Kosma y Prévert en el Salvador

06 de septiembre 2025 - 03:10

Plaza del Salvador, mediodía. Tres músicos callejeros devuelven ese monumento de la música del siglo XX –así, sin etiquetas de popular o clásica contemporánea– que es Les feuilles mortes al lugar que le corresponde, porque es el lugar en el que nació: la calle. La compuso Joseph Kosma y escribió su letra Jacques Prévert, dos creadores también sin etiquetas que se movían con la soltura entre lo popular y lo culto, en 1946 para Les portes de la nuit de Marcel Carné.

La película se abre con otra canción extraordinaria de Kosma y Prévert, Les enfants qui s’aiment, cantada en la salida del metro por unos músicos callejeros. Les feuilles mortes también se introduce como una melodía callejera interpretada por una armónica en un bar. Yves Montand la oye, le recuerda algo, apunta unas palabras sobre una cuartilla y empieza a cantar “et la mer efface sur le sable les pas des amants desunis”. Después, mientras camina solo por una noche de niebla, se oye la voz de la soprano Irène Joachim, célebre por haber sido una de las mejores intérpretes del Peleas et Melisande de Debussy que grabó en su primera edición discográfica completa, cantándola íntegramente: “Oh, je voudrais tant que tu te souviennes/ des jours heureux où nous étions amis./ En ce temps-là, la vie était plus belle/ et le soleil plus brûlant qu’aujourd’hui./ Les feuilles mortes se ramassent à la pelle./ Tu vois, je n’ai pas oublié./ Les feuilles mortes se ramassent à la pelle./ Les souvenirs et les regrets aussi”.

La película fue un fracaso –uno de tantos fracasos injustos– y la canción, olvidada. “Ningún crítico, lo que dice mucho sobre su clarividencia, reparó en la canción que, cuatro años más tarde, daría la vuelta al mundo”, escribe Carné en sus memorias. Efectivamente, en 1948 la gran Cora Vaucaire la incorporó a su repertorio en el cabaret L´Echelle de Jacob, siendo su primera intérprete en un escenario. Un año más tarde ella e Yves Montand la grabaron en disco. Y en 1950 Johnny Mercer la tradujo al inglés, convirtiéndose en un estándar de jazz interpretado por todos los grandes y la canción no americana más versionada. Pero había nacido, en la ficción de la película, como música callejera. Y así era interpretada, 79 años después, en la plaza del Salvador.

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