¿Conoces la maldición de la mona de la Catedral de Jaén?
TURISMO OSCURO
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Entre sus muchos alicientes arquitectónicos de la ciudad de Jaén hay uno primordial por indiscutible: la Catedral de la Asunción de Jaén. Alzada majestuosamente entre la Plaza de Santa María y la Plaza de San Francisco, esconde en una de sus imponentes fachadas una leyenda que perdura siglos después: la maldición de la mona de Jaén.
La leyenda de la mona de Jaén
La mona de Jaén, conocida por el nombre de Bafomet, es una figura tallada en piedra que se encuentra en un friso exterior de la Catedral de la Asunción. La historia que rodea a esta figura se remonta a siglos atrás y ha sido transmitida de generación en generación. La mona es una figura de aspecto enigmático que ha desconcertado a los visitantes y jiennenses durante siglos.
La leyenda cuenta que la mona de Jaén es un ser vivo fue petrificado por un hechizo. Según la historia, la mona era una hermosa joven que vivía en Jaén durante la época de los Reyes Católicos. Era conocida por su belleza y su amabilidad. Sin embargo, despertó la envidia de un mago oscuro que deseaba poseerla. Otras historias cuentan que se trata de un hombre de origen judío o árabe, según el turbante que decora su cabeza.
Se dice que, justo antes de que el hechizo se hiciera realidad, la mona pronunció una maldición que persigue a la ciudad hasta el día de hoy. Historias más contemporáneas hablan de grandes pesares para quienes se atrevieron a desafiar a la estatura a base de pedradas y otras fechorías callejeras. De hecho, puede apreciarse la falta de un trozo de nariz debido a uno de estos asaltos con piedras, que se achaca a un acto vandálico por parte de un menor que murió poco después por el mal de ojo.
La maldición de la mona de Jaén
La maldición de la mona de Jaén es una parte fundamental de esta leyenda. Se dice que, desde su petrificación, la mona lanzó una maldición sobre la ciudad y aquellos que la visitan. La maldición predice desgracias para cualquiera que se atreva a mirar a los ojos de la mona de manera directa. Se cree que aquellos que caen bajo su mirada experimentarán infortunios, dificultades e incluso mala suerte en sus vidas.
Por esta razón, los habitantes de Jaén y los visitantes han aprendido a evitar el contacto visual con la mona de la Catedral. Existe una creencia arraigada de que eludir su mirada es esencial para evitar las consecuencias de la maldición. Además, se dice que los recién casados que pasan por la Catedral deben ser particularmente cautelosos, ya que la mona puede interferir en su felicidad matrimonial.
Por todo ello, la mona se ha convertido en un símbolo de la ciudad y una parada obligada en los recorridos turísticos. La Catedral de la Asunción de Jaén, que alberga otras muchas historias y leyendas igualmente escalofriantes, y donde se dice que está ubicada la mismísima Mesa de Salomón, además del Santo Rostro, es un epicentro de historia que mezcla ficciones con realidades.
Ya creas o no en la maldición de la mona, cuando visites la Catedral de Jaén no olvides saludarla... ¡Pero evita su mirada a toda costa!
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