Descubre las aldeas perdidas de la Sierra de Segura con esta travesía: solo para senderistas experimentados

La Travesía de las Aldeas Perdidas no es una simple ruta de montaña. Es una inmersión en la historia de la Sierra de Segura, un viaje en el que el caminante no solo recorre kilómetros, sino que también escucha, comprende y revive la memoria de un valle marcado por la despoblación rural.

Durante dos días completos y 32 kilómetros de recorrido, los participantes atraviesan aldeas abandonadas, barrancos, arroyos y bosques donde el silencio guarda todavía las voces de quienes un día habitaron estas montañas. Aquí cada piedra, cada ruina y cada sendero hablan del esfuerzo y de la vida que quedó atrás.

Yolanza Vizcaíno, CEO de Aventura Hernán Pelea, empresa organizadora de la travesía, asegura que “lo especial no es la parte de naturaleza, que también, sino que vamos contando, a través de diferentes recursos como fotografías, vídeos y audios las historias de las personas que ahí vivían”. Y es que, un dato que no muchos conocen es que en los años 60 empezaron a expulsar del valle a sus habitantes debido a la creación del coto nacional. “Algunas historias son bastante catastróficas, ya que hay quien no quería irse de su tierra”, concreta Vizcaíno.

A lo largo de este recorrido de dos días de duración, los participantes podrán conocer cómo vivían, cómo se ayudaban unos a otros “creando una comunidad de verdad, con mayúsculas”, sostiene la CEO de Aventura Hernán Pelea. “Durante la ruta compartiremos también la parte etnográfica para resaltar las cosas más peculiares del día a día en la Sierra de Segura”.

A ello se suma la emoción de dormir al aire libre bajo el cielo despejado del Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. “Haremos vivac, que es una forma de zambullirse por completo en la sierra, sin tienda de campaña. Como me gusta decir a mí, en un ‘hotel de mil estrellas’”.

Dos días de intensidad y descubrimiento

El inicio: Pontón Alto

La aventura comienza en Pontón Alto, punto de partida hacia una naturaleza salvaje y llena de matices. El primer día, el grupo se adentra en antiguos caminos que conducen a aldeas en ruinas, donde las historias se comparten de boca en boca gracias a los guías locales.

Noche bajo las estrellas

Uno de los momentos más memorables de la travesía llega al caer la noche. Los participantes duermen al raso, bajo las estrellas, en la era de los Centenares. Sin paredes ni techos, solo el cielo estrellado de la Sierra de Segura como refugio, en un entorno libre de contaminación lumínica que permite una conexión íntima con el territorio.

El segundo día: más allá del esfuerzo físico

La jornada del domingo continúa por barrancos, arroyos y senderos que muestran la fuerza del paisaje. El esfuerzo se compensa con la belleza de los bosques, el frescor del agua y la emoción de atravesar territorios donde la naturaleza se abre paso entre los restos de las casas que fueron hogar de numerosas familias.

Servicios incluidos y detalles prácticos

La organización ofrece un servicio de porteo de equipaje, lo que permite a los caminantes recorrer los senderos con mayor ligereza. Además, se incluyen:

• Cena del sábado.
• Desayuno y almuerzo del domingo.
• Seguros de accidentes y de responsabilidad civil.

El precio por persona es de 150 euros, una inversión en experiencia, memoria y naturaleza.

Solo para senderistas experimentados

Aunque la ruta está pensada para un público amplio, es importante destacar que se trata de un recorrido de 32 km en terreno de montaña y dificultad media, lo que requiere una buena preparación física. No es una excursión de iniciación: es una travesía diseñada para quienes desean vivir la sierra con intensidad.

Más que un viaje: un acto de memoria

La Travesía de las Aldeas Perdidas propone mucho más que deporte. Es un recorrido que invita a reflexionar sobre la despoblación rural, a comprender cómo la vida se transformó en estas aldeas y cómo la naturaleza ha reclamado lo que antes fue espacio humano.

Sobre la disponibilidad de esta actividad, Yolanda Vizcaíno comenta que “se hace únicamente dos veces al año. Es una manera de vivir de pleno la Sierra de Segura, descubrir su parte más delicada. Todo el que la hace acaba enganchado a esta zona de Segura, porque es una experiencia muy especial”.

Quien se adentra en esta ruta no solo camina por senderos, sino que atraviesa el tiempo y la memoria. Una propuesta imprescindible para senderistas experimentados que buscan algo más que deporte: buscan sentir la montaña, vivir la historia y dormir bajo un cielo estrellado que nunca se olvida.