Hace unos días MJ, mi buena amiga, me prestó Algo que sirva como luz, un libro que se puso a la venta el mes pasado. Escrito por Fernando Navarro, periodista de oficio, desarrolla entre sus electrizantes páginas la trayectoria emocional, personal y territorial de una banda de amigos llamada Supersubmarina. Debo decir, no sin sonrojo, que apenas había leído sobre ellos con anterioridad y, mucho menos, oído alguno de sus temas, si exceptuamos Viento de Cara, melodía que me sonaba, aunque sin mucho entusiasmo. Hasta el momento que apareció el libro prestado por mi amiga y empecé a sumergirme en su lectura, donde se logra emulsionar ingredientes tan extremos como la negra desesperación y la limpia esperanza, la exultante juventud y la madurez acelerada, la luz deslumbrante y las tinieblas más oscuras, la alegría desbordante y la tristeza más hiriente.

Un efecto de la lectura de este libro es que zambullirse en él sin asideros ayuda a sanar al lector, a reconciliarse con su pasado, a sentar las bases de su presente y a esperar con esperanza, con mucha esperanza, el incierto futuro. Esta historia no es una melodía lejana, no es un argumento de película sensiblera, no es un postizo artificioso. Es la historia de cuatro amigos de Baeza, que corretearon por sus calles desde pequeños, cuyas vidas y complicidades fueron confluyendo cotidiana y constantemente. Y lo que es aún mejor, que lo siguen haciendo actualmente. No puedo ocultar que envidio mucho su historia de amistad. Y la de su constante, diaria y dolorosa superación, que no es sino el resultado de una historia de amigos construida sobre sólidos cimientos. Amigos que seguirán tocando una de las columnas de la vieja catedral baezana con la esperanza de que se cumplan sus sueños, como se cumplieron cuando viajaban de festival en festival o tocando en grandes salas.

Con estas referencias, se me eriza la piel al escuchar Algo que sirva como luz, Supersubmarina, Puta vida, De las dudas infinitas, Niebla y tantos otros temas. Yo, que nunca los había oído, ahora los tengo en bucle. Y ahora toca devolver el libro a MJ. Pero con lo que sí me quedo es con una historia de cuatro grandes amigos, de cuatro grandes luchadores y de cuatro grandes inspiradores. Muchos esperan su vuelta a los escenarios. Para mí ya han vuelto. Me eran unos grandes desconocidos, no formaban parte de mi trayectoria vital y ahora me son imprescindibles. Fueron piedra angular del panorama musical de nuestro país. Y ahora forman parte de mi marco de referencia. Ese es el luminoso efecto Supersubmarina. Mi humilde agradecimiento a Jaime, Pope, Juanca y José.

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