La inocentada del tranvía de Jaén
De chapuza política a técnica, el tranvía de Jaén es un testigo incómodo de la incapacidad de la política y, también, de la pereza e indiferencia ciudadana. Cuando parecía enfilar el proceso final para su puesta en marcha descarrila de nuevo. Después de 15 años en los que se ha tomado el pelo a una ciudad sin coste político alguno, ahora la maldición del tranvía llega hasta la Mesa de Contratación. Un nuevo bochorno (quién puede asegurar que sea el último) para esta inversión que supera ya, de facto, los 120 millones de euros.
Este proyecto fue tildado por el PP como el “capricho de Carmen Puri”, en la versión más políticamente correcta, y fue torpedeado con saña desde el equipo de Gobierno de Fernández de Moya, el alcalde que aseguró que nunca se subiría a este engendro y que esgrimía la situación ruinosa de la ciudad para no comprometer más gasto en él. Pero, sin duda, las prisas electorales y la precipitación socialista en su puesta en marcha condenaron a la criatura antes de ver la luz y posibilitaron las posteriores artimañas políticas y empresariales para frenarlo.
El Tribunal de Cuentas, en 2017, ya sacó los colores a los gestores de la Junta socialista por la falta de planificación y la ausencia de estudios de viabilidad, incluidos su impacto en la Hacienda pública local. El órgano auditor detectó, igualmente, que en los contratos para la construcción e instalación del tranvía se detectaron "prácticas no ajustadas a los principios de igualdad, objetividad, transparencia y economía en la gestión de fondos públicos". Para terminar de rizar el rizo, el informe sostiene que las propias modificaciones contractuales de la obra incrementaron su coste de adjudicación un 16%.
Pecados originales que condenaron a esta infraestructura llamada a cambiar la fisonomía, el tráfico y la modernidad de la ciudad. Compromiso electoral socialista que ahora, paradojas del destino, tienen que gestionar desde la Junta de Jaén quienes abjuraron de forma vehemente y pública de este medio de transporte. Eran otros tiempos y otras familias políticas. El PP, paulatinamente, mudó de piel y, al igual, que en otras ciudades donde gobernaban vieron alguna ventaja, sin dejar de negociar unas condiciones de gestión que no hipotecarán más un Ayuntamiento endeudado, entre otras razones, por la política de contratación de personal de su propio partido en el Ayuntamiento.
Con el paso del tiempo, y unos cuantos presidentes de la Junta después, ya queda comprometida hasta la palabra del propio Juanma Moreno, porque no será a finales de 2025, ni tampoco en el invierno de 2026, cuando el tranvía arranque de una vez en esta capital sin suerte. La publicación por Jaén Hoy de que la Mesa de Contratación de la Junta revoca la adjudicación del sistema tranviario a Alsa por falta de documentación retrasará, sí o sí, su puesta en marcha. No sólo por la posibilidad de recursos, también en el Contencioso Administrativo, sino porque nadie puede asegurar que la oferta que ahora figura como adjudicataria, la correspondiente a la UTE Avanza Movilidad Integral SL-Avanza Tren S. A., no tenga a su vez defectos en la documentación presentada que no fueran advertidos por el órgano evaluador.
De momento, ningún responsable de la Junta ha explicado este enésimo dislate ni se ha ofrecido hoja de ruta alguna en caso de una posible paralización o dilación judicial. No hay voz política que acote este desaguisado y a los jiennenses, después de tanta engañifa política, el tranvía les importa casi como a un sueco la recogida de la aceituna.
Suma y sigue para escarnio de la ciudad. Mientras, en Zaragoza, por ejemplo, cuentan con un servicio básico en sus comunicaciones (con una única línea y 25 estaciones) que fue inaugurado el 19 de abril de 2011. Para hacernos una idea del despropósito político de esta infraestructura en "modo Jaén", solo cabe recordar en comparación que fue un 19 de mayo de 2011 cuando un juez ordenó la suspensión de las pruebas del tranvía con pasajeros por competencia desleal con Autobuses Castillo.
En Granada, sin ir más lejos, el metro fue inaugurado en septiembre de 2017, conecta con varias poblaciones tanto al norte como al sur y ya tiene planificadas diversas ampliaciones.
Así las cosas, y si ha llegado hasta este punto del rosario de penas tranviarias de la ciudad, cabe entender que si se publicara hoy, día de los Santos Inocentes, que el tranvía de Jaén se desmantela y se venden sus vías a la chatarra se daría por buena la noticia. Este es nuestro Jaén del futuro, del siglo XXI, el que arranca, otra vez, en 2026 sin destino.
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