En tránsito
Eduardo Jordá
¿Tú también, Bruto?
La clase alta inglesa, siguiendo una costumbre del siglo XVIII ritualizada en el XIX, tenía The Season, la temporada de vida social en Londres que coincidía con el inicio de las sesiones en el Parlamento. Los afortunados dejaban sus casas de campo, que eran el hogar principal ligado a sus posesiones, en las que habían residido el verano y el otoño, para vivir durante el invierno y la primavera en sus mansiones de Londres en las que se desarrollaban los actos sociales. Los franceses, republicanos, tienen la democrática rentrée, el reinicio de la vida cotidiana tras las vacaciones de julio y agosto (“les grandes vacances”) que, por cierto, ellos instauraron como derecho de los trabajadores a 15 días de vacaciones pagadas en julio de 1936 (existe el precedente más restringido de nuestra ley de 1931).
Al principio “la rentrée” se refería a la apertura de curso en colegios, liceos y universidades a principios de septiembre (este año el mismísimo día 1, que cae en lunes). Después se sumaron los estrenos teatrales y cinematográficos, las promociones de grandes almacenes o –porque Francia es Francia– la aparición en las librerías de las grandes propuestas editoriales del inicio de temporada, llamada “la rentrée littéraire”.
Para la de este septiembre Le Monde destaca cinco libros: Kolkhoze de Emmanuel Carrère, In violentia veritas de Catherine Girard, Une drôle de peine de Justine Lévy, Simone Emonet de Catherine Millet y, como único título no francés y premier coup de cœur de la rentrée littéraire étrangère, la novela de un andaluz: Je ne te verrai pas morir (No te veré morir) de Antonio Muñoz Molina, en una excelente traducción de Isabelle Gugnon, heredera de Philippe Bataillon, hijo del gran hispanista Marcel Bataillon, que fue el traductor al francés de la mayor parte de obra del ubetense.
Esta única novela extranjera elegida como una de las cinco novedades editoriales más importantes de la rentrée littéraire es presentada en Francia como “una prosa magnífica, sensual, de una musicalidad que transcribe con exactitud la potencia de la nostalgia y sus peligros” y ofrece “algunas de las más bellas páginas jamás escritas por este fino contador del alma humana”. Mientras tanto, aquí las redes cargan contra él por una gilipollez demagógica.
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