La gira de Vito Quiles

29 de octubre 2025 - 03:09

Gritar más alto no significa llevar la razón; hacerlo con más efectividad, tampoco. ¿O sí? La primera parte de la reflexión conecta con la proliferación de movilizaciones y actos de disidencia que todos vemos a diario en nuestras ciudades. Cada vez cuesta más atravesar las calles del centro sin tener que preguntar “¿hoy qué toca?”. De los días internacionales a las efemérides pasando por las causas más peregrinas.

En una jornada sobre la apuesta de Andalucía por el biometano, para liderar el sector de las energías limpias en España, el consejero de Industria nos contó que ya hay quien les ha puesto nombre oficial: ser “antagonista social”. Paradela mostraba su preocupación por este tipo de perfil antisistema, que se aleja de la legitimidad de las protestas y la reivindicación de derechos, para instalarse en el terreno de las emociones. En realidad, hace mucho que sabemos que la polarización y la radicalización son rentables en términos de viralización; que no es tan importante el qué como el cómo. Y todo ello en una sociedad líquida y tribal, cada vez más fragmentada y desestructurada, donde los propios algoritmos premian el conflicto.

De eso vive Vito Quiles. Es uno de tantos “influencers antisistema”, de derechas y de izquierdas, que consiguen acaparar el foco público sin que haya nada detrás. No hay causas tangibles que defender ni mejorar; no hay nada que denunciar, nada que reclamar. (Solo) palabras, ruido e imágenes que cobran vida propia saltando del tablero digital a las plazas públicas mientras practica un antagonismo performativo que es hoy una forma de identidad, una marca, más que una estrategia colectiva. ¿Qué es si no su gira “España combativa”?

Pero hay que reconocer que este tipo de perfiles tienen un impacto tremendo. Su misión es meter ruido y lo hacen. Y justo por ello creo que hay que prestarles atención: no para formar parte de su escenografía, dándoles un altavoz sin filtro y sin sentido crítico, sino para desactivarlos. En la jornada del biometano aprendí que casi más importante que el proyecto de la planta (incluida la travesía del papeleo) es la “licencia social”, contar con el apoyo del territorio. Pues resulta que ya hay quien se dedica profesionalmente a ello. Llego así a la segunda parte de la reflexión inicial: la efectividad. Porque comunicar bien, saber colocar el mensaje, no te da la razón… pero confunde y ayuda. ¿Aprendemos de los otros?

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