Cinco curiosidades del Castillo de Santa Catalina que no todo el mundo conoce

Más allá de las Leyendas, el Castillo de Santa Catalina de Jaén es todo un misterio para los que todavía no lo conocen en profundidad. ¿Sabías estas cinco cosas que lo caracterizan y son poco conocidas? Te retamos a comprobarlo

El precioso pueblo medieval de Jaén que tiene uno de los castillos más antiguos de Europa

El Castillo de Jaén en realidad es el cómputo de tres antiguas fortalezas. ¿Las conoces?
El Castillo de Jaén en realidad es el cómputo de tres antiguas fortalezas. ¿Las conoces? / Castillo de Santa Catalina

Es el único monumento de Jaén visible desde cualquiera de sus barrios. El Castillo de Santa Catalina, emblema de la ciudad, se alza imponente sobre el cerro que le da nombre. Sin embargo, lo que en realidad podemos ver por fuera y visitar por dentro no siempre fue así.

Numerosas transformaciones, fruto de haber ido cambiando de manos, han configurado una fortaleza actual que solo en parte recuerda el poderío de lo que un día fue. Además de alguna que otra leyenda, especialmente la del Parador de Jaén anexo a él, el Castillo de Santa Catalina tiene algunas características propias que no todo el mundo conoce. Te las contamos.

1. Un castillo que en realidad son tres

Cuando hablamos del Castillo de Santa Catalina solemos imaginar una única construcción homogénea. Sin embargo, la historia es bastante más compleja. En la cumbre del cerro coexistieron durante siglos tres fortalezas distintas:

  • El Alcázar Viejo, heredero de la alcazaba musulmana construida entre los siglos VIII y IX, y reforzada en el siglo X.
  • El Alcázar Nuevo, construido tras la conquista cristiana de Jaén en 1246. Fernando III ordenó levantar una fortificación más pequeña pero mucho más potente defensivamente sobre los restos islámicos.
  • El Castillo de Abrehuí, un reducto amurallado de época musulmana situado en la misma cima.

Durante la Edad Media estos tres recintos eran un sistema defensivo original y resistente en la zona. Un complejo militar que permitía a la ciudad resistir los embates de la frontera con el Reino de Granada. Para evocar esos tiempos no hay nada mejor que recorrer sus murallas y torres: de esa forma se puede comprobar esa superposición de épocas y estilos arquitectónicos.

2. Una fortaleza vinculada a grandes nombres de la historia

El castillo no solo fue un bastión militar. En determinados periodos, también tuvo un papel político y residencial. De hecho, en el siglo XV se convirtió en residencia oficial del Condestable de Castilla, Miguel Lucas de Iranzo, una de las figuras más poderosas de la corte castellana.

Allí vivió junto a su familia, de la que no podemos olvidar mencionar a Teresa de Torres, quien gobernó durante incluso más años que él la ciudad de Jaén. Todo ello rodeado de un ambiente cortesano en plena frontera con el Islam.

Ya en época contemporánea, durante la Guerra de la Independencia (1810–1812), el Castillo de Santa Catalina fue la mayor base militar del ejército napoleónico en el Alto Guadalquivir. Los franceses realizaron importantes obras de adaptación, levantando nuevos edificios y alterando estructuras anteriores. Cuando se retiraron, destruyeron buena parte de lo construido, lo que dejó la fortaleza gravemente dañada.

3. De fortaleza medieval a cárcel y parador turístico

Tras perder su importancia militar, el Castillo de Santa Catalina tuvo un uso inesperado: se convirtió en prisión durante varios siglos. Sus muros, diseñados para resistir asedios, también servían para impedir fugas de los presos que allí se agolpaban cumpliendo una penosa condena de cárcel.

A comienzos del siglo XX se planteó la posibilidad de recuperar el monumento, aunque el gran cambio llegó en los años 60, cuando se decidió construir un Parador Nacional de Turismo dentro de la fortaleza, concretamente en la zona ocupada por los restos del Alcázar Viejo islámico.

El edificio se levantó siguiendo un estilo neomedieval que evocaba la estética de la Edad Media. Gracias a esta intervención, el castillo recuperó vida y se integró en la oferta turística. Visitar o alojarse en el Parador de Jaén evoca todos esos momentos históricos de un lugar que ha visto pasar a íberos, musulmanes, reyes cristianos y soldados franceses.

Eso sí, sin olvidar las leyendas y acontecimientos paranormales que rodean a la historia actual del Parador de Jaén. Muchas de ellas reseñadas incluso en potentes programas de máxima audiencia en televisión como Cuarto Milenio. Aunque es seguro (y recomendado) dormir en este alojamiento de cuatro estrellas, no está de más (aunque sea por el morbo), rememorar las leyendas e historias increíbles que en torno a él se han ido desgranando. ¿Realidad o ficción?

4. El mirador de la Cruz: símbolo de Jaén y balcón al mar de olivos

A dos minutos a pie del castillo se encuentra el Mirador de la Cruz del Castillo, uno de los lugares más visitados por jiennenses y turistas. Es el sitio ideal para contemplar la ciudad y los alrededores en todo su esplendor, además de ser un lugar fetiche por jiennenses de todas las edades para pasar lo más fresquito posible las tórridas noches del verano en la ciudad.

Como era de esperar, desde la Edad Media este punto ha estado asociado a la devoción cristiana. Ya en el siglo XIII se documentan cruces mantenidas por las Hermanas Clarisas. En el siglo XIX el cuidado del lugar pasó a la familia Balguerías, que en los años 50 donó la cruz actual, realizada en hormigón armado. Esta cruz se ha convertido en un icono visible desde gran parte de la ciudad.

5. Una fortaleza con raíces íberas y legado arqueológico

Aunque solemos asociar el castillo con la Edad Media, la ocupación del cerro es mucho más antigua. Ya en el siglo IV a.C. los íberos levantaron un oppidum en la falda de la colina. Aún hoy se conservan restos arqueológicos que lo demuestran.

Romanos y posteriormente árabes reutilizaron estas estructuras, lo que explica la continuidad histórica del lugar. De esta manera, el Cerro de Santa Catalina se puede leer como una línea histórica donde cada cultura dejó parte de su legado: íbera, romana, musulmana, cristiana y contemporánea.

De hecho, durante las excavaciones más recientes se han identificado tramos de muralla, torres y restos de viviendas. Todo ello se integra en la visita al monumento como clave para comprender cómo la ciudad de Jaén se ha desarrollado siempre en relación directa con este lugar tan estratégico.

El entorno natural del castillo

El Castillo de Santa Catalina puede presumir de ubicarse en un entorno verde envidiable, el del Parque Periurbano de Santa Catalina: un espacio de más de 196 hectáreas que incluye montes como el Neveral, La Imora y El Almendral.

Además de perderte en la infinidad de sus árboles, principalmente pinos, hay lugares como el sendero islámico o restos de murallas que son un valioso patrimonio histórico. Sus senderos invitan a recorrerlo a pie o en bicicleta, y sus paredes rocosas son un punto de referencia para la escalada deportiva.

Si estás pensando en visitar el Castillo de Santa Catalina, ahora tienes otros cinco motivos de peso para hacerlo. Irse de allí sin visitar la cruz es como si nunca hubieras estado. Y, si te animas, pasa una noche en el Parador de Jaén o, al menos, siempre podrás tomarte algo en su precioso salón. Sea como fuere, subir a pie, en coche o taxi es toda una experiencia que no querrás que termine nunca para no tener que bajarte de esa “nube” que supone contemplar la ciudad a tus pies mientras recorres siglos y siglos de historia en apenas unos pasos.

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