Una historia de amor maldita: esta es la leyenda del Palacio de los Vélez
Entre las calles más antiguas de Jaén se alza el Palacio de los Vélez, todo un baluarte renacentista del siglo XVII envuelto en una trágica historia de amor y encierro. Descubre la leyenda de la joven emparedada que aún vaga por sus estancias
Un convento con leyenda propia: ¿conoces la historia del Ecce Homo de Las Bernardas?
Situado a espaldas de la Capilla Mayor de la Catedral de Jaén, entre las calles Almenas y Valparaíso, el Palacio de los Vélez es uno de los edificios más singulares del patrimonio urbano jiennense. Su imponente presencia, su fachada porticada y los escudos de piedra que decoran su estructura esconden una historia de poder, nobleza y una leyenda que ha sobrevivido más de cuatrocientos años.
El palacio actual, de estilo renacentista, fue edificado en 1630, aunque su origen se remonta al año 1506, cuando Don Alfonso Vélez de Mendoza, Caballero Veinticuatro de Jaén y Procurador en Cortes, mandó construir la residencia familiar.
Con el paso del tiempo, el edificio se convirtió en una muestra del esplendor nobiliario, además de ser símbolo de la Jaén renacentista, que comenzaba a transformar su fisonomía tras la Reconquista. En la actualidad, el Palacio de los Vélez es la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Jaén.
Pero detrás de esta elegancia arquitectónica se esconde un relato trágico que ha pasado de generación en generación: la leyenda de la dama emparedada del Palacio de los Vélez.
La dama del palacio
Belleza, virtud y un destino fatídico
Cuenta la tradición oral, recogida por la Asociación IUVENTA en ‘Jaén, una ciudad de leyendas’, que hace siglos vivía en este palacio una familia noble de gran riqueza e influencia. Entre sus miembros estaba una joven de extraordinaria belleza, rubia, de ojos claros y piel blanca como el alabastro.
Era, además, conocida por su caridad y bondad con los más humildes. A pesar de su posición, la doncella se mostraba cercana con sirvientes, labriegos y mendigos, a quienes ayudaba con limosnas y palabras amables. Aquella actitud generosa, poco habitual en la aristocracia del momento, la convirtió en una figura querida por el pueblo jiennense.
Su padre, orgulloso, presumía de ella en los círculos políticos y sociales; su madre la mostraba como el mayor tesoro familiar. Los caballeros más apuestos de Jaén y de otras ciudades competían por su mano, pero ninguno consiguió conquistar su corazón.
Hasta que un día, la joven conoció a un plebeyo humilde, quizá un jardinero del palacio o un trabajador de las propiedades familiares. Lo que comenzó como amistad sincera pronto se transformó en un amor imposible.
Un amor prohibido y un castigo cruel
La imposible historia entre amantes de distintas clases sociales
Los encuentros entre ambos jóvenes se volvieron frecuentes. Ella encontraba en él la sinceridad y el afecto que no hallaba en los nobles de su entorno. El muchacho, por su parte, veía en la dama no solo la belleza, sino la nobleza de alma.
Cuando el padre descubrió la relación, su orgullo se convirtió en furia. Para él, el amor de su hija con un plebeyo era una afrenta imperdonable a la honra familiar. Decidido a borrar el oprobio, ideó un castigo terrible: ordenó emparedar viva a su hija en la torre más alta del palacio.
Para ello, mandó tapiar la puerta de su habitación y sellar incluso la ventana, dejando apenas un pequeño orificio por el que entraba aire. La joven, prisionera de su propio hogar, fue olvidada deliberadamente por los suyos.
Aislada, sin luz ni consuelo, se aferró al único objeto que conservaba: un libro de oraciones. Con una astilla de madera se pinchaba los dedos y, usando su propia sangre como tinta, escribía mensajes de amor para su amado, lanzándolos por el pequeño agujero hacia la calle. Cada carta era un suspiro desesperado que el joven recogía a los pies de la torre.
El tiempo pasó, y un día los mensajes cesaron. Se dice que la dama murió en silencio, sola y emparedada, fiel hasta el final a su amor imposible.
El eco eterno de la leyenda
Sucesos paranormales en el edificio
Desde entonces, la leyenda asegura que el fantasma de una joven rubia y de ojos claros recorre por las noches las salas del Palacio de los Vélez. Su figura, envuelta en un halo de tristeza, aparece entre los corredores o junto a las ventanas que dan al jardín, donde una vez brilló la vida y la esperanza.
Algunos afirman haber sentido una presencia fría o escuchado susurros en la galería superior. Otros cuentan que, en silencio absoluto, una sombra femenina atraviesa los muros del edificio, como si buscara aún al plebeyo que amó más allá de toda razón.
Para muchos jiennenses, la historia simboliza la lucha entre el amor y el poder, entre la libertad y las imposiciones de una época marcada por la jerarquía y el honor. Una historia que, aunque trágica, sigue siendo parte del imaginario popular jiennense.
El Palacio de los Vélez en el patrimonio de Jaén
Actual sede del Colegio de Arquitectos
El edificio está protegido como Bien de Interés Patrimonial dentro del conjunto histórico de Jaén y forma parte del catálogo de arquitectura civil renacentista más relevante de la provincia. Los proyectos de restauración impulsados por el Ayuntamiento y el Patronato Municipal de Cultura han consolidado su estructura y limpiado su piedra original, recuperando parte del esplendor perdido.
La historia de la dama emparedada recuerda que, más allá de los muros de piedra y los blasones, Jaén es una ciudad de emociones antiguas, de relatos que se entrelazan con su arquitectura. Porque en la capital del Santo Reino las leyendas no mueren: se transforman en patrimonio.
También te puede interesar
Lo último
contenido ofrecido por editorial círculo rojo