Lo que diga Trump

El autor reflexiona sobre la 'Estrategia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos de América', un panegírico en toda regla a mayor gloria del mandatario republicano y no lo que sugiere su título

Donald Trump, presidente de Estados Unidos.
Aaron Schwartz / Efe

No hay mérito en lo que se hace, sino en cómo se hace. Por eso, no crea el lector que trato de presumir de nada cuando afirmo que, a lo largo de más de cuatro décadas de carrera militar, he leído innumerables documentos de estrategia. Incluso he colaborado a redactar alguno de ellos, seguramente entre los peores de ese poco conocido género literario.

Durante ese tiempo, también he tenido ocasión de escuchar un buen número de panegíricos –casi siempre destinados a rendir un cariñoso homenaje al personal que se retira de las Fuerzas Armadas, como manda la tradición– y he escrito personalmente los dedicados a los compañeros que me ha tocado despedir. Por eso, creo que tengo criterio para diferenciar ambos géneros... y defender ante quien pudiera estar interesado que el documento de Estrategia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos de América, recientemente publicado, es en realidad un panegírico y no lo que sugiere su título.

Un panegírico, además, vergonzante por lo sobrecargado. ¿Quiere pruebas el lector? Lea estos párrafos: "El primer mandato del presidente Trump demostró que, con el líder adecuado y tomando las decisiones correctas...", "Gracias a la robusta agenda doméstica del presidente Trump...", "El presidente Trump ha cimentado su legado como el presidente de la Paz...", "El presidente Trump ha explotado su habilidad como negociador...", "El presidente Trump ha establecido un nuevo estándar global...", "El presidente Trump, sin necesidad de esforzarse mucho –single-handedly en el original–, ha dado la vuelta a tres décadas de errores sobre China". Así hasta 27 veces aparece su nombre en las 29 páginas de un texto que, entre otras muchas cosas, olvida mencionar la invasión de Ucrania.

No voy a presumir de nuestro documento de Estrategia de Seguridad Nacional, publicado en 2021, cuando el mundo era muy diferente del actual, y todavía pendiente de renovar. Pero, con todos sus defectos, hay que reconocer que el nombre del presidente Sánchez sólo aparece una vez y precisamente donde tiene que hacerlo: justo debajo de la firma.

Los fines y los medios

Acierta el redactor del documento norteamericano –nadie puede hacerlo todo mal– cuando afirma que una estrategia es un plan concreto y realista que explica la conexión esencial entre medios y fines. Pero el resto del panegírico no hace honor a esa claridad de ideas. Y no porque los fines no estén bien definidos. Es imposible hojear el documento sin detectar en cada una de sus páginas el supremacismo que inspira a Donald Trump y, lo que es peor, a muchos de sus votantes. Sobre todo cuando habla de América, su propio hemisferio, casi siempre en un contexto en el que ese "su" suena a posesivo más que a un mero hecho geográfico.

Cuando el presidente Monroe hizo pública su célebre doctrina, "América para los americanos", defendía un continente para quienes lo habitaban, en el norte y en el sur. Era, al menos en teoría, una proclamación contra el colonialismo que, en aquellos tiempos, tentaba a las potencias europeas. Dos siglos después, la misma frase, en boca de Trump, significa algo muy diferente: "América para los estadounidenses". A estas alturas, nadie se llama a engaño sobre qué América es la que Trump quiere volver a engrandecer.

Lo ocurrido en EEUU puede repetirse en algunos de nuestros socios europeos y en la propia España

No compartimos el supremacismo de Trump, ni sus coqueteos con un aislacionismo que ya ha contribuido a provocar dos guerras mundiales. Sin embargo, solo el pueblo de los EEUU tiene derecho a corregirle. Por eso, limitaré hoy mis comentarios a los aspectos técnicos de la "nueva" estrategia, que no están en los fines sino en los medios para alcanzarlos.

En realidad, al lector del documento se le traslada –seguramente a propósito, porque el magnate aún sueña con alcanzar el carácter vitalicio que tuvo Roosevelt y ahora han alcanzado Putin y Xi– que no hacen falta más medios para hacer grandes a los EEUU que... el propio presidente Trump. Son sus decisiones, siempre acertadas, las que hacen innecesaria una estrategia nacional. ¿Qué necesitan las Fuerzas Armadas de los EEUU para enfrentarse a los desafíos del futuro? Lo que diga Trump. ¿Cuáles serán las directrices para la diplomacia norteamericana en los próximos años? Lo que diga Trump. ¿Qué pueden esperar de los EEUU las naciones de Iberoamérica o Europa? Lo que diga Trump. ¿Qué pueden temer Putin o Maduro, Xi Jinping o Jamenei? Lo que diga Trump.

El culto a la personalidad

Con esta nueva estrategia que, más que cualquier otra cosa, es un acto de culto a la personalidad de un Trump endiosado, no tiene nada de extraño que el mundo vaya a peor. Desaparecida la influencia a veces ingenua y a menudo egoísta pero casi siempre moderadora de la primera potencia del planeta, los líderes del mundo buscan en Truth Social esos vaivenes que sólo sirven para hacer dudar a los prudentes y alimentar los sueños de los audaces, entre los que, por desgracia, se encuentran muchos de los malvados personajes –Putin es sólo el más poderoso entre todos ellos– que han resucitado la guerra como herramienta para reforzar su poder.

A nosotros, los que vivimos la política de los EEUU desde fuera, nos toca capear el temporal lo mejor que podamos mientras ponemos nuestra esperanza en el pueblo norteamericano que, si es cierto lo que dicen las encuestas, parece cansarse poco a poco de su mesiánico presidente. Sin embargo, no estaría de más que pusiéramos nuestras barbas a remojar. Lo ocurrido en los EEUU puede repetirse en algunos de nuestros socios europeos –hay quien apunta maneras– y en la propia España, donde no es difícil percibir brotes de ese culto a la personalidad que tantas veces ha mancillado a los pueblos del mundo. Viendo lo que ocurre hoy tanto en Washington como en Moscú, no estaría mal que todos pusiésemos cuidado en no ser nosotros mismos quienes alimentemos a la bestia.

Juan Rodríguez Garat es almirante retirado

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