Fue el aula donde Machado impartió clases en Baeza y hoy es un centro cultural que recuerda su paso por la ciudad jiennense
Se puede visitar todos los días en horario de mañana y tarde, excepto los miércoles
Rutas guiadas, café con poesía y mucho más en la Semana Machadiana de Baeza

Baeza/La ciudad patrimonial de Baeza recuerda el legado que dejó en ella uno de los máximos representantes de la Generación del 98: Antonio Machado. Allí impartió clases de francés y frecuentó varios lugares que forman parte de la ruta literaria de este autor que puedes hacer allí.
Una de las visitas clave es al aula donde impartía clases, hoy convertida en una suerte de museo al que se puede acceder para ver todo tal y como estaba: pupitres, pizarra y material educativo. Además, hay una zona nueva en la estancia aledaña donde podrás poner a prueba tus conocimientos sobre el autor con un quiz multimedia con cuestiones sobre el autor y la ciudad que lo acogió en un momento negro de su vida, tras la muerte de su esposa.
La historia de Machado en Baeza
En el año 1912, Antonio Machado, uno de los nombres imprescindibles de la poesía española, llega a Baeza para ocupar la cátedra de Lengua Francesa en el entonces Instituto General y Técnico, conocido hoy como Instituto ‘Santísima Trinidad’. Su traslado a esta ciudad jiennense no es casual, sino consecuencia del duro golpe que supuso la muerte de su esposa Leonor. Buscando refugio en su Andalucía natal, a unos 270 kilómetros de la capital andaluza donde vino al mundo, Machado halló en Baeza un lugar apartado, aunque no exento de crítica en su mirada, donde continuar su obra literaria y reflexionar sobre el país que tanto preocupaba a los autores de la Generación del 98.
El aula de Antonio Machado: un espacio detenido en el tiempo
Ubicado en el interior del antiguo edificio renacentista de la Universidad de Baeza, el aula donde Antonio Machado impartió sus clases entre 1912 y 1919 se conserva hoy como un auténtico museo. Esta estancia, ubicada en la planta baja del instituto, junto al patio, permanece prácticamente inalterada, trasladando al visitante directamente a la atmósfera de principios del siglo XX.
En la denominada aula-museo se exhibe el mobiliario original de la época: pupitres de madera, la mesa del profesor con un brasero –imprescindible en los fríos inviernos de la comarca–, un perchero, un paraguas y hasta una maleta completan un conjunto que retrata con fidelidad el entorno académico que conoció Machado. Además, vitrinas y paneles expositivos muestran documentos y objetos vinculados a su labor docente y su producción literaria, contextualizando la estancia del poeta en esta localidad andaluza.
Referencias a Baeza en la obra machadiana
Machado dejó constancia de su etapa baezana en numerosos textos, y no faltan referencias explícitas a su experiencia como profesor rural. En su ‘Poema de un día. Meditaciones rurales’, evoca con ironía y ternura su papel de docente en un entorno modesto, pero lleno de dignidad. La lírica de este texto comenzaba así:
Heme aquí ya, profesor
de lenguas vivas (ayer
maestro de gay-saber,
aprendiz de ruiseñor),
en un pueblo húmedo y frío,
destartalado y sombrío,
entre andaluz y manchego.
Invierno. Cerca del fuego.
Fuera llueve un agua fina,
que ora se trueca en neblina,
ora se torna aguanieve.
La visita a este aula-museo está disponible todos los días, excepto los miércoles, en horario de mañana y tarde. Conservar este espacio supone preservar no solo la memoria del poeta, sino también la historia de una época clave de su obra y pensamiento.
Durante sus años en Baeza, Antonio Machado continuó desarrollando algunos de los títulos más importantes de su trayectoria. A su llegada, publica ‘Campos de Castilla’ (1912), obra fundamental con la que se distancia de su etapa modernista y se adentra en los temas sociales y existenciales propios de su generación. Asimismo, durante este periodo comenzó la redacción de ‘Los complementarios’, un conjunto de notas y reflexiones publicado póstumamente.
En 1917 vio la luz la primera antología de su obra y la edición inicial de sus ‘Poesías completas’. Además, ese mismo año conoció en Baeza a un joven Federico García Lorca, iniciando una relación de respeto y admiración mutua que marcaría a ambos creadores.
Otros lugares que frecuentó Antonio Machado en Baeza
La vida de Antonio Machado en Baeza era sencilla, y aunque no se limitaba a impartir clases y ampliar su catálogo literario, se le tuvo por una persona introvertida, aunque conectó con algunos baezanos. Se dejaba ver por el Casino de Artesanos, hoy desaparecido, y por otros enclaves de la Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Algunos de estos lugares son los siguientes:
- Antiguo Hotel Comercio. En los primeros años tras su llegada a Baeza, Antonio Machado se alojó en el desaparecido Hotel Comercio, situado en la calle San Pablo. Durante su estancia en la habitación número 15, desde cuyo balcón contemplaba las sierras de Mágina, el poeta vivió en soledad hasta que su madre se trasladó con él.
- Nuevo Casino. El Nuevo Casino, también ubicado en la calle San Pablo, fue otro de los espacios que Machado frecuentaba para participar en tertulias y encuentros sociales. En su salón de los espejos prolongaba largas conversaciones, y aún hoy se conserva el documento que acredita su inscripción como primer socio transeúnte. En homenaje, una escultura sedente del poeta, obra de Antonio Pérez Almahano, adorna la entrada del edificio.
- Casino de Artesanos. Hoy desaparecido, el Casino de Artesanos fue escenario de diversas anécdotas del paso de Machado por Baeza, incluyendo su primer encuentro con un joven Federico García Lorca. Además, era habitual que asistiera a las tertulias organizadas en la rebotica del farmacéutico y profesor Adolfo Almazán, donde los debates sobre política, agricultura y cuestiones sociales eran frecuentes.
- Residencia en la calle Gaspar Becerra. Las limitaciones económicas llevaron a Machado a abandonar el Hotel Comercio y buscar una vivienda de alquiler donde instalarse junto a su madre. Tras un breve paso por la calle Prado de la Cárcel, finalmente se establecieron en una casa modesta pero luminosa situada en la calle Gaspar Becerra, desde donde podía contemplar la portada de la antigua cárcel, hoy sede del Ayuntamiento.
Otros rincones conservan su memoria, como la Plaza de Santa María y su catedral renacentista, lugares habituales de sus paseos, así como el Paseo de las Murallas, donde el poeta solía detenerse a contemplar el paisaje jiennense y reflexionar sobre su obra y su tiempo. En este último enclave, una escultura y una placa recuerdan hoy a uno de los mayores exponentes de la lírica española.
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