Salud Responde lo que puede

Los síntomas son evidentes desde hace tiempo. Otro servicio relacionado con la salud andaluza que tira con lo justo y que tiene mala cara. Al otro lado del teléfono una plantilla saturada que responde en cuadro ante los propios desajustes del convaleciente sistema sanitario andaluz. Dan la cara para que se la partamos, le ponen voz al sistema y éste no tiene respuesta para la frustración de una lista de espera, para aquel trámite absurdo y otra nueva yincana para conseguir la medicación del día a día. No hay Inteligencia Artificial que pueda atender todos los frentes del sistema por más vueltas que se le den al argumentario recitado.  

El “don gestor” atribuido a Moreno Bonilla no cruza el umbral de los hospitales públicos. La consejera jiennense Catalina García tapa las vías de aguas, apaga incendios propios y ajenos, pero al final de la función le crecen los enanos como si el circo estuviera gafado. Hoy diversas mareas confluyen para advertir que el sistema naufraga desde hace décadas y que nuestras joyas del Estado de Bienestar van camino de la casa de empeños. Compro Oro, compro salud, pero ¿a qué precio? 

La bomba de relojería con acción retardada de Salud Responde no sorprenderá a nadie porque las carencias se detallan desde hace años y la precariedad laboral denunciada ante la inspección es una losa para la imagen de un servicio de cara al público, gestionado por lo privado. Si es básico, la Administración Pública tendrá que obtener las suficientes garantías para que se preste de manera ejemplar y, a tenor de su propio criterio, no es el caso. El presupuesto anual se incrementa y hoy supera los 5 millones de euros con la intención de mejorar retribuciones y condiciones, pero esta licitación está recurrida por la adjudicataria y será el Tribunal de Recursos Contractuales el que tendrá que decidir. Mientras tanto la presión laboral depara bajas, ansiedad y un clima laboral de sálvese el que pueda. Así lo denuncian sindicatos, colectivos y trabajadores a título personal que prefieren no callar.  

Pueden rasgarse las vestiduras los mercaderes del templo y denostar modelos privados de gestión que funcionaron y funcionan hoy; asunto bien distinto es si se trata de descapitalizar el modelo público y aprovechar sus goteras para reformas que no hemos solicitado. Episodios como el del exviceconsejero de Salud, Miguel Ángel Guzmán, con su pretendido paso a la dirección regional de una empresa privada a la que ha adjudicado contratos sanitarios a hospitales de dicho grupo asegurador cuando ayer estaba en lo público empañan todo. La confusión de lo público y privado de las familias políticas aquí y allá nos hacen descreídos por obligación.  

La radiografía del sistema sanitario jiennense detecta también problemas severos, por ejemplo, en los quirófanos. La denuncia del PSOE de esta semana señala otro punto negro: de 13 quirófanos programados semanales en 2019 se pasa a cuatro o cinco en los últimos dos años. La Delegación de Salud y Consumo intenta explicar que esta “disponibilidad limitada” obedece a falta de anestesistas, un mal común, dicen, de todo el Sistema Nacional de Salud. Mal de muchos, consuelo de estúpidos. Para la estadística chunga Jaén se iguala fácil a cualquier territorio, para los datos fetén de inversiones, infraestructuras top y desarrollo ahí se entiende que el demérito es nuestro. Y será verdad.  

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