El trabajo que une a Valdepeñas de Jaén con Burdeos desde hace medio siglo: "Ya somos como una gran familia"

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Cada septiembre, cientos de personas hacen las maletas para cruzar al país vecino y participar durante 20 días en la vendimia francesa

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María Milla y María Luisa Prieto, madre e hija trabajadoras en la vendimia francesa. / Esther Garrido y Judit Laguna
Judit Laguna

Valdepeñas de Jaén, 30 de agosto 2025 - 06:00

Las maletas se llenan en Valdepeñas de Jaén con algo más que ropa y enseres básicos: se cargan de emociones y la esperanza de un pronto regreso a casa. Mientras guarda sus pertenencias, Maria Luisa Prieto piensa en que todo salga bien y en que el trabajo cumpla con las expectativas. El destino de ese equipaje es Burdeos, concretamente al pequeño pueblo de Saint-Julien-Beychevelle, situado a unos 50 kilómetros y perteneciente a la "Ruta de los Châteaux", donde cada año cientos de vecinos del municipio viajan para participar en la vendimia.

No es un viaje improvisado. Se trata de una tradición que se remonta a más de medio siglo. “Llevamos más de 50 años yendo a trabajar allí”, cuenta Prieto, que empezó con tan solo 11 años. Tras la jubilación de su padre, la joven de 29 años ha tomado el relevo y es ahora quien organiza el viaje. Desde el pueblo de la Sierra Sur, parten hasta el país galo cerca de 200 personas, unos cuatro autobuses.

María Luisa Prieto prepara la maleta para partir hacia Francia.
María Luisa Prieto prepara la maleta para partir hacia Francia. / Esther Garrido

En Burdeos, las jornadas siguen un ritmo muy exigente, marcado por el campo: levantarse temprano, desayunar, trabajar hasta el mediodía, regresar para comer, volver a los viñedos por la tarde, y, al final del día, cenar y descansar. Pese al cansancio, la convivencia suaviza la dureza de las labores y no faltan los momentos de diversión, tanto con los patronos como con la propia. "Somos como una familia porque llevamos muchísimos años y casi siempre la gente es la misma”, cuenta María Milla, madre de Maria Luisa y antigua encargada de cocina durante la campaña.

Y es que Prieto no solo tomó las riendas de la organización de la cuadrilla de valdepeñeros, sino que el trabajo también es variado y, después de que su madre se retirase, pasó a sustituirla en cocina: “Antes estaba en el campo, pero ahora me encargo de poner las mesas”. Algunos se dedican a recoger, limpiar y transportar uvas, la materia prima del vino tinto; otros, a tareas complementarias, como la organización de las comidas para los trabajadores.

María Luisa recuerda con asombro la rigurosidad de las bodegas francesas. El control de calidad es tan estricto que, explica, una botella puede alcanzar los 300 euros y cada racimo de uva debe cumplir con grados concretos de maduración. Es por ese motivo que nunca conocen con exactitud la fecha en la que partirán hacia Burdeos, ya que puede ser que los resultados de las pruebas revelen que se necesita su recolección antes de lo previsto. Por el momento, de los dos grupos que viajan desde Valdepeñas de Jaén, ya se conoce una de las fechas: el próximo 6 de septiembre, justo después de la Feria en honor del Cristo de Chircales.

Vecinos de Valdepeñas de Jaén trabajan en la vendimia francesa.
Vecinos de Valdepeñas de Jaén trabajan en la vendimia francesa.

La exigencia se percibe, como no podía ser de otra manera, en la limpieza, que se convierte casi en un ritual sagrado. “Cuando yo alguna vez he tenido que ir a las bodegas para coger vino para la cocina, me tengo que poner las katiuskas porque como te descuides sales empapado de allí. Limpian las mangueras por donde pasa el vino y, si en sus test da 0,01 en suciedad, se vuelve a empezar”, detalla Prieto.

La vendimia no solo es tradición, también es un alivio económico para muchos hogares. Jóvenes y veteranos coinciden entre las viñas porque el ingreso es considerable en comparación con la carga de trabajo. “Se gana mucho dinero en pocos días. El año pasado regresaron con cerca de 2000 euros y trabajaron unos veinte días”, explica Milla. Para muchos estudiantes, ese sueldo resulta crucial para afrontar algunos de los gastos del año antes de retomar el curso académico tales como el piso o la comida.

Así, entre sacrificio y compañerismo, la vendimia se ha convertido en un puente entre generaciones y en un vínculo duradero entre Valdepeñas de Jaén y Burdeos. Más allá del esfuerzo físico y la nostalgia de dejar a la familia atrás, cada viaje es también una celebración de la vida en el campo, donde la uva se transforma en vino y el trabajo en recuerdos inolvidables.

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