Los bulos se hacen realidad

01 de mayo 2025 - 03:10

El gran apagón del lunes dejó en evidencia, una vez más, el abuso que cometen el Gobierno y sus apoyos al tachar de “bulos de la ultraderecha” muchos de los argumentos o preocupaciones de aquellos que no están dispuestos a comprar su agenda política y cultural. Tanto el presidente Sánchez como su domesticado Rufián (reconvertido de golpista a musa de los periodistas parlamentarios) afirmaron con santa ira en su momento que la posibilidad de un gran apagón era un “un bulo”. Pues mira por dónde, abracadabra, el bulo se ha hecho realidad, como el conejo que emerge sonriente de la chistera del ilusionista. Tachán.

Paradójicamente, el apagón ha iluminado muchos rincones oscuros del Gobierno y su líder. No solo esta propensión a repetir como un mantra la palabra “bulo”, sino también su estrategia de dividir y polarizar a la sociedad cada vez que tienen que afrontar un problema que les viene grande o, directamente, han provocado ellos. En este caso del apagón, Sánchez ha escogido una de sus peroratas favoritas: el gran combate de “lo público” (bueno, limpio, generoso) contra lo privado (malo, sucio, mezquino), una versión desacralizada y desliteraturizada del enfrentamiento entre don Carnal y doña Cuaresma. Da igual que, presumiblemente, la principal responsable del desaguisado (si es que hay alguno) sea Red Eléctrica Española, cuyo accionista mayoritario es el Estado y cuya gestión está tutorizada por el Gobierno... lo importante para el presidente es seguir señalando y estigmatizando al sector privado. Está a un paso del “¡nacionalícese!” chavista (algunos de sus socios más toscos ya lo han dicho). Pedro Sánchez aprovecha cualquier problema para dividir a los españoles, bien sea con la llamada “memoria democrática”, bien con las relaciones internacionales de España (para eso tienen al comisario Albares) o bien con el enfrentamiento entre la energía nuclear y las renovables. Por cierto, que en esta última cuestión ha contado con la inestimable ayuda de un sector de la derecha más cerril, dispuesta a demonizar unas fuentes de energías limpias tan necesarias y útiles para España. Ahora bien, no se puede comparar la responsabilidad de un presidente del Gobierno que usa los medios públicos pagados por todos con la de algunos voceros digitales que sufragan sus demagogias con su dinero.

Sánchez no desaprovecha ninguna oportunidad para enfrentar a los españoles, decíamos, y esa será su herencia más venenosa. Un Gobierno debe cohesionar a la sociedad, ser su pegamento, no el aguarrás de la convivencia. El próximo presidente deberá ser un experto en Kintsugi, el noble arte japonés de arreglar la cerámica rota. A no ser, claro está, que sea un nuevo aprendiz de brujo.

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