El problema de la lengua azul amenaza con hundir a los ganaderos jiennenses: "Tengo una manada de cadáveres"
PROVINCIA
Este sector asiste a la muerte de sus ovejas mientras COAG Andalucía solicita un plan de apoyo económico para reparar las pérdidas sufridas después de cumplir con las campañas de vacunación y seguir los protocolos sanitarios
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"La primera oveja murió el 17 julio y los resultados del laboratorio aún no han llegado". Antonio Campos nos atiende desesperado mientras pastorea su rebaño a tres kilómetros de Hornos, en Peal de Becerro. Él mismo cree que fue uno de los primeros afectados por la lengua azul en la comarca de la Sierra de Cazorla, o, al menos, el primero en dar un aviso. "Llevo unas 13 ovejas muertas, más de 400 afectadas y alrededor de 25 abortos", cuenta.
Además de las que pierden la vida, los animales que logran superar la enfermedad quedan con graves secuelas. "Algunas han perdido entre 10 y 15 kilos y los corderos más pequeños también se están viendo afectados ya", subraya este ganadero. La cercanía del otoño y el invierno hace presagiar un mal augurio para este gremio de trabajadores que salen de casa a buscarse en la vida con su rebaño cada vez más débil. "Hoy tengo una manada de cadáveres", sentencia.
Inversión sin resultados
Por el momento y ante una situación que parece extenderse con celeridad entre el ganado, "no hay tratamiento alguno ni te dicen nada". Según exponen los propios veterinarios a Campos, la infección por lengua azul se debe a la picadura de un mosquito, algo que le sigue sorprendiendo debido a la escasez de estos insectos que él mismo detecta en plena sierra. "Por los síntomas sabemos que es un catarro muy agresivo con fiebres altas", explica.
Asimismo, las vacunas existentes "no cubren toda la eficacia que deberían". De los cuatro serotipos presentes en la península, dos corren a cuenta del propio ganadero. "En resumidas cuentas, si pones esas vacunas son cuatro euros de gastos a cada animal por un total de 800 ovejas que hay en el rebaño", apunta. En esa misma cuenta Campos asegura haber gastado más de 3.500 euros de su bolsillo. Y, por si fuera poco, nadie les asegura una solución a media plazo porque "parece que esta vacuna no hace nada".
La incertidumbre es cada vez mayor en un sector donde las vicisitudes van in crescendo. "Este oficio tiene que gustarte", sostiene a pesar de todo. Sin embargo, no son pocas las segundas o cuartas generaciones que heredan estas labores y acaban por dejarlo tarde o temprano. "Quiero que la gente sepa la importancia que esto tiene y el daño moral y económico que nos está haciendo".
Enfermas y deshidratadas
En la misma tesitura se encuentra Miguel Ángel Fernández, que asiste a varias muertes diarias en su ganado. "Llevo desde hace tres semanas viendo cómo mueren", sostiene. "Lo estoy pasando muy mal, porque nadie se hace cargo y estamos abandonados". Su rebaño, entre cabras y ovejas, reúne los 800 animales en la dehesa de Quesada, a 14 kilómetros del municipio de Huesa. Este ganadero calcula ya algo más de 30 ovejas fallecidas por la lengua azul y otras tantas en tratamiento por las fiebres.
Por si fuera poco, tiene que mantenerse las 24 horas pendiente para que no se deshidraten por el calor y la enfermedad. "Los carriles están fatal y no paro de pedir que me dejen traer agua por mis propios medios a este desierto". A este sinsabor se suma, además, el dolor de ver a su ganado sufrir: "Llevaré un centenar de abortos ya y las que supuestamente se salvan paren muy débiles y tardan poco en morirse".
Si algo clama Fernández es la presencia de los veterinarios para comprobar la crudeza de esta realidad y la implicación de las instituciones. "Esto es penoso y no se lo deseo a nadie, las pérdidas son tan grandes que he tenido que mandar a mi familia a Francia a trabajar para poder mantener a las ovejas", destaca. Y mientras comprueba cómo media España arde en incendios difíciles de sofocar, prevé el fin de su sector. "Deberían de pagarnos a nosotros por limpiar los montes".
A salvo en las alturas
Por el momento, Antonio Rodríguez mantiene los dedos cruzados mientras el asunto de la lengua azul pasa de largo ante su ganado. Como alcalde Santiago-Pontones y ganadero al mismo tiempo sabe que el primer caso debe notificarse de forma obligatoria. "La última vez que hablé con la delegada me comentó que no había casos por esta zona". Este pastor maneja alrededor de 700 ovejas mientras las cepas 3 y 8 afectan de manera sistemática a estos animales en distintos puntos.
"Yo tengo la esperanza de que a la altitud que nos encontramos no llegue el mosquito, ya que este necesita de zonas de aguas estancadas y barro principalmente", plantea. Con las temperaturas nocturnas por debajo de los 15ºC en los Campos de Hernán Perea, él mismo cree que "no son las condiciones más idóneas para que sobreviva este insecto". No obstante, con el pesimismo que embarga a sus compañeros del sector, trata de estar al corriente. "Estamos expectantes".
COAG reclama unidad de acción
Desde COAG Andalucía han instado a la Junta y al Ministerio de Agricultura a coordinarse de forma urgente ante la grave situación que atraviesa el sector ovino —y en menor medida el caprino— por la expansión de la lengua azul. Para ello, la organización reclama un plan de apoyo económico para las explotaciones que han cumplido con los protocolos sanitarios y las campañas de vacunación.
Antonio Rodríguez, secretario de Organización de COAG Andalucía y responsable de Ganadería, advierte de que “la situación es crítica” y recuerda que el ovino-caprino “es el sustento de miles de familias y un pilar de la economía rural andaluza”. Subraya, además, que las ovejas son las más afectadas por esta enfermedad transmitida por mosquitos, aunque también hay incidencia en cabras, con pérdidas de leche, abortos y mortandad.
La organización insiste en que los ganaderos que están cumpliendo con todas las obligaciones merecen un apoyo real, con el objetivo de controlar los nuevos serotipos de la enfermedad. En este sentido, Rodríguez reclama unidad de acción: “Aquí no entra la política, está en riesgo la viabilidad de nuestras explotaciones y la economía de muchas familias”. En este sentido, COAG recuerda que estos sectores son clave para la sostenibilidad ambiental, pues contribuyen al mantenimiento de los ecosistemas, previenen incendios mediante el pastoreo y ayudan a frenar la despoblación. “Proteger su futuro es una inversión económica, social y medioambiental”, concluye Rodríguez.
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