La generación del páramo

13 de noviembre 2025 - 03:10

La mayoría de las denominaciones de épocas o fenómenos históricos, así como de grandes movimientos culturales o artísticos, son un producto de la historiografía o de la crítica. Esto vale lo mismo para Edad Media que para Barroco, para Imperio Bizantino que para Rococó o Romanticismo. Resulta curioso que, en muchas ocasiones, la etiqueta contuviera un mensaje peyorativo que el paso del tiempo, y la justicia que suele acompañarlo, han diluido por completo. Algo así es lo que ha sucedido con el despectivo mote de Páramo (literario, artístico, cultural, científico…) con que se ha tachado al periodo de la vida española que transcurre entre 1939 y 1960, es decir, el periodo considerado como más coriáceo del franquismo. Sin embargo, con la perspectiva de los años se va haciendo más y más evidente la radical injusticia del calificativo. Esto es lo que se ha puesto de manifiesto hace unos días en Madrid con motivo del encuentro La feracidad del Páramo (1939-1960). Escritores inolvidables en la que, al amparo de la Fundación Cultural Herrera Oria, se ha analizado la obra de autores como Cirlot, Foxá, Pemán, Muñoz Rojas, Cunqueiro, Rosales, Panero, Neville, Pla, Jardiel, Mihura, Laforet, Cela, Delibes, Torrente Ballester, Salisachs, González-Ruano, Sánchez Mazas y algunos otros. Hasta doscientas personalidades, según Andrés Trapiello, fecundaron aquel peculiar “páramo” en todos los géneros literarios, la mayoría autores surgidos, o que florecieron, en esos años.

¿No podría hablarse, pues, de una auténtica generación del Páramo con mucha más propiedad que del 36, como se viene haciendo? La guerra, tan asociada a la fecha, no marcó temática ni estilísticamente a esta generación, cuyas preocupaciones literarias fueron otras, y si algo la caracterizó desde el primer momento fue el afán de reconciliación, e incluso de rescate, de la intelectualidad exiliada por culpa del conflicto.

Mientras escribo estas líneas se van conociendo los detalles del brutal atentado que el sanchismo planifica, con la aquiescencia de una Iglesia paralizada por sus terribles problemas y un PP complaciente, contra el monumento más grandioso –solo comparable con la Sagrada Familia– del siglo XX español. El ominoso silencio de academias, artistas e intelectuales, incapaces de separar valor histórico y artístico de consideraciones meramente políticas, demuestra el grado de servilismo y decadencia moral de nuestro tiempo.

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