Penalti por mano de Irulegi

08 de octubre 2025 - 03:08

Penalti por mano de Irulegi. Se me vino de inmediato este titular de cualquier crónica balompédica de hace más de medio siglo de un lance de Pasarón, estadio del mítico Pontevedra, cuando leí la polémica surgida en el número 63 de la revista Arqueología e Historia. Una publicación con quince años de antigüedad especializada en “historia medieval, moderna y contemporánea” que dedicaba la portada de su último número a los Vascones.

La revista ha sido retirada de circulación, la dirección ha pedido disculpas a sus lectores y suscriptores y ha despedido de forma fulminante a la ilustradora del dibujo que preside dicha portada. Un hombre, se supone que un vascón, sostiene en brazos a un niño que juega con un collar que cuelga del cuello del adulto. No es un collar cualquiera. Está inspirado en la mano de Irulegi, considerada el primer vestigio escrito del euskera. La polémica ha surgido porque en el centro del collar de esta piedra rosetta de la cultura euskaldún aparece la palabra España. La mano de Irulegi es una representación en bronce fechada en el siglo I antes de Cristo localizada en noviembre de 2022 en un yacimiento arqueológico del valle de Aranguen, en Navarra.

La autora se ha disculpado diciendo que era una broma que enviaba a un particular y que por error llegó a la redacción de la revista poco antes del cierre del número 63. El nombre de la mano es el mismo del poblado de referencia. El apellido de Irulegui (en los cromos no era Irulegi), un defensa racial, inconfundible por su poblada calvicie, integrante de un equipo gallego del que tengo la alineación completa de la temporada 1967-68: Cobo; Irulegui, Batalla, Cholo; Calleja, Antonio; Fuertes, Martín Esperanza, Cerezuela, Neme y Yosu. Está en el álbum que publicó esa temporada el diario El Alcázar. La versión fubolística de la Revista Arqueología e Historia.

Este Irulegui futbolista nació en Lasarte (Guipúzcoa) el 1 de abril de 1937, no muy lejos del poblado vascón al que pertenecería la mano de Irulegi. En el caso de la revista, el VAR que apreció penalti en la mano de Irulegi fue un lector que inmediatamente avisó a la editorial Desperta Ferro, editora de la publicación, cuyos autores admiten sentirse “devastados por este error inadmisible”. La metáfora del penalti es muy oportuna porque a la autora le han impuesto la pena máxima de despedirla con el castigo añadido de que en las crónicas de El País, La Vanguardia o El Diario Vasco no se menciona su nombre. La autora de esta pifia de un Rosebud prehistórico que además se inspiró en Dani Rovira en la portada y en Clara Lago en las páginas interiores para imaginar a los primeros vascones, Adán y Eva del País Vasco, los protagonistas de la película Ocho apellidos vascos, de Emilio Martínez-Lázaro.

El error, la broma tiene su punto de justicia poética. Mario Onaindía decía que los vascos eran los más españoles en el sentido calderoniano de la palabra. La primera palabra que aparece en la mano de Irulegi es sorioneku, traducida como “buena fortuna”. Ya es mala suerte. Qué cerrojo: Irulegui, Batalla, Cholo. No había quien entrara.

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