Cinco miradores con mucha altura para disfrutar de los mejores atardeceres en la provincia de las cien fortalezas
Descubre cinco lugares muy especiales para contemplar el atardecer en la provincia de Jaén. Desde las murallas de Úbeda hasta la cima del castillo de Segura de la Sierra, te proponemos una ruta por miradores llenos de historia y paisajes infinitos de olivos
Ruta por los cuatro miradores menos conocidos de Cazorla
La provincia de Jaén, conocida como la tierra de las cien fortalezas, cuenta, además de con numerosos edificios defensivos (siendo considerada la provincia con más castillos por metro cuadrado de Europa), algunos de los miradores más sobrecogedores de Andalucía. Desde las almenas que dominan el valle del Guadalquivir hasta los cerros coronados por castillos medievales se suceden diferentes postales con vistas al mar de olivos que se extiende hasta el horizonte.
Te proponemos una ruta por cinco miradores de ensueño, donde el sol se despide tiñendo de oro las murallas, los torreones y las sierras. Lugares donde la historia se ve con otros ojos gracias a la luz del atardecer.
1. Paseo de las Murallas de Úbeda: entre historia y horizonte
Una muralla con siglos de historia
Las murallas de Úbeda, levantadas mayoritariamente en el siglo X, hablan del pasado defensivo de la ciudad. Se extendían en dos recintos: el del Alcázar y la Aljama, y un segundo anillo que protegía los arrabales, de los que se conservan tramos de ese recinto y varias puertas históricas que marcan el recorrido del actual Paseo de la Muralla.
Puertas con leyenda
La Puerta del Losal o de Valencia, del siglo XIV, conserva el encanto mudéjar de sus arcos de herradura. La Puerta de Granada abre paso al antiguo Camino Real y guarda la leyenda de la granada mágica: quien logre comerla sin que caiga un solo grano hallará un tesoro a sus pies.
Desde la Puerta de Santa Lucía, reconstruida sobre el antiguo acceso árabe, comienza la Redonda de Miradores, un balcón natural desde el que se contempla la llanura ondulada de olivos bajo la luz cálida del ocaso.
Atardecer sobre el valle
Pasear por este recorrido al caer la tarde es uno de los mayores placeres que ofrece Úbeda. Las sombras alargadas, el tono dorado sobre las torres y la vista de los campos hacen que cada puesta de sol sea diferente. No es casual que muchos fotógrafos y viajeros consideren este paseo uno de los más bellos de Andalucía.
2. Mirador de Antonio Machado en Baeza: poesía al caer la tarde
El poeta y la ciudad
En Baeza, el atardecer se vuelve verso. El Paseo de Antonio Machado, también conocido como Paseo de las Murallas, conserva el mismo paisaje que inspiró al poeta durante su estancia como profesor de francés en 1912, poco después de la muerte de su esposa Leonor.
Un dato curioso y que no todos conocen es que, entre sus paseos solitarios por el campo y las murallas, Machado escribió algunos de sus poemas más melancólicos de 'Campos de Castilla', obra insignia del autor sevillano.
El mirador del alma
A mitad del paseo se encuentra el busto de Antonio Machado, obra de Pablo Serrano (1965), que recuerda su paso por la ciudad. Desde este punto se abren las vistas al valle del Guadalquivir, cubierto por un tapiz de olivos con las sierras de Cazorla recortadas en la distancia.
El lugar inspira a estar en silencio y contemplación. Al ponerse el sol, los tonos rojizos bañan las murallas y el aire parece detenerse, como si el tiempo también quisiera escuchar los versos del poeta: “De la ciudad moruna, tras las murallas viejas, yo contemplo la tarde silenciosa…”
Ruta machadiana
Cada febrero, Baeza rinde homenaje al poeta con el Paseo Machadiano, una caminata literaria por los lugares que marcaron su vida. El recorrido culmina precisamente en este mirador, donde se leen poemas mientras el sol se oculta tras el horizonte.
3. Iznatoraf: balcón de La Loma y Las Villas
Un pueblo entre nubes
A mil metros de altitud, el casco histórico de Iznatoraf se alza como una atalaya natural sobre la comarca de La Loma y Las Villas. Su nombre, de origen árabe, ya alude a su condición de “torre elevada”, y sus calles empedradas conducen a uno de los miradores más privilegiados de la provincia.
