‘Ena’, la reina de España
El ‘thriller’ de Antonio Cordón
Los tres puntos que el Sevilla arrancó de Montilivi son de esos con muchísimo valor añadido en esos intangibles que tienen tanto que ver en las decisiones sobre lo tangible. Pero no nos engañemos: el Sevilla FC SAD sigue sumido en el mismo escenario catastrófico que estaba antes de los contragolpes certeros de Alfon e Isaac Romero. De ahí que cada hora, cada minuto y cada segundo hasta las 23:59.59 de hoy lunes 1 de septiembre vayan a ser para el club como esa bomba que Tom Cruise debe desactivar antes de que los dígitos rojos consuman su cuenta atrás. El futuro de este equipo en Primera depende de los fichajes que Antonio Cordón pueda rematar hasta que Javier Tebas baje la ventanilla.
Hay que recordar que el Sevilla inscribió a catorce jugadores, catorce, de la primera plantilla en el capital duelo ante otro igual como es el Girona.
Afortunadamente para los sevillistas, cuando el Elche asome por el Ramón Sánchez-Pizjuán el próximo viernes 12 de este mes, Matías Almeyda no va a tener que cargar con tan mayúsculo lastre a la hora de componer una cita de 18 jugadores, pero la miga está en la calidad, más que la cantidad que ya está amasando Antonio Cordón.
De momento, vender por 10 millones de euros a un jugador como Idumbo, que ha jugado dos ratos en Primera, ha sido un maná llovido del cielo. O más bien de esa opulenta Mónaco con la que tan buenos hilos mantiene el director de fútbol profesional.
Pero ese golpe de fortuna no frena la resignación: para que a los Odysseas y Azpilicueta –falta le hacía a la defensa sevillista este perfil– le sigan los perentorios refuerzos de otro central, dos medios y otro delantero –largo me lo fiáis–, tendrá que cristalizar otra salida de las denominadas dolorosas, léase Lukébakio, Rubén Vargas...
Hace unos años, las salidas dolorosas le sirvieron al Sevilla para crecer y ganar títulos –Reyes, Sergio Ramos– o para rehacerse y seguir ganando títulos –Navas, Negredo–. Hoy, las salidas dolorosas serán para tratar de sacar al club de su escenario catastrófico. Es lo que hay.
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