La rendición de Ginebra o la mochila de Juan Francisco Serrano

Nuestro diputado por Jaén, Juan Francisco Serrano, tiene la tarea ingrata, se entiende, de firmar las capitulaciones ante el independentismo catalán. Es lo que tiene el mandato representativo

La mochila de Juan Serrano
La mochila de Juan Serrano / EFE

03 de diciembre 2023 - 11:40

En segundo plano, algo desdibujado, aparece nuestro diputado por Jaén, Juan Francisco Serrano. Tiene la tarea ingrata, se entiende, de firmar las capitulaciones ante el independentismo catalán como testigo de cargo. Es lo que tiene el mandato representativo que votas por tu candidato provincial al Congreso de los Diputados por Jaén y acaba defendiendo “tus intereses” en un hotelito de encuentros furtivos y poco edificantes en Bruselas, Ginebra o donde se tercie. En esos cuartos mal ventilados se negocia el precio de la legislatura, el desayuno no es mediterráneo y, lo que es peor, no hay quien quite una mancha de esas moquetas. Cómo vas a viajar con optimismo en semejante situación.

Un efecto mariposa de largo alcance. Nunca los intereses de Jaén llegaron tan lejos. Luego, lógicamente, se puede adornar el apaño y vestirlo con ciertas dosis de progresismo para aceptar Puigdemont como animal de compañía. El Scattergories es de Pedro Sánchez y él pone las reglas del juego de mesa. Eso sí, todo el juego con la nariz tapada, una desconfianza lógica entre las partes y millones de españoles como extras de una producción que no repara en gastos.

Velázquez inmortalizó la brillante victoria de las tropas españolas bajo el mando de Ambrosio de Spínola para recuperar Breda que se encontraba en manos de los holandeses. En "La rendición de Breda" el pintor muestra el acto clemente del vencedor con el enemigo derrotado. Aquí el pequeño equipo negociador no está para gestas, les cuesta tragar saliva y no se atisba en sus caras gloria alguna en su derrota. Paradojas de la actualidad, les incomoda bregar con la presencia de periodistas en los aledaños de la noticia. En esta ocasión, no quieren mediadores entre su edulcorado relato y lo que queda de realidad. Transparencia, recitaban de corrido.

La rendición de Breda, de Diego Velázquez.
La rendición de Breda, de Diego Velázquez.

Para más inri, la parte ganadora escenifica la humillación en terreno neutral, pone nombre al pacificador y chulea por Europa y lo que queda del suelo patrio a ritmo de rumba catalana aquello de Los Manolos: “Para el mal de amores: rumbas y flores/ Para conversación al cielo: vente al Paralelo/ Para apuntar las penas: fuente Canaletas”. Para todo lo demás, un lema para mantener la llama perenne de la algarada con el rédito político de siempre: “Apreteu, apreteu”.

Tienes que tener mucho ardor de partido para hacer la maleta y no jurar en arameo, pero todo sea por salvar al soldado Sánchez. Lo de balbucear una explicación al asunto y poner lógica al sainete del día a día es tarea imposible. Este cuadro sólo podría pintarlo otro maestro, Francisco Ibáñez. Pondría a sus avezados Mortadelo y Filemón a cargo de esta misión imposible por el relato. Siete votos o treinta monedas, qué más da. Todo sea por Jaén.

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