Las curiosas pinturas rupestres de más de 6.000 años de antigüedad que puedes visitar en esta cueva de Sierra Mágina
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La Cueva de la Graja fue uno de los primeros yacimientos de arte rupestre investigados en la península ibérica
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En pleno corazón de la provincia de Jaén, entre montañas calizas, olivares centenarios y abruptos relieves moldeados por el tiempo, se encuentra un tesoro milenario: la Cueva de la Graja, un abrigo rocoso que alberga una de las más valiosas muestras de arte rupestre del sur peninsular. Situada en el paraje de La Cimbra, a un kilómetro del municipio de Jimena y en el extremo norte del macizo del Aznaitín, esta cueva guarda pinturas con más de 6.000 años de antigüedad, testigos silenciosos de las creencias y costumbres de los primeros pobladores del Alto Guadalquivir.
Un legado milenario entre las rocas de Sierra Mágina
La Sierra Mágina, caracterizada por su origen calizo y modelado kárstico, está repleta de cavidades naturales, grutas y abrigos que ofrecieron refugio y hogar a comunidades prehistóricas. La Cueva de la Graja es uno de los ejemplos más fascinantes. Situada a 750 metros de altitud, ofrece no solo un valioso contenido arqueológico, sino también unas vistas impresionantes del olivar jiennense y las fértiles huertas que rodean Jimena.

Con 6 metros de profundidad por 6 de ancho y una altura máxima de 5 metros, este abrigo natural fue utilizado por grupos humanos del Neolítico, quienes plasmaron en sus paredes escenas rituales y de pastoreo utilizando pigmentos naturales hechos con óxidos de hierro, arcillas y grasas animales.
Pinturas rupestres
Las pinturas rupestres de la Cueva de la Graja son tan simbólicas e importantes para entender la historia de esta parte de Andalucía que fueron declaradas Monumento Histórico Artístico en 1924. Estas manifestaciones gráficas se encuentran distribuidas en 15 grupos distintos, con 8 paneles situados a la izquierda del abrigo y 7 a la derecha. Algunas figuras están tan elevadas hasta 3,5 metros del suelo. Sin embargo, muchas de ellas pasaron desapercibidas durante años, erosionadas además por la disolución de la roca.

Las representaciones, en su mayoría esquemáticas, muestran figuras humanas con tocados de plumas o cuernos, representando, posiblemente, chamanes o figuras espirituales. Según estudios antropológicos e históricos, estas figuras no representan simplemente a personas, sino que podrían simbolizar espíritus ancestrales. Se cree que los habitantes de la época pensaban que, al pintar estos seres en las paredes, capturaban su esencia y los mantenían alejados del mundo de los vivos.
También destacan las escenas de pastoreo, un claro reflejo de la vida cotidiana de estas comunidades neolíticas, que ya habían desarrollado una incipiente economía basada en la ganadería, la recolección y la agricultura rudimentaria.
Una cueva descubierta hace más de un siglo
La historia moderna de la Cueva de la Graja comenzó en 1902, cuando fue descubierta por Eduardo Cobos, notario de Jimena. Poco después, en 1908, el historiador González-Moreno llevó a cabo un estudio pionero sobre el conjunto en su obra ‘Pictografías andaluzas’. Gracias a ello, la cueva se convirtió en uno de los primeros yacimientos de arte rupestre investigados en la península ibérica, sentando las bases para futuras investigaciones arqueológicas en Andalucía.
Cómo visitar la Cueva de la Graja
Actualmente, la cueva está protegida mediante una verja para evitar su deterioro. Sin embargo, es posible visitarla solicitando cita previa en el Ayuntamiento de Jimena, cuyo contacto telefónico es a través del número 953 35 70 01, y por correo electrónico, en la dirección ayuntamientodejimena@gmail.com.

El Sendero de la Cueva de la Graja tiene una longitud de 700 metros, con una duración estimada de 30 minutos y un grado de dificultad medio. A lo largo del recorrido se atraviesa un paisaje típico de media montaña mediterránea, con matorral bajo, encinas, pinos carrascos y almendros, además de una fauna discreta que incluye aves rapaces y pequeños mamíferos.
Al llegar al abrigo, se recomienda detenerse, no solo para admirar las pinturas, sino para disfrutar del espectacular paisaje que ofrece el olivar de Mágina y los fértiles campos que rodean el municipio.
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