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Tomás García

Las azucenas de la Giralda

03 de mayo 2025 - 03:10

Las azucenas son plantas liliáceas que se distribuyen en distintas especies y que presentan tallos rectos, hojas estrechas y hermosas flores acampanadas con seis tépalos y seis estambres. El término azucena procede del árabe andalusí süsanah y éste del hebreo shoshanna, el mismo origen del nombre bíblico Susana. Mesopotámicos, griegos y romanos las asociaban con el amor y la fertilidad, y las de color blanco han sido relacionadas desde época paleocristiana con la pureza y virginidad de María. El Arcángel Gabriel porta en su mano izquierda unas azucenas en la bella pintura sobre la Anunciación del gran Leonardo da Vinci, mientras las niñas solían llevarlas desde antaño durante la Primera Comunión. Son plantas bulbosas cuyas partes aéreas suelen desaparecer en época invernal y resurgir en primavera, una especie de resurrección que ha llevado a Lilium longiflorum, de largas flores blancas, a ser denominada lirio de Pascua. Aparece en significativos pasajes del Nuevo y Antiguo Testamento, como en Cantares 2:1-2: “Yo soy una rosa de Sarón, una azucena de los valles; cual manzano entre los árboles del bosque es mi amado entre los hombres” (esposa). “Como azucena entre las espinas es mi amada entre las doncellas” (esposo).

Sevilla es una ciudad de azucenas, las cuales se hallan representadas en distintos edificios monumentales religiosos y civiles, siendo su presencia más testimonial la constituida por las que se elevan a los cielos en las cuatro esquinas de la “terraza de las azucenas” de la Giralda. Están dispuestas sobre el cuerpo de campanas en jarras broncíneas creadas por Bartolomé Morel, el fundidor del Giraldillo, que contenían en principio mechas para luminarias y que fueron sustituidas en 1751 por azucenas metálicas del taller de Basilio Cortés, aunque las actuales proceden de una restauración muy profunda llevada a cabo por el orfebre Fernando Marmolejo en los años ochenta del pasado siglo. El escudo del Cabildo de la Catedral muestra la imagen de una Giralda flanqueada por dos jarrones con azucenas, emblema que puede verse en distintos enclaves de la ciudad: Puerta del Perdón, Cilla, Biblioteca Colombina y portadas de iglesias como San Roque, San Sebastián o San Bernardo. Otros templos, como la barroca capillita de San José y la espléndida iglesia de la Magdalena, nos ofrecen estas gráciles flores labradas en sus fachadas. Asimismo, resaltan en la canastilla de pasos de Semana Santa, como el de la Soledad de San Lorenzo, y forman parte del exorno floral de muchas cofradías. Jarrones pétreos con azucenas de metal coronan también la portada principal del Palacio Arzobispal, la portada dieciochesca de la antigua Fábrica de Tabacos y las de Derecho, Ciencias y Filosofía y Letras. Su relevancia hispalense queda reflejada en los hermosos cinco broches que lleva la Esperanza Macarena en su pecherín, simbolizando cada uno de ellos una azucena con seis tépalos de cristal de roca verde engarzados con oro blanco y rematados por brillantes.

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