De la Catedral hasta Doñana: así es el recorrido de Jaén en su peregrinar hasta El Rocío

ROCÍO DE JAÉN 2024

La hermandad jiennense pone a sus más de 300 romeros ante un camino lleno de momentos clave durante cinco días

La hermandad del Rocío de Jaén ultima los preparativos para partir en un nuevo camino

La carreta del Simpecado en su camino por la Raya Real.
La carreta del Simpecado en su camino por la Raya Real. / Hermandad De Jaén
Antonio Cañada

12 de mayo 2024 - 09:22

Se respira a estas alturas cierto nerviosismo entre los peregrinos que sueñan con la magia de vivir un nuevo Rocío en hermandad. Los jiennenses que profesan su devoción ante la Blanca Paloma iniciaron este sábado su peregrinación en un itinerario que pasó primero por las calles de la capital para, seguidamente, continuar con su particular trayecto hasta la aldea almonteña. Los separan más de 300 kilómetros, pero la fe inquebrantable bajo sus sombreros rebate cualquier ápice de duda entre los más incrédulos.

“Partimos el sábado a las 10 de la mañana en procesión desde nuestra sede, en San Juan de la Cruz”. Así lo remarcaba María Dolores Galán, Hermana Mayor de la filial jiennense, en su caótica organización de preparativos en los días de vísperas. “Durante nuestro itinerario por las calles de Jaén realizamos una ofrenda floral a la Virgen de la Esperanza y Madre de Dios en Cristo Rey, para acto seguido rezar ante la Virgen de la Capilla en San Ildefonso”. Con la venia de la patrona de la ciudad, el desfile de los romeros recula a las plantas del Camarín de Jesús, donde se vive otro de los tradicionales momentos de oración ante la imagen de El Abuelo.

La carreta enfila la Plaza de la Constitución para llegar hasta el centro histórico.
La carreta enfila la Plaza de la Constitución para llegar hasta el centro histórico. / Hermandad de Jaén

En torno a las 13 horas, la carreta de plata del Simpecado del Rocío de Jaén se posó un año más ante la fachada renacentista de la Catedral para presidir con su insignia la solemne misa de romeros. El deán del templo mayor de la Diócesis impartió la bendición a los peregrinos en una lectura espiritual que continuará de la mano del consiliario de la hermandad durante el resto del camino. Será Pedro Montesinos quien, en su labor como pastor de la corporación, tendrá que acompañar a los más de 300 devotos que caminen en oración hasta la Blanca Paloma.

“El domingo viajamos en caravana hasta La Puebla del Río, donde realizamos nuestra primera acampada”, apunta Galán. Su ruta hasta la aldea está llena de momentos de indudable belleza, por lo que se confiesa incapaz de escoger al menos uno de ellos. “El martes, por ejemplo, pasamos por el río Quema sobre el mediodía, saludamos a la hermandad de Aznalcázar y bautizamos a los nuevos romeros”, comenta ilusionada.

Una de las acampadas durante el camino a El Rocío.
Una de las acampadas durante el camino a El Rocío. / Hermandad de Jaén

Se trata de un trayecto arduo en el que pesa más la devoción que el cansancio. Después de un kilómetro y medio más a pie, Jaén hace su parada en Villamanrique de la Condesa, quien ejerció como madrina de la misma hace más de 40 años. “Hacemos la presentación ante gente muy querida, somos dos hermandades muy unidas”. Tras una última acampada en esta localidad, al día siguiente encauzan el camino de la Raya Real.

“Allí acampamos en los terrenos de Pozo Máquina, propiedad de la hermandad de Triana y que los cede al Plan Romero”, cuenta la Hermana Mayor. Para este tramo de arenas profundas, los vehículos continúan su recorrido por una carretera aparte mientras los peregrinos son acompañados por cuatro vehículos, “uno de ellos para personas con movilidad reducida y algunas carretas en caso de incidentes”.

Último trayecto de la hermandad hasta la aldea almonteña.
Último trayecto de la hermandad hasta la aldea almonteña. / Hermandad de Jaén

Finalmente, con la llegada al conocido como Palacio del Rey sobre las 20 horas, los romeros asisten a una misa de recogimiento antes de partir en el último trecho hasta la aldea. “Es una noche triste porque es la última, al día siguiente todo es diferente”. Y como todo lo que empieza, el camino acaba ante las plantas de la Virgen del Rocío en una manifestación de vivas y palmas que reflejan el cansancio de estos devotos tras un camino de días y noches de esfuerzo continuo.

Y si todavía hay quien se pregunta cómo es que se las ingenian las miles de personas que se concentran esa semana en el poblado de El Rocío, María Dolores lo reduce a la situación particular de cada uno. “Hay gente que puede disponer de esos días de vacaciones, pero otros tienen que elegir entre el camino o estar en la aldea”. Se trata de un baremo que el corazón rociero ha de dispensar en favor de una vivencia u otra. Lo importante será seguro tener la mirada puesta en el lunes de Pentecostés, el único y verdadero motivo de este inolvidable encuentro.

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