‘Nunquam satis’

08 de noviembre 2025 - 03:11

Podrá discutirse si el disco de Rosalía o la película Los domingos brotan de sentimientos verdaderos o son astutas maniobras. Pero lo indudable es que testimonian un renacer católico, aunque sólo sea porque nadie hoy haría marketing arrimándose a un concepto demodé. Y hay otro signo de revitalización de la fe: el encendido debate que ha generado el documento Mater Populi Fidelis, que desaconseja el uso del título de Corredentora para la Virgen María.

Un consejo no es una orden; y yo, en particular, de éste, paso. En lo que concierne a mi redención, que agradezco a Nuestro Señor Jesucristo, cuento con la cooperación de la Virgen María. No en vano soy un grandísimo devoto del milagro de las bodas de Caná, donde la intervención de la Madre resultó esencial. Quiero que Jesús me convierta el agua en vino de la mejor solera, y el procedimiento se explica claramente en el Evangelio de san Juan.

Con la cantidad de problemas que imagino que tendrá la Congregación para la Doctrina de la Fe, no sé para qué el cardenal Fernández se pone a racanear un título a la Virgen que han reconocido una multitud de papas y de santos. Su uso o devoción no son tampoco obligatorios, así que, si alguno prefiere prescindir, allá él. (Más caso me hará Ella a mí, pienso con poquísima caridad, que Dios me perdone.)

Algunos se empeñan en que asumamos este consejo en cuestión por espíritu de obediencia, pero no caen quizá en que obedecemos al pie de la letra lo de hacer lío, lo de criticar a la jerarquía, lo del espíritu sinodal y lo de que todo el monte es orégano. Si obedeciésemos como tradicionalistas y pepinillos en vinagre, desobedeceríamos. Me quedo con san Bernardo de Claraval, que escribió uno de mis libros de cabecera: De laude novae militia, y que, en lo que concierne a las glorias a la Madre, nos dio un motto caballeresco: De Maria nunquam satis. “En loándola, no hay exceso”.

Sin embargo, sugieren que el pueblo se excede. Pues quítales la Virgen a las gentes y lo que te queda no es una exquisita praxis cristocéntrica, sino masas paganizadas y consumistas. La Señora marca la diferencia entre pueblos culturalmente católicos y naciones descristianizadas. El voto de defender la Inmaculada Concepción lo hicieron nuestros mayores; yo voto por María Corredentora y Mediadora de todas las gracias.

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