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En uno de esos movimientos imprevisibles, el opositor a ser presidente del Gobierno Alberto Núñez Feijóo pidió el viernes pasado al presidente de la patronal catalana Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, apoyo para acercarse a Junts (e, incluso, también a ERC) y poder presentar una moción de censura. El dirigente gallego fue sincero (no le faltan ganas, sino votos) y consideró que los empresarios catalanes le pueden ayudar a arrastrar a los siete diputados del grupo de Puigdemont. La petición, hecha en público, plantea un dilema en este colectivo, al que avasalló con el convencimiento de que no comparte “la deriva económica, social, legislativa y ética del Gobierno”. Pero no le va a ser fácil al popular que se retraten a su favor. De momento, desde Junts ya le han dicho que lo que tiene que pedir es perdón.
Se esperaba que Sánchez Llibre, que estuvo este jueves en Madrid en un acto de la Sociedad Barcelonesa de Estudios Sociales y Económicos (SBBES), una especie de sucursal de Foment en Madrid (aunque no le guste reconocerlo), diera alguna señal esclarecedora. Pero el inefable empresario barcelonés es un viejo zorro, acostumbrado a componendas políticas de sus tiempos de diputado de CiU (rama Unió) y se las sabe todas. Por eso, remedando al ex president Pujol, contestó que no tocaba. Ya llegará el momento. Lo que tocaba era mandar el mensaje, a Feijóo, a Junts y a todos los grupos políticos, de que los empresarios necesitan la inmigración como el aire para respirar para ser más productivos y competitivos. ¿Lo compartirán?
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