Broncano, desde su púlpito pagano de La Resistencia.

Broncano, desde su púlpito pagano de La Resistencia.

La risa es cosa seria y el bufón, en muchas ocasiones, es el que más cerca está del rey, con corona o sin ella. Incluso, si la ocasión la pintan calva, le puede recordar a su graciosa majestad que está en pelota picada ante la opinión pública. Valga el preámbulo para recordar a cualquier despistado a qué se dedica el hombre más escrutado del momento, porque siempre hay alguien que no levanta la vista de Kierkegaard. Habrá quién se quede con las preguntas protocolarias de "La Resistencia" para tacharlo de majadero, zafio, chusco o sin gracia. También hay quien escuchaba a Faemino y Cansado como quien estaba sentado ante el notario o recibía las indicaciones del dentista. Están en su derecho y gusto. “Haberlos haylos”, si los detecto a tiempo, cambio de acera por mi seguridad.  

Sus preguntas recurrentes sobre el fornicio semanal y la cuenta bancaria de los entrevistados es su manera de romper el hielo e iniciar algo parecido a una entrevista que no lo es. Desde una trinchera muy particular, como la plataforma de pago Movistar Televisión, va camino de siete temporadas sentando cátedra chunga, gamberra y de autor. No tiene una audiencia millonaria, pero sus creyentes buscan sus perlas diarias en las redes sociales, donde se desgrana hoy buena parte de la televisión moderna. Es ahí donde encuentra su ascendencia y donde se ha convertido en el titiritero a seguir o el titiritero a derribar. Antes, en Youtube, ya hizo lo que quiso en “La vida moderna”.  

Aquí uno de sus certeros análisis sobre la información: “Yo siempre veo el Telediario desnudo, para que la información me llegue más directa a la piel. Yo no quiero poner filtros entre el periodismo y yo, a puro huevo”.  

Es un hecho contrastado que conecta con un sector de público variopinto, no necesariamente joven, sea eso lo que sea, y que cayó en gracia de audiencias desde que Buenafuente le dio sección propia en “prime time”. Antes era un monologuista más de éxito, no es cosa menor, y desde que tomara la alternativa, es un primer espada del entretenimiento.  

Su polémico fichaje por RTVE lo ha puesto en el disparadero porque desde la productora de la Moncloa lo ven como el antagonista perfecto para competir contra el líder de las audiencias: Pablo Motos, sus hormigas, sus tertulias de trazo grueso y una maquinaria de entretenimiento infalible. Si, finalmente, desembarca en RTVE, su modelo transgresor y lenguaje montaraz entrará en conflicto diario con el manual de estilo de la cadena y con la defensora del espectador. Se avecinan jaquecas diarias en el ente público y trifulcas radiofónicas. Avisados están, no engaña ni de lejos. Quienes le asignan el papel de comisario político no le han visto en acción, se equivocan. Este talento de Orcera, cito textualmente, “le puede enseñar los huevos a Mufasa”. 

No sé si el presidente podrá dormir tranquilo después de cada programa, pero dado el carácter subversivo propio de la receta, quizá el primer objetivo de la factoría del “pachacho” sea derribar al presidente Pedro Sánchez.  

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