Vía Augusta
Alberto Grimaldi
¿Podemos puede?
Para mis primeras llamadas por teléfono al entonces vicerrector del Campus de Jaén, Arturo Ruiz Rodríguez, tenía que meter el dedo en un circulito y dar vueltas a cada uno de los números del aparato para marcar. ¡Eso sí que es prehistoria y no su cátedra! Y tengo que decir que siempre estaba disponible. Ni contestadores, ni buzones.
Nuestro particular Indiana Jones, Arturo Ruiz, catedrático emérito de Prehistoria de la Universidad de Jaén, acaba de recibir el calor y el cariño de su provincia (y parte del extranjero) en un homenaje celebrado este pasado viernes en el mejor escenario posible: el Museo Ibero de la capital jiennense. Porque, hablar de arqueología ibera es hablar de Arturo Ruiz. No sólo aquí, sino en mil y un rincones del planeta. Jaén guarda un impresionante tesoro ibero y él ha dedicado 50 años de su vida a descubrirlo, para que no quede escondido bajo tierra. Un Quijote con su escudero Manuel Molinos, mano derecha -e izquierda- que lo ha acompañado en ese periplo, a veces ingrato, de sacar a la luz el pasado escondido en figuras, vasijas o esculturas varias y diversas.
Sé que Pilar Palazón estuvo también muy presente en ese homenaje. Cómo no. Defensora a ultranza de la civilización más antigua de la Península Ibérica. Cuando las buenas personas se alían, son capaces de logros inmortales.
Más allá de buscador de vestigios de civilizaciones pasadas, el trabajo de Arturo Ruiz por la Universidad de Jaén ha sido determinante para que sea la institución solvente y valorada que hoy es. Su gestión al frente del Campus dependiente de la Universidad de Granada, ese embrión de la UJA actual, fue clave para que todo ese proceso de transición transcurriera sin sobresaltos. Muchos conocerán la mítica fotografía, publicada por Diario Jaén en julio de 1993, el día que se aprobó la ley de creación de la Universidad, en el patio del Parlamento andaluz, con el consejero de Educación, el jiennense Antonio Pascual y Arturo Ruiz, acompañado por otros miembros de su equipo de gobierno y otros parlamentarios de Jaén. Esa imagen, de la fotógrafa Charo Valenzuela, habla por sí sola de quienes lucharon y quienes estaban donde tenían que estar ese día. Después otros se apuntaron las medallas, como suele suceder.
Arturo Ruiz dejó su testigo a quien mejor podía liderar la comisión gestora, el también jiennense y amigo personal de Antonio Pascual, Luis Parras, que después sería elegido como primer rector de la UJA. Así pudo centrarse en su pasión y desarrollar la investigación por la cultura ibera que tanto se necesitaba.
No busca el arca perdida, pero sí ha sacado a la luz todo lo que hoy se sabe sobre la cultura ibera y, quizá lo más importante, ha creado una escuela de arqueólogos impresionante, una cantera entregada y entusiasta, incansable al desaliento, enamorada como él de una civilización que tanta huella dejó en esta provincia.
Qué bonito que los homenajes merecidos y sentidos se otorguen en vida.
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