La proliferación de las casas de apuestas en Jaén y la ludopatía: "A mitad de mes no tenía ni un duro"

Sociedad

Desde la Asociación Jiennense de Jugadores en Rehabilitación señalan un preocupante aumento de la adicción entre los más jóvenes

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Foto de archivo de una inspección en una casa de apuestas de Andalucía.
Foto de archivo de una inspección en una casa de apuestas de Andalucía.

Javi (nombre ficticio) se despertaba todos los días planificando su jornada pensando en las apuestas que tenía que "echar". Formaba parte de su rutina y daba igual si le pillaba trabajando o altas horas de la noche. "Nunca tenía dinero, todo lo que llegaba del trabajo me lo gastaba, solo me dejaba lo justo para gastos básicos. A lo mejor a mitad de mes no tenía ni un duro, y me buscaba la vida para echar un euro, en vez de 50, entrabas en el círculo vicioso típico", expresa este joven a Jaén Hoy, que prefiere reservar su identidad.

La proliferación de las casas de apuestas, tanto de forma online como física en establecimientos, ha invadido los móviles de los más jóvenes, la publicidad de televisión y redes sociales y las calles de muchos barrios de ciudades y pueblos. Solo en Jaén capital hay más de una docena de casas de apuestas, especialmente focalizados en el Gran Eje.

Además, se añade una problemática, en poblaciones incluso menores de 10.000 habitantes donde antes no existían estos salones de juego, desde hace años se han instalado en estos municipios. Por lo que el acceso a las apuestas es cada vez mayor independientemente del lugar de donde se resida. En Úbeda, por ejemplo, hay cuatro; en Linares, seis; o en Andújar ocho donde destacan las apuestas hípicas.

La Asociación Jiennense de Jugadores en Rehabilitación (Ajijer) ayuda en la provincia de Jaén a más de un centenar de personas a recuperar la vida de las personas con ludopatía. Aunque esa cifra no refleja el número real de personas con adicción en tratamiento de todo el territorio ya que desde Proyecto Hombre, la Asociación Provincial Linarense de Jugadores de Azar (Aplijer) u otras asociaciones también ayudan a más usuarios a superar la enfermedad. La trabajadora social de Ajijer, Lola Guerrero, destaca la peculiaridad de Jaén por la dificultad para llegar a las zonas rurales o municipios más alejados de asociaciones como las de Jaén o Linares. Así, como un mayor estigma, una menor normalización de la adicción al juego y una mayor tendencia a ocultarlo con respecto a otras provincias de Andalucía. También destaca un menor porcentaje de mujeres con ludopatía.

"Sobre todo, que tienen el hándicap de que les cuesta venir. No es igual que estén viviendo aquí cerca, a que tengan que combinar tratamiento con el horario de trabajo y se tiren de coche viniendo una, dos horas o a veces no disponen de vehículo propio. Hay personas que empiezan y cuando se sienten un poco mejor deciden probar ellos solos, no acaban el tratamiento y la mayoría de veces vuelven a recaer", cuenta Guerrero.

Edades más tempranas

Las personas que desarrollan adicción al juego suelen empezar apostando como una actividad de ocio entre amigos, según explica la psicóloga de Ajijer, Ana Isabel De la Chica. El problema es cuando se empieza a jugar con más frecuencia y se pierde el control. "Se llega incluso al abandono de otro tipo de actividades, pues ya sean familiares, académicas, falto a clase porque me voy al salón de juego, o no salgo incluso con amistades porque estoy en el salón de juego y me he gastado lo que tenía o ya no puedo salir a cenar con mis amigos ni puedo tomarme nada. Ya ahí pues estás viendo que el juego te está perjudicando a nivel social", analiza De la Chica.

El mayor porcentaje de personas que atiende la asociación por adicción es al juego de casino, destacando el juego de ruleta y a continuación las apuestas deportivas, en diferido o en directo (un 70%) y por último las máquinas tragaperras. "Año tras año se ha visto incrementado el número de personas con esta adicción al juego de casino en detrimento de las personas mayores que juegan a la tragaperras. También se ve reflejado en la bajada de la edad", cuenta Guerrero. El tramo de edad de personas que más atienden es de 18 a 25 años, el 28,57%; a continuación de 31 a 40 años, un 22,86% y de 26 a 30 años, el 17,14%, de enero a diciembre de 2024. Casi todos son hombres y afecta por igual a personas con un mayor o menor nivel económico o de estudios.

Javi empezó a jugar con 18 años a través de una conocida página web cuando apenas existían casas de apuestas online. Lo hacía con colegas y de forma más puntual, el problema comenzó hace unos diez años cuando incrementó el número de veces que apostaba hasta que llegó un momento en el que su situación empeoró y no controlaba el dinero que gastaba.

"Tuve un trabajo más estable y la adicción empezó cuando el control del dinero lo tenía yo. Mis padres no me veían la cartilla. Luego ya les llegué a robar dinero a mis padres, les quité 300 euros que ya fue cuando se dieron cuenta de la gravedad y decidí venir aquí, fue el detonante para venir", cuenta.

Tal y como le pasó a Javi, la psicóloga explica que con este tipo de adicciones con la señal de alarma es el dinero. Cuando ya hay muchas deudas y la familia se entera. Pero la dependencia puede ocurrir que la lleve arrastrando durante años. Además, les lleva al autoengaño y a mentir a su entorno continuamente.

"Cuando pierdes dinero te vas de allí pensando que no vas a jugar más, pero luego te autoconvences a ti mismo de que vas a recuperar el dinero y vas a ganar más. Por la noche te acostabas hecho una mierda, pero al día siguiente te levantabas con un subidón pensando hoy sí, pensando que ibas a ganar. Yo engañaba mucho a mis padres, les decía que estaba con mi pareja y a ella también la engañaba. Ella no lo sabía tampoco, pensaba que era esporádicamente. No veía la gravedad de la situación, también yo lo sabía disimular muy bien y era muy embustero", expresa Javi.

A raíz de los últimos años es cuando se dieron cuenta, no podía gastar dinero en ocio ni en otra cosa que no fuera las apuestas deportivas, no hacía viajes, tampoco se compraba ropa, no tenía coche propio. "Ahora me he podido comprar una moto. Veía dinero en la cuenta y me quemaba, tenía que gastarlo para seguir apostando. Yo me di cuenta cómo me relacionaba a raíz de ir a terapia, ya vi como era mi personalidad antes. Yo veía que tenía un comportamiento normal. Cambié totalmente mi forma de ser, cuando entré aquí era una persona muy diferente a como soy ahora", afirma.

La vida de las personas con ludopatía, cuenta De la Chica, se resume en el juego. Su cabeza siempre se encuentra en volver a jugar y conseguir dinero para seguir apostado, su cerebro no descansa. Algunos, como consecuencia de las deudas que acumulan, la ansiedad y la depresión les lleva a ideas suicidas para "acabar con todo de raíz". "Siempre hay salida", explica la psicóloga. Además, hay un temor a que su familia se entere de la situación por lo que tratan de ocultarlo y convencerse de que en cualquier momento lo pueden dejar.

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