Jaén es un desierto eléctrico y no es culpa de la patrona de la luz

La presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, reunida con el "comité de sabios".
La presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, reunida con el "comité de sabios". / EFE/Juan Carlos Hidalgo

04 de mayo 2025 - 10:19

Beatriz Corredor nos pide un ejercicio de fe en el sistema eléctrico español que deja a los cardenales reunidos en el cónclave en aprendices de dogmas. Una fe ciega, también a velas. A nuestra patrona de la luz le faltó decir que a mí no me cuestionen por asuntos mundanos y retirarse a su capilla a encomendarse al divino. Cariacontecida, esta registradora de la propiedad que pasaba por allí, dio fe en unos cuantos documentos y confirmó que todo había funcionado fetén. Laudate dominun, es decir, alabado sea el señor.

Y en esas estamos que somos muy rápidos en solventar problemas a toro pasado. Ergo si crees que desempeñas bien en tu curro, ganas más de 500.000 trompos al año, qué necesidad tienes de dimitir, aunque tengas el pequeño inconveniente de ser la presidenta de Red Eléctrica Española y tu país haya sufrido un apagón total. Pero en esta tierra fragmentada, en la que no hace "mutis por el foro” ni Mazón y su triste mancha, qué podemos esperar. La asunción de responsabilidades públicas es cosa de necios y somos un país que produce listos por encima de sus posibilidades.

Además, con tu jefe tampoco sabes a qué atenerte, un día sostiene que eres presidenta de un operador privado en el que él te ha coronado (paradoja) y al siguiente puede haber cambiado de opinión y que tu cabeza se convierta en otra reliquia.

Pero en esa campaña publicitaria permanente, un nuevo testamento cada semana, sin atisbo de autocrítica, se es capaz de entonar eso de que tenemos “el mejor sistema eléctrico del mundo”, sin sufrir un espasmo. Da igual que hayas jurado en arameo que una caída del sistema fuera imposible, incluso haberte mofado sólo de mencionar la posibilidad. Estamos a un paso de acuñar: “España, la tierra donde lo imposible es posible”, un remedo del anuncio de Nike, para motivarnos como las citas de los azucarillos del café.

Pero volvamos al terruño, que las cosas de Palacio nos quedan a trasmano. Sabíamos que está el desierto convencional de arena, con sus rigores de toda la vida, y luego ya estábamos advertidos de otro que también tiene sus penurias, el eléctrico que como se habrán imaginado, avezados lectores, en Jaén lo disfrutamos con una vasta extensión. No tenemos suficientes redes de transporte eléctrico, líneas de evacuación y no sabemos, ni por asomo, lo que es una autopista eléctrica. A nuestro conocido limbo ferroviario sumamos, con el penúltimo apagón, nuestra candidatura a tierra de nadie. Fuimos de los últimos en recuperar la luz y en algunos pueblos aún andan en lo alto de un guindo buscando cobertura. Como buen desierto, también sufrimos de espejismos esporádicos, promesas que sepultan a las anteriores, del ostracismo eléctrico al que nos relegaron. Pero que no les suba mucho la tensión, sus promesas inversoras, cuando se ponen por escrito, cogen en la pegatina de una mandarina.

Escrito, con luz, en Jaén a 4 de mayo de 2025.

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