Panorámicas sin fin
Desde el Mirador del Casco Histórico o el Mirador de Sorihuela del Guadalimar, se domina una vista que abarca decenas de kilómetros de olivar y las sierras de Las Villas, Castellar y Chiclana de Segura. Al atardecer, la luz se derrama sobre los tejados y las torres de su muralla árabe, que conserva tramos, puertas y torreones del antiguo recinto declarado Bien de Interés Cultural en 1985.
Murallas con memoria
Entre los restos más notables se encuentra la Puerta de la Virgen del Postigo, también Monumento Histórico, y la Puerta Real o del Arrabal, de estilo renacentista. Desde sus arcos de medio punto se puede imaginar la vida en la fortaleza que durante siglos defendió este enclave estratégico.
Ver el ocaso desde Iznatoraf es contemplar la historia en calma: el día se apaga lentamente mientras las campanas resuenan entre las murallas.
4. Cruz del Castillo de Santa Catalina: símbolo y horizonte
El punto más alto de la capital
Coronando el Cerro de Santa Catalina, junto al castillo del mismo nombre, la Cruz del Castillo es uno de los lugares más icónicos de Jaén. Para llegar, basta seguir el Camino de la Cruz, una breve subida que culmina en una panorámica de 360 grados sobre la capital y su entorno natural.
Una historia que viene del medievo
Su origen se remonta a 1246, cuando Fernando III el Santo conquistó la ciudad. El jefe de sus tropas clavó su espada en la cumbre como signo de posesión, y el rey mandó poner una cruz en su lugar, símbolo de la nueva cristiandad del territorio.
Durante siglos, las monjas clarisas se encargaron de mantenerla en pie por mandato real. Más tarde, esa tradición pasó a la familia Balguerías Brunet, que en 1950 promovió la sustitución de la antigua cruz de madera por otra de hormigón armado, la actual, acompañada de una lápida conmemorativa.
Vistas sobre tres paisajes
Desde la base de la cruz se dominan las tres zonas naturales que rodean Jaén: la sierra, la huerta y la campiña. El atardecer desde este punto es especialmente mágico, ya que la luz se filtra entre los olivares y el perfil de la ciudad se recorta bajo el castillo.
Grabado en la roca puede leerse el 'Soneto' a la Cruz de Almendros Aguilar.
5. Castillo de Segura de la Sierra: el cielo al alcance de la mano
Fortaleza y paisaje
Es imposible pasar cerca y no verlo. En lo más alto de Segura de la Sierra, a 1.200 metros sobre el nivel del mar, sobresale en el paisaje un castillo levantado sobre una colina que da forma a esta preciosa villa serrana. Desde su azotea se contempla uno de los panoramas más extensos de la provincia, con montañas, valles y olivares perdiéndose en la distancia.
Su origen se remonta a la Edad del Bronce, aunque alcanzó su esplendor en la época musulmana. En los siglos XI y XII llegó a ser capital de una taifa y, tras su conquista por Fernando III, se integró en la Orden de Santiago como sede de la encomienda mayor de Castilla.
Arquitectura y leyenda
El Alcazarejo, de planta trapezoidal, está flanqueado por cuatro torres almenadas. Uno de sus elementos más llamativos es la Torre del Homenaje, con dos salas superpuestas y terraza panorámica. En su interior se conservan restos de baños árabes, una capilla dedicada a Santa Ana y un aljibe central.
Una leyenda local cuenta que una reina, refugiada en la fortaleza, exclamó al sentirse a salvo: "Aquí estoy segura”. De esa frase derivaría el nombre de la localidad.
La puesta de sol más alta
Al caer la tarde, el sol se oculta tras las cumbres de la sierra, bañando el castillo de tonos anaranjados y dorados. Es un momento de silencio absoluto, donde se siente la grandeza del paisaje y el eco de siglos de historia.
Jaén: una provincia para ver caer el sol
Lejos del mar pero a pocos metros del cielo, Jaén tiene mucho que ofrecer a quien la visita y la vive: entre muchas otras cosas, unos puntos estratégicos para contemplar el cielo al atardecer. Desde la poesía de Machado hasta la historia viva de Fernando III o las leyendas árabes de Segura. En todos ellos, el tiempo parece detenerse y la luz adquiere una intensidad especial.
Y todavía hay muchos más. Solo en Cazorla ya existe una ruta de miradores por la propia ciudad. Jaén, la provincia de las cien fortalezas, guarda en sus colinas y murallas una invitación constante a mirar el horizonte infinito, serrano y olivarero.
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