújar de 2024

Bisonte y cría en una charca en la finca de El Encinarejo tras el incendio
Bisonte y cría en una charca en la finca de El Encinarejo tras el incendio / Cedida a Jaén Hoy.

Se cumple un año desde que ocurrió el cuarto incendio más grave de Andalucía en Jaén de 2024. A primera hora de la tarde, las llamas comenzaron a dibujar en el horizonte de la Sierra de Andújar, en el paraje de El Encinarejo, una cicatriz que se prolongaría durante nueve días. Nueve jornadas de trabajo a contrarreloj, días de desasosiego con desalojos y un gran despliegue humano y técnico. Intervinieron más de 560 profesionales del Plan Infoca, 131 vehículos, 11 helicópteros, 11 aviones en un fuego veloz por la gran cantidad de matorral.

Cuando, el día 27, las llamas fueron finalmente sofocadas, el balance fue de 797 hectáreas arrasadas, de las que más de 530 correspondían a superficie forestal, 256 de pasto y el resto agrícolas. Las llamas, alimentadas por el viento y la sequedad por las altas temperaturas, obligaron a evacuar entre 400 y 500 personas. Sin embargo, un año después, el relato de esta sierra es distinto y las lluvias han ayudado a que la naturaleza vuelva poco a poco a brotar y recupere su esplendor con muchos de los animales que antes la habitaban, conviviendo.

Precisamente, es en esta zona quemada donde habita una especie que se reintrodujo en Jaén en 2020 y que ha sido otro elemento importante en la recuperación de la zona. Uno de los responsables del Centro de Conservación del Bisonte Europeo en España, Fernando Morán, recuerda a Jaén Hoy como se vivió: “El incendio fue rápido, casi voló. Eso fue lo que salvó a gran parte del monte. Había poca masa de combustible y, al no arder hasta el subsuelo, la mayoría de las encinas brotaron otra vez”.

La finca donde habitan los bisontes, 22 ejemplares en total, fue una de las afectadas. Sin embargo, la devastación no fue total. “Los pinares piñoneros sí ardieron hasta la base, porque su resina los hace arder enteros. Pero yo calculo que un 80% de las encinas sobrevivieron y regeneraron en primavera”, explica.

Ha sido también gracias a las abundantes lluvias que han empapado la tierra las que han hecho casi todo el trabajo para que la vida apareciera de nuevo en esta zona del Parque Natural de Andújar. “Nunca había visto tanta agua. Los carriles eran intransitables, los vehículos se quedaban atascados. Eso favoreció muchísimo la regeneración”, expresa Morán. Aunque en un primer momento, el daño en la fauna fue muy importante según un informe de SEO/BirdLife. El fuego afectó territorios de águila imperial ibérica, especie endémica y en peligro de extinción, así como zonas de nidificación de águila real. También quemó parte del área de campeo del buitre negro, cuya única colonia reproductora en Jaén se encuentra en esta sierra.

Más allá de las rapaces, se vieron afectados reptiles y anfibios como el lagarto ocelado o la víbora hocicuda, ambos con estatus de amenaza. Y el descenso del conejo de monte, presa básica para el lince y las rapaces, preocupó a los conservacionistas. El fuego alcanzó incluso una finca de olivar en proceso de certificación como Olivares Vivos, donde se habían censado 28 especies de aves, entre ellas el pico picapinos y el herrerillo capuchino.

El papel de los bisontes

En medio de aquel paisaje quemado, los bisontes se convirtieron en esenciales para la recuperación. “Ninguno murió. Al contrario, nacieron crías. El año pasado fueron tres y este año ya llevamos otra, con más partos esperados entre agosto y septiembre”, cuenta Morán. Lejos de necesitar suplementación, los animales encontraron alimento gracias a las lluvias. “Ellos mismos fueron los que recolonizaron la zona quemada. Al alimentarse del matorral, evitan que se acumule combustible vegetal. Además, abonan con su estiércol y pisan el suelo, lo que facilita la regeneración de hierba”, explica.

La interacción con otras especies fue inmediata. “Al principio se juntaron más con ciervos y gamos porque tenían solo media finca disponible. Luego, cuando todo reverdeció, volvieron a expandirse. Lo que hemos visto es que la fauna grande recoloniza en nada. En cambio, reptiles, anfibios, insectos… tardarán cuatro o cinco años en volver a estabilizarse”, cuenta Morán.

Los linces, uno de los grandes símbolos de Sierra Morena, tampoco abandonaron el territorio. El censo de ocho linces se mantiene e incluso los que criaban en un valle que ardió entero se quedaron allí, readaptándose al espacio. A partir de febrero y marzo, el paisaje cambió. “Parecía que no hubiera habido incendio. Todo estaba verde. Solo los esqueletos de los pinos recordaban lo ocurrido. El suelo estaba cubierto de hierba y las encinas volvían a brotar”, relata Morán.

La respuesta institucional

La Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía defiende que la recuperación de la Sierra se aborda con criterios científicos: primero, observar la respuesta natural, y solo después intervenir con reforestaciones si fuese necesario.

En este tiempo, se han desarrollado diversas actuaciones públicas: un proyecto de mejora de caminos tras desastres naturales, con obras en el acceso a la Casa de Zumacares y tramos de Valquemado; trabajos en vías pecuarias, con la construcción de un vado en el cordel de Fuencaliente; mantenimiento de los aprovechamientos forestales anuales, que demuestran la viabilidad del espacio. Continuidad del proyecto europeo Life LynxConnect, fundamental para el lince ibérico.

En cuanto a las fincas privadas, la Junta ha tramitado con rapidez los planes de restauración presentados por propietarios, permitiendo que actuaran de inmediato bajo supervisión ambiental. Según explican fuentes de la Consejería a esta Redacción la inversión en infraestructuras forestales y de accesibilidad en Jaén alcanza los 2,5 millones de euros. “Se trata de compatibilizar la conservación de los ecosistemas con el desarrollo sostenible de la provincia”, subrayan desde la Consejería.

La Sierra de Andújar no ha olvidado el incendio, pero está renaciendo. Los bisontes han demostrado que el manejo de grandes herbívoros puede ser clave para la resiliencia de los ecosistemas. La Consejería apuesta por la observación científica y la mejora de infraestructuras. Y los ecologistas recuerdan que la biodiversidad más frágil sigue necesitando atención. “Lo importante es que los animales están bien y que la sierra sigue viva. Al final, la naturaleza sabe recomponerse”, concluye Morán.

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