
¿Qué secretos esconde la calle más estrecha de Jaén? La recorremos a pie, en imágenes
PATRIMONIO
Un antiguo convento de la Orden Carmelita en el siglo XVI da nombre a esta vía que subsiste entre angostas paredes que reflejan la historia y la orografía del lugar
San Juan, un barrio en medio de la desidia y el abandono: "Es necesaria una intervención urgente"
Jaén/Sus intrincadas esquinas, cuatro para ser precisos, marcan el trazado laberíntico de una calle que bien podría pasar desapercibida para el jiennense de a pie. Para recorrerla hay que hacerlo con cierto detenimiento, sin perder detalle de la poesía que plantean sus tejados: apenas unos centímetros impiden el roce de una fachada a otra. La ubicación de esta vía entre dos conocidas plazas del barrio de San Juan hacen que el viandante termine por evitarla en favor de otras opciones más populosas.
Es un testigo vivo del pasado de la ciudad, casi un reducto del original callejero islámico que disponía sus casas en notable cercanía para evitar los efectos del calor y del viento. En cuanto a su nombre, 'Barranco de la Coronada', ofrece igualmente claras referencias de su importancia en tiempos remotos. Tal y como afirma una placa cerámica colgada en una de sus paredes: "En este mismo lugar existió desde 1621 el convento de 'La Coronada', fundado en 1511 a extramuros de la ciudad".
De aquel edificio religioso erigido por la Orden de los Carmelitas, lamentablemente, no quedan más que escritos y documentos que referencian la envergadura del mismo. Con la desamortización de Mendizábal en torno a 1835, este fue destinado a Prisión Provincial hasta los años 30 del siglo pasado. Tiempo después, como acostumbra a suceder con gran parte del patrimonio arquitectónico de Jaén, fue completamente demolido.
Para acceder a esta estrecha vía del casco antiguo y comprobar la estrechez de su hueco podemos hacerlo desde la Plaza Rosales, cuyo espacio ocupa el solar del desaparecido convento exclaustrado. Según cuenta Francisco Miguel Merino en su web Red Jaén, en esta misma plaza se ubicó el conocido Cine Rosales hasta los años 50, cuando "el viento derribó la pantalla, hecha de obra, y se abatió sobre las casas cercanas de la pendiente ocasionando varias víctimas mortales".
Conociendo este anecdótico hecho en concreto, pasear por esta calle se hace aún más interesante. Sobre todo, se antoja una reliquia particular para quienes buscan el encanto de esta barriada que colecciona auténticos tesoros cargados de historia y patrimonio, esos que con más o menos tesón sobreviven a la desidia ciudadana.