En tránsito
Eduardo Jordá
¿Tú también, Bruto?
érase una vez una ciudad andaluza de mucho turismo y antiguas, estrechas y tortuosas calles llenas de revueltas cuyo centro histórico se está estrangulando con peatonalizaciones tan teóricamente buenas como mal resueltas en la práctica al dar cada vez menos posibilidades de acceso a los resistentes vecinos que no han huido de la conversión de su barrio en un parque temático abarrotado de bares, restaurantes, veladores y tiendas de souvenirs, que se diría que suprimieron el tráfico para convertir las calles en restaurantes al aire libre.
En esa ciudad, que es la mía, pero también podría ser la suya, han cegado por obras una de sus pocas vías de acceso y derivado el tráfico por un estrecho laberinto que pone a prueba las habilidades y los nervios de los conductores. Los menguantes vecinos y los taxistas de toda la vida están acostumbrados a esas mañas, pero los crecientes turistas con cochazos o los conductores de Uber, VTC o Cabify, llevados allí por los GPS o para depositar a sus clientes en los muchísimos hoteles que se concentran allí, se ven cogidos en una trampa de la que les cuesta sudores y hasta crisis de ansiedad salir.
Con el consiguiente perjuicio para los peatones y los diestros conductores nativos que tienen que esperar a que el atormentado inexperto logre superar la prueba –si son turistas con la señora, que se ha bajado del coche para dar instrucciones, vociferando en las más variadas lenguas– bordeando el patatús. Hay días aciagos en que ni con Super Paco administrado por un camión cisterna se lograría desatascar la calle. Hasta lágrimas de desesperación he visto en los ojos de algún desdichado que a su desventura suma la presión de los cláxones e improperios de quienes esperan tras él.
Está sucediendo, tras el cierre de la Cuesta del Rosario por obras, con el desvío por San Isidoro que condena a la primera estrechez de Manuel Rojas Marcos. Una nadería comparada con el giro de la esquina de Estrella a Bamberg. Que a su vez es una broma si se compara con la posterior confluencia de Bamberg con Argote de Molina para alcanzar Abades. Si llegados al cruce de esta con Guzmán el Bueno y Segovia no tiran por ellas e, ignorando el aviso, siguen Abades adelante, sucumben ya del todo en el casi imposible giro de esta con Cardenal Sanz y Fores. RIP.
